El Blog de Panito (sólo por contar...)
A noble spirit embiggens the smallest man
martes, 28 de agosto de 2012
Me intriga mucho
Mucho... me intriga mucho.
Auf wiedersehen!!!
miércoles, 18 de agosto de 2010
lunes, 2 de agosto de 2010
Frase simpson de hoy
Abe Simpson: ESTAN HACIENDO MI LAPIDA!
(uno de los grandes personajes secundarios de The Simpsons)
jueves, 29 de julio de 2010
Frase simpson de hoy
Homero el Grande...
miércoles, 28 de julio de 2010
Frase simpson de hoy
Marge: Eso es porque estabas borracho!
Homero: Ay, qué rico...
miércoles, 26 de mayo de 2010
Del Bicentenario y el casamiento gay
En casa, durante mi niñez, nunca sobro la plata. No es que éramos pobres, pero la plata no sobraba. Entonces, ir al cine y posteriormente a Pumper Nic por una hamburguesa con mi vieja era algo inusual. Así y todo, ciertas veces lo hacíamos.
Recuerdo que una vez (yo no tendría más de ocho años), estábamos por el centro empezando a comer cuando se acercó a nuestra mesa un chico de no más de 5 años. Sucio, andrajozo, con carita de hambre. Vino a pedirle plata a mi mamá. Ella, sin pensarlo, le ofreció, en lugar del dinero solicitado, comprarle algo de comer; él no aceptó, se dio media vuelta y siguió pidiendo en las demás mesas.
Yo, que era un ingenuo (aún más que ahora, cosa difícil de creer), miré a mi mamá incrédulo: ¿Cómo podía ser que no le diera aunque sea unas monedas? ¿Cómo se podía ser tan insensible?
La indigencia ya existía en nuestro país, pero no era tan visible y cotidiana como ahora, que vemos cada dos pasos alguien en esa condición. Este es, probablemente, el primer chico que vivía en la calle del que tengo memoria.
Mi madre entonces comenzó a explicarme que ella no había obrado mal, por más que yo pensara lo contrario, y que le había ofrecido comida en lugar de dinero, porque seguramente lo que tenía era hambre. Yo seguía incrédulo. De repente, alguien, una mujer, que estaba en la mesa contigua a la nuestra, se sumó a mi mamá, diciendo que ella había visto en la esquina a la madre de ese mismo chico, sentada, esperando que él le llevara las monedas que había podido recolectar.
La madre lo mandaba a "trabajar", y él no podía aceptar comida en lugar de dinero, por más que su estómago pensara distinto. Su madre, su propia progenitora, lo obligaba a llevar dinero a ella, antes que comida a su estómago.
Entonces, mi incredulidad (aún pequeño como era) cambió de destinatario. Ahora no entendía cómo era posible que una madre hiciera eso con un hijo... o con dos, o con los que tuviera.
Aún hoy, 25 años después, sigo sin entenderlo.
Hoy nuestra patria, este querido país que tanto amo, acaba de cumplir 200 años. Y se dió un buen paso en esto de ser un país más avanzado o más tolerante. Tarde pero seguro (como parece ser el lema que debería figurar en nuestro escudo junto, tal vez, con el Springfieldiano "Corruptus in extremis") la Argentina debatió y aprobó el cambio en la ley del matrimonio. Por fin se acepta algo que debería haberse aceptado hace muchos años: Que el matrimonio debe ser entre dos personas que se aman, sin importar el sexo de las mismas. Y una parte sustancial dentro del debate de ese cambio de ley, es el tema de la adopción.
Lamentablemente, en estos días pude ver muchísimas opiniones que atrasan, por lo menos 50 años. Sacando el tema de los que opinaban en contra del matrimonio gay (como si la ley los obligara a inmediatamente volverse homosexuales a ellos y salir corriendo a casarse con alguien de su mismo sexo), vi que muchísima gente que opone rotunda y fervorosamente a que un matrimonio gay adopte a un niño. ¿Sus argumentos? Hay de todo tipo. Existen los que dicen que el derecho universal del niño es tener una familia, y que una familia es "mamá-papá"; los que aseguran que un chico criado por dos personas del mismo sexo generará conflictos. O que sufrirá mucho en la escuela, en las reuniones de padres, etcétera.
Hasta llegué a escuchar que "los terremotos de Haití y Chile es un castigo de Dios por los pecados que se están cometiendo en la Tierra, entre los cuales se encuentra la homosexualida (sic)"
Entonces, me vino a la cabeza el episodio del Pumper de hace 25 años. Y pensé "Ese chico, que estaba pidiendo limosnas desde los 5 años (o menos) ¿no generó conflictos? ¿No se sintió nunca discriminado? Ese chico ni siquiera tuvo escuela, ni reuniones de padres. Ese chico estaba apartado de la vista de Dios, aún cuando tuvo "mamá y papá".
Escuché también por ahí que era "condenarlo" (a este chico criado por una pareja homosexual) a convertirse en homosexual él también. Y me llamó la atención esta afirmación. Porque, me parece, siguiendo esa línea de pensamiento, no deberían existir los homosexuales ¿no? Digo... todo homosexual nación de una pareja hetero... creo, digo yo, que ya no estoy seguro de nada.
Después, me puse a pensar en cómo sería eso de un chico adoptado por una pareja homosexual cuando fuera éste a la escuela. Y me acordé de cuando YO (heterosexual) iba a estudiar. Y de cómo siempre te cargaban. Por ser alto, bajo, flaco, gordo, pelilargo, pelado... Los chicos siempre encuentran algo con qué molestar. Aunque más no sea, por ser el "traga" del curso.
Y también me parece que, una vez que se apruebe la modificación de la ley y las parejas gay puedan adoptar (sí, estoy haciendo un poco de futurología, pero confío ciegamente en que nuestros gobernantes van a modificar de una buena vez este punto a favor de la adopción), van a pasar por lo menos cuatro o cinco años hasta que los chicos adoptados estén en edad escolar, y para ese entonces, sus compañeros de clase ya van a tener incorporado que existen parejas gays, y que puede ser que un compañero tenga dos mamás, o dos papás, y que eso no implica que sea algo malo.
Los chicos hoy, así como ese chico del Pumper, están discriminados, faltos de amor, faltos de posibilidades, aún cuando tienen padres heterosexuales. Esos núcleos familiares "ideales" que tanto pregonan, son los que maltratan, violan y matan a sus hijos.
José "Pepe" Cibrian, pedía a gritos en un programa de televisión que le dejen adoptar a él y a su pareja (gay) a uno, dos o cinco chicos. Él puede darles todas las posibilidades que no tiene un chico de la calle, ya que seguro que plata no le falta. Y les sobra amor. El primer derecho implícito de un chico. Así como él y su pareja, seguramente millones de chicos que hoy no tienen nada, tendrían todo, empezando por oportunidades, de modificarse esa puta (ja!) ley.
Ojalá hoy, dentro de todos estos festejos de los 200 años del país, entre tanta algarabía y tantos pedidos de hermandad y unión, aquellas personas que siguen pensando (como en 1810, quizá) que un matrimonio gay no debe adoptar, abran sus mentes y sus corazones, y entren en razon.
No podemos discutir con el amor. Vamos a perder siempre...
Demostremos que podemos ser un país de avanzada. Empecemos por avanzar.
¿200 años no es nada?
miércoles, 21 de abril de 2010
Noite

Cuando destilo las ideas, la inevitabilidad de saberme preso en esta piel, me cachetea con mi realidad y me avisa que, indefectiblemente, este soy yo. Y nada más.
Toda mi vida brindé clandestinidad a mi forma de ser, pero la rebelión viene por dentro y se muestra, paradójicamente, en el fondo de los ojos.
Anduve descalzo, caminé de la mano. Alguna que otra vez me llevaron en andas, y miles de oportunidades me sacaron en camilla. Perdí millones de batallas, y terminé por ganar la guerra.
Por las noches, suelo soñar inconcluso, como escondiéndome de mis temores o, quizá (todavía no lo sé bien) sea precisamente porque me enfrento a ellos. Sueño ser un actor sin guión, con la boca seca de frases, buscando ciegamente un apuntador sin llegar a encontrarlo. Y entonces caigo en la imposibilidad, en la tiranía, en la anarquía de alma. Y empiezo a errar sintaxis y no entiendo de morfologías. Las palabras ya no ruedan como antes, y el pecho duro, asmático, empieza a ceder.
Soy un vagabundo en este mundo de estrellas. Soy el miedo a no ser. Soy la insoportable certeza de entender las soledades ajenas y saber que no pueden solucionarse.
El mundo antes parecía moverse con otra síncopa. El ritmo de los sonidos ha cambiado tanto, que ya no entiendo ni siquiera el ruido blanco que llena el vacío de tus caricias. Y dejo besos en tu piel por las noches insomnes, deseando que ese mundo onírico en el que estás no te deje venir para este lado, a sufrir conmigo las sombras sin luces, los ecos de una noche lejana que nos envuelve.
No entiendo las horas, los cambios y las barbaridades cotidianas. Me pierdo constantemente en este mudo devenir de mis actos.
Siempre fui devoto de la suerte, pero hace mucho que no la practico. Tal vez sea hora de comulgar.
miércoles, 24 de febrero de 2010
GPS Customizado
A raíz de esto, los GPS también pueden "customizarse" y ponerle voces de diferentes personalidades, apelando a la libido de cada uno en particular.
Por eso mismo, desde El blog de Panito, presento mi propuesta de Customizar su GPS con las "Arrimas" de Belén Francese...
Como muestras:
- Qué calle estrecha, gire a la derecha
- Nos vamos a la mierda, si no gira a la izquierda
- A cada rey un cetro, gire a 200 metros
- No te estoy esperando, ya estoy redireccionando
- Eso de adelante no es un pino, es solamente su destino
Es un Servicio de Panito para la comunidad
viernes, 19 de febrero de 2010
La maldición de Mieke Schöele
Existe la creencia (por no llamarla leyenda) de que, entre todas esas historias, está escrita una frase, sólo una, que encierra todo el conocimiento del hombre. El hombre que sepa leer e interpretar esa frase, poseerá un conocimiento total.
Según pude averiguar, muchas personas se han abocado a la tarea de rastrear esas historias, en busca de esa frase. Se han hecho muchos análisis, muchas críticas y muchas disertaciones sobre cuál frase era la que poseía estas condiciones. Sin resultados relevantes, a pesar de que muchos hayan asegurado conocer dicha frase.
Sin embargo, un estudioso sueco, Mieke Schöele, me comentó en un congreso de literatura en 1992: "El error que han tomado todos aquellos que se pusieron en busca de la frase del conocimiento, es buscarla solamente en su idioma natal. Los chinos buscaron frases chinas, los ingleses en inglés y así... Yo he abarcado mucho más. He estudiado millones de historias, y encontré un patrón en espiral que me ha llevado a deducir, casi con un 100% de seguridad, de que la frase de la sabiduría está en un párrafo de un texto en Portugués. He dedicado mi vida a esto: aprendí idiomas, dialectos y formas extrañas de comunicación. Los últimos 40 años de mi existencia se me fueron en esta tarea. Pero no me arrepiento de nada. Estoy a sólo una página del descubrimiento más grande de la historia de los idiomas"
Quedamos en comunicarnos un año más tarde, para ver si había encontrado la frase y, lo que es más difícil aún, la había podido interpretar como es debido, y nos despedimos, ya que yo tenía que asistir a otro congreso en Lisboa.
Grande fue mi sorpresa cuando, un mes después, recibí un llamado desde Suecia. Mieke Schöele se había suicidado la semana anterior, y me había legado un libro. Los familiares se ponían en contacto conmigo para entregármelo.
El libro estaba en portugués, y en muy malas condiciones. En la primera hoja, de puño y letra de Schöele, un mensaje escueto hacia mí, a quién nombraba por mi Nombre de Pila: "Te he ahorrado la mitad de tu vida, pero me temo que estoy a punto de hechar una maldición a la otra mitad. Sólo debes encontrar un párrafo".
Todavía no pude hacerlo...
Hoy te lego mi libro en portugués a tí. Y te recomiendo leer la página 43. Aún así, tu vida empieza a estar maldita desde ahora.
martes, 12 de enero de 2010
Requiem autorecitado
Si alguien se interesa por seguir leyendo esto, deberá saber que este no es un escrito con pretenciones de póstumo, sino más bien una especie de escape de la realidad, de esta vida que dejé en el umbral hace rato junto a mi disfraz.
Ya no importan mis sueños. En mis sueños corro por piedras blancas, y me caigo tantas veces como me levante. Las caídas son leves muchas veces, y otras son profundas, cayendo en grietas insondables, negras, indescriptibles.
He muerto miles de veces fusilado a sus pies, pero nunca tanto como hoy. He sido feliz, y he sufrido inmensamente por esa misma felicidad.
Fui preso y salí en libertad. Estoy en libertad perpetua.
Me vine abajo desde la cima.
He sido. Y sigo siendo
Alguna vez, volveré a ser.
Ahora caminaré en soledad por la noche, saltando charcos de luz. Quizá algún perro solitario beba de mis ojos, y mi mirada vuelva a ser melancólica como antes.
Voy a rodar lejos de la puesta del sol, y a enfrentarme a esas olas de arena oscura.
Soy ahora. Y seré mañana.
No fui luz, ni energía. Ni costa segura en marejadas eternas. No idealizo, y pido que no me idealicen.
He sido.
Sigo siendo...
y volveré a ser
miércoles, 14 de octubre de 2009
Suspensivos
Cuando la otra mejilla también está roja de la bofetada reciente,
cuando ya mordimos todas las manzanas, y el paraíso no es más que una postal lejana.
¿Qué hacer?
Cuando la marioneta ya está cansada de bailar, y decide cortarse sus propios hilos,
cuando las altas horas de la noche quedan enanas ante este insomnio lungo.
¿Qué hacer?
Cuando las almohadas ya no ahogan los gritos,
Cuando las pesadillas no permiten despertar
Cuando el trueno viene junto con el rayo.
¿Qué hacer?
Cuando la ruta es más corta que nuestros pasos.
¿Qué hacer?
Esto.
jueves, 8 de octubre de 2009
Segundos afuera, 3er Round
Dí vuelta sobre un mismo punto, dejando caer sudor y sangre en igual cantidad y traté de fijar, con ojos tan abiertos como me lo permitían las hinchazones de mis pómulos, el ínfimo banquito que me aguardaba en mi esquina, distante ahora (según mi propia percepción) a diez mil kilómetros del lugar en donde me encontraba parado, todavía con la guardia derecha alta, y el brazo izquierdo casi colgando a mi lado.
Caminé a los tropezones, con la torpeza que me daban los hombros anchos, y los golpes recibidos no sólo esa noche, sino todas las anteriores, y las tardes de gimnasio.
Esto parecía nunca acabar. Y no hablo de la caminata hasta mi rincón, sino el recibir golpes. Yo me entrenaba, había mejorado incalculablemente, era el campeón, el mejor en lo mío. Y sin embargo, siempre había alguien delante de mí, tratando de molerme a palos. De que yo caiga y duerma aunque sea diez segundos en la lona, mientras los flashes de periodistas ajenos a todo mi dolor destellaban aquí y allá. Siempre habría golpes que sentiría como si fueran el último. Fuerzas que parecerían destinadas a quebrarme, a destruirme.
Pero no.
El entrenamiento, (esta vida de boxeador, o este boxeo en la vida, ya no lo sé), hacía que yo resistiera más de lo que mi mente aconsejaba. Mis brazos volvían a levantarse cada vez, los moretones y las heridas sanaban. Las compresas frías bajaban la hinchazón.
Ya estaba sentado, los guantes de quince kilos (o eso me pesaban a mí en ese momento) estaban mirando abajo, mientras mis brazos no hacían otra cosa que relajarse.
Ya no importaba nada más que esa esponja de agua fría, que me refrescaba el cuello, por lo menos durante cinco segundos (tiempo nulo para refrescarme... la mitad de lo que necesito para ganar una pelea).
Escuchaba a lo lejos, como en el fondo de mi nuca las instrucciones del entrenador. Creo que dijo algo sobre no bajar la guardia y seguir moviendo las piernas. Lo miré, pero ya sentía que no tenía fuerzas ni para recriminarle. Ni para decirle que qué podía saber él, que no era él el que aguantaba los puños del negro de 1.97 que se paraba a unos metros.
Tomé un poco de agua, un trago y escupí el resto.
Ya no había fuerzas, ya no sentía las piernas.
Sonó la campana.
Subí las manos, la derecha pegada al mentón, la izquierda algo más separada hacia adelante. Pude sentir cómo se deslizaba el banquito para salir del ring detrás de mí. El negro se paró.
Eran sólo tres minutos más.
O tres menos. Ya no sé
martes, 6 de octubre de 2009
Dpal be'u
No puedo precisarlo: yo no entiendo mucho de eras, ni de etapas, ni de ciclos cerrados-empezados.
Lo que sí sé, es que está bueno esto de que no tenga ni principio ni fin. Está bueno que cada día se reinvente, que cada día sea de nuevo un volver a empezar, pero con todo lo que ya sabemos.
Es así como me gusta entenderlo.
martes, 28 de julio de 2009
Impunidad total
G: Ayer casi se quedan sin jefe...
Ante nuestra curiosidad, nos relata cómo un día antes entraba corriendo a su casa con su hija de menos de un año en el cochecito, se resbala y da con la cabeza en el escalón de entrada. Según nos dijo, quedó sin conocimiento durante diez minutos, y estuvo otro buen rato "yendo y viniendo" del conocimiento al desmayo.
P: ¿Pero llamaron a un médico no?
G: Sí, claro. Hizo análisis y me dijo
P (interrumpiendo): Que yerba mala nunca muere, ¿no?
G: (mirando raro): No, que no era nada más que el golpe
P: Puta... Hubiéramos tenido lunes, martes y miércoles de luto...
G (Incrédulo): Sí... bueno, me voy a mi oficina.
Silencio de cinco segundos, seguido de carcajadas de los tres. Luego de reirnos un rato, observo:
Yo: Pedro... vos sabés algo ¿No? Hay algo que sabés por lo que no te pueden echar...
A: Nah... para mí, vos te sacaste el quini...
martes, 5 de mayo de 2009
Minhistorias IV
La población mundial llego a su pico máximo. Lo líderes del mundo se dieron cuenta, de un día para otro, de que la cantidad de gente en este planeta era demasiada. La hambruna, la indigencia y todos los males parecidos parecían ser, de esa manera, incontrolables.
La reunión entre los mandatarios de las potencias del mundo se llevó a puertas cerradas, en un lugar sólo conocido por ellos y por sus guardias personales más intimos. Luego de deliberar durante varios días, llegaron a la conclusión de que era el momento de actuar: una a una, en lo que (entre irónica, graciosa y cruelmente) dieron en llamar Operación Pandora, fueron liberando las plagas que, desde hace años, sus laboratorios más secretos, venían desarrollando. Ciertas potencias se ocuparon de los monos de Africa. Otras, de los cerdos centroamericanos. Unas más, de los mosquitos sudamericanos. Las últimas, tienen como metal los peces de Asia.
De esto, hace ya veinte años
II.
La segunda resurrección de Cristo tuvo lugar el año 2012. Más precisamente, a las 22.10 del 3 de Febrero de 2012.
Cristo, entonces, entró caminando descalzo al Vaticano, ante la mirada estupefacta de todos.
Miró hacia todos lados, y clavó la mirada en el Sumo Pontífice. Lo estudió lentamente.
Entonces, Cristo levantó sus brazos, con las palmas hacia el cielo y dijo: "Muchachos, volví. Se acabó la joda".
Después de los telegramas de despido pertinentes, se sentó en su solitario despacho, y se dispuso a estudiar sus libros de contabilidad.
III.
Esa noche, como tantas otras, el mar estaba sereno e invisible. Cuando Julián se acercó, caminando por la arena fría, descalzo hacia el agua, sintió que su vida estaba cambiando lentamente. Mientras el cielo se desgarraba en un aguacero estival, y sus ropas se pegaban, empapadas a su cuerpo, Julián tomó conciencia de todos sus músculos. Incluso de aquellos que jamás pensó que se usarían.
Al llegar al mar, el frío del agua salada se le clavó, primero, en la punta de los dedos de los pies, para luego subir eléctricamente por su espina. Sin embargo, esto lo único que logró fue envalentonarlo más.
Siguió caminando resuelto, mientras su pelo casi no lo dejaba ver, estando pegado a sus ojos.
En el preciso instante en que el agua del mar tapó su cabeza por completo, en el horizonte se dibujó un rayo.
Julián sintió que su vida, tal como la conocía, terminaba con ese rayo lejano. Abrió entonces sus branquias, y nadó rápidamente por el fondo del mar
IV.
Cuando despertó, sus brazos y sus piernas estaban inmovilizados. Su pecho sentía tanta presión sobre él que era practicamente imposible respirar. No podía moverse de ninguna manera, a no ser por el giro de su cabeza sobre su cuello. Después de eso, no podía ni siquiera mirar hacia abajo, ya que el mentón en seguida le chocaba contra la arena en que estaba enterrado. Lo habían enterrado con tiempo, y en un pozo profundo, ya que estaba "parado", por decirlo de alguna manera. No recordaba nada más atrás de cuando se despertó. Aunque sentía dolor en casi todo el cuerpo, más allá del obvio dolor de ser presa de vaya uno a saber cuánta cantidad de arena.
A lo lejos escuchaba máquinas, pero no llegaba a ver nada. El sol pegaba de frente en ese momento y estaba practicamente ciego a causa del resplandor. Sintió risas, más golpes y algún que otro ruido más, no hechos por humanos.
Habrá estado así cerca de cuatro horas. Con el cuerpo completamente anquilosado, sintiendo cada vez más el esfuerzo por respirar.
Entonces, escuchó, o más bien sintió, pasos detrás suyo. Quiso ver, pero se acercaban exactamente por detrás, dentro de su punto ciego. Escuchó una risa, y una respiración entrecortada...
Lo último que sintió, fue el golpe de la pala que le abría el cráneo, mientras veía a los lobos acercarse a él corriendo.
miércoles, 22 de abril de 2009
Los sueños sueños son...
El príncipe desmontó y dejó su corcel pastando cerca de la puerta del castillo, listo para la retirada triunfal.
El olor a azufre, brasas y metal oxidado que lo invadió al flanquear la puerta lo hizo lagrimear al tiempo que arrugaba la nariz.
Cruzando el patio, que otrora serviría como patio de armas, con la vista atenta y fija en el caballero, se encontraba el dragón que (obviamente) custodiaba a la princesa.
La lucha fue intensa, interminable. Pero el príncipe, fija su obsesión en el rescate de la princesa, venció al fin.
Sólo le quedaba, luego de degollar al dragón, los 1267 escalones de la torre, y se reuniría con su princesa amada.
Tardó mucho tiempo en subir, a pesar de haberse deshecho del peso de la armadura, por demás innecesaria tras la muerte del dragón.
Al llegar al último piso, se acercó a la puerta de la habitación de su princesa. El corazón latía desesperado en su pecho, como si fuera a cansarlo más la sola visión de esa hermosa mujer que toda la travesía hecha para verla.
Abrió la puerta lentamente. La princesa (por supuesto) dormía plácidamente en un lecho que al caballero se le antojó demasiado lujoso para la habitación de una cautiva. Sin embargo, no se amedrentó. Descubrió el mosquitero de tul blanco y la belleza con la que había soñado quedó relegada a la belleza angelical de la princesa en persona. El aire alrededor de ella olía a rosas, y no a pelo chamuscado como todo el resto del castillo.
El príncipe se tomó un momento en silencio para admirarla. Sabía a flor de piel que todo su viaje, sus batallas, las inclemencias vividas, habían rendido su fruto.
Lentamente, saboreando el momento previo, se inclinó sobre el rostro blanco y puro de la princesa. Y la besó en la roja boca, como el destino lo había querido.
Ella despertó de sus sueños, y medio dormida aún, vio el rostro cansado pero feliz de su príncipe que había venido a rescatarla.
Terminó de abrir los ojos, y todavía estudiando a ese recio caballero que sonreía delante de ella, habló:
- ¿Quién eres?
- Soy tu príncipe, hermosa princesa. He cruzado el país entero en busca de tus ojos cristalinos, de tu boca de rosa salvaje, de tu piel de cielo despejado. He venido, como lo han querido los Dioses ha rescatarte...
- ¿Qué hora es? - Interrumpió casi violentamente la princesa
- Es temprano de mañana. No quise demorar este momento, y cabalgué toda la noche a buen tranco para llegar a tí y...
- Temprano de mañana - Pareció sopesar la información la princesa - Bien. Dime, entonces, fiel caballero ¿Quién carajos te dio permiso para levantarme a la madrugada? Soy princesa, me cago en vos. Dejame dormir ¡Querés? O vos te pensás que estar así de linda, así de luminosa, con esta Piel de cielo como decís que tengo se logra durmiendo tres horas... Será de Dios... Andate y cerrá la puerta ¿querés? Y que no me joda nadie hasta pasado el medio día...
El caballero ocultó su bronca y su decepción. Salió de la habitación, y comenzó a bajar las escaleras.
La princesa durmió plácidamente hasta que despertó sola.
Y no supo más nada del caballero
viernes, 17 de abril de 2009
Esférica vitalidad
-¿Qué cosa?
- Mi pelota
- Ah... sí. ¿Jugamos?
- No boludo, mi pelota... rebota.
- Y sí, salame. ¿Qué querés que haga? Está hecha para eso... ¿Jugamos?
- Sí, ya sé que está hecha para eso, pero... se me hace que es otra cosa.
- ¿Eh?
- Claro, que se me hace que es más que una pelota... Ya sé.. ¡es como la vida!
- ¿De qué mierda hablás? ¿Vamos a jugar o no?
- Ja ja. No te enojes pelotudo... Pero no sé si quiero jugar con mi vida
- Pero no es tu vida idiota... es una pelota. Una pulpo, para más datos.
- No... pero es como mi vida. Mirá
- ¡Ya la ví! Hace como cinco minutos que la estoy viendo, y todavía no estamos jugando
- No, pero ¿la viste bien? Por eso es como mi vida
- A ver, gilastro. ¿En qué se parece a tu vida? ¿En que tenés rayitas amarillas? ¿En que si te rompo te sale como un juguito rojo?
- No, pelotudo. No. Mirala bien. Si la ves así, de primera y al voleo, parece perfecta. Es redondita, brillante... qué sé yo. Todas las cualidades pelotísticas. Pero si te acercás, ves que las rayitas no son todas iguales, que en donde está pegada por la mitad tiene rebaba y esas cosas. Pero, más importante, es que, si la tiro, rebota.
- Otra vez con lo de rebota. Estuviste comiendo caca de perro de nuevo, ¿no?
- No boludo. Lo importante de que rebote es que es como en la vida... Todo vuelve.
- La verdad, estás cada día más raro vos. ¿Vamos a jugar o no?
- No estoy raro. Pero mirá, si tiro la pelota contra la pared, vuelve a mi mano. Si la tiro al piso, sube a mi mano ¿entendés?
- Lo único que entiendo, es que con estas boludeces, estas jugando solo. ¿Me prestás la pelota?
- Claro salame. Mi vida, bah, todas las vidas, son así. Vos das algo, y te vuelve. Si crees que estás en caída y tocas fondo, es bueno, porque después empezás a subir. Si crees que te alejas de tu dueño, de la gente que te quiere, en cualquier momento volvés. ¿Entendés o no?
- ¡Ah no! pero vos, aparte de boludo, estás drogado. ¿Jugamos a la pelota o me voy a la hamaca? mirá que ahí veo que se desocupó una..
- No, está bien. Juguemos. Pero sin patearla muy fuerte, ¿Dale?
- Siempre fuiste un maricón. Pero bueno, dale. Atajá, que yo te tiro despacito, como a los bebés.
- Pará boludo. Que ya tengo 5 años.
- Y yo 6. Y no ando hablando tantas pelotudeces como vos. Dale, parate allá, y atajá tu vida, perejil
- ¿Ves? Es como yo digo. Ahora, mi vida está definiéndose en penales. Y tengo que tratar de atajar...
- ¡Basta! Sos un pelotudo a pedal. Me voy a la hamaca...
- Bueno... pero, si te ponés a pensar, la hamaca también es como tu vida. A veces estás arriba..
- No te aguanto más. Andate a cagar.
jueves, 26 de marzo de 2009
Ligas Mayores
Adrián se sentó en la silla que quedaba. Tuti y El gallo se habían ido ya, y sólo quedaban ellos tres después del partido.
- Qué buen partido, loco - Dijo Adrián mientras se servía él también un vaso de coca -Menos mal que les ganamos, porque esos muertos sí que no juegan a nada.
- Sí - Contestó Pancho sin dejar de mirar la tele - Decí que éste se atajó la vida, porque al principio se puso complicada la cosa
- ¡Tenés razón! Qué grande gordo - Reconoció Adrián dándole un golpecito en el hombro a Gastón- Parece que te compraste las manos al final...
Gastón sonrió apenas, como dando a entender que él siempre atajaba igual.
Adrián y Pancho tomaron gaseosa casi al mismo tiempo, como si hubiera un acuerdo tácito acerca de cómo se debía tomar, y cuándo. Cuando volvieron a dejar los brazos sobre la mesa, el tema del partido recién ganado había quedado atrás. Entonces, fue Pancho el que distrajo su atención del partido (aburrido, de todas formas) y miró fijo a Adrián, sonriendo:
- Che, ¿qué onda con la mina esa que estabas saliendo?
- ¿Tu hermana? -Replicó rápido Adrián
- Ja ja, boludo -Rió con ironía Pancho - En serio te digo, salame. ¿Cómo se llamaba? La rubia...
- Micaela se llama.
- ¡Esa! - Recordó Pancho - ¿Qué onda?
- Y... - Adrián se recostó sobre el respaldo de la silla - qué sé yo, loco. Me parece que la voy a largar a la mierda...
- ¿En serio? - Pancho parecía asombrado, pero se notaba que estaba actuando - Pero... ¡si está re fuerte!
- Sí, ya sé... es un avión... Pero, no sé, como que ya me cansó las pelotas.
- Ah... sí, a mí también me pasa eso - Pancho se solidarizó con Adrián - El otro día fui a bailar y me encaré a una mina loco, que no te miento, no era modelo porque tenía algo en la cabeza. No sabés, un lomazo, una carita de ángel, un pelo rubio lacio, hermosa.
- Aha -Pareció interesarse Adrián, a quien le gustaban esas historias
- No, pero no te la puedo describir, muy linda hermano, muy linda. Bué, la cuestión es que la veo, y ¡bam! me encantó. Y me la voy a chamuyar. Y me la ganó. Fuimos a casa, y así, casi sin charlar, me la comí en casa.
- ¡Qué sano es eso loco! - Sonreía Adrián
- Sí - Pancho le guiñó el ojo, y siguió - Pero al otro día, como que quería que se fuera rápido. La minita empezó con que quería abrazo, me preguntaba qué quería de desayuno... me hartó las bolas, como decís vos...
- ¿Viste Panchito? -Adrián se inclinó sobre la mesa - Son así loco, son hermosas cuando están lejos, pero vas, las chamuyas, te las comés, y después, son rompebolas al máximo.
- Pse... Después dicen que nosotros somos todos iguales
- Es que sí loco- Adrián golpeó con el puño la mesa, haciendo vibrar los vasos, y sobresaltando a Gastón, que estaba mirando por la ventana - Están todas cortadas por la misma tijera, hermano. Y, te digo más, mientras más lindas son, más rompebolas. ¿Sabés lo que me decía esta Micaela? Que yo la llamaba poco, que no le daba bola... ¡Ja! -volvió a pegar con el puño en la mesa - Yo le daba bola, loco... Si hasta la acompañaba hasta la parada del colectivo y todo...
- Y sí.. Lo mismo me decía Noelia a mí - Volvió al ataque Pancho - ¿Se acuerdan de Noelia? - Gastón y Adrián asintieron con sendos movimientos de cabeza - Esa también me decía que no la cuidaba, que no la llamaba lo suficiente. Y, en el fondo, lo que quería, era que sea al revés. Quería ella controlarme a mí.
- Claro, boludo - Afirmó Adrián repentinamente - A mí me pasa lo mismo. Y ¿querés que te diga por qué es? Porque saben que, con la facha tuya, o la parla mía, así de fácil como nos ganamos a ellas, nos ganamos a cualquiera. A mí, Adriana me volvía loco con que yo me quería chamuyar a su amiga, María
- Jajaja -Pancho largó una carcajada que hizo que dos o tres que pasaban por Santo Tomé se dieran vuelta a mirar para adentro de la cancha - ¡Y cómo querés que no te volviera loco, si te la terminaste comiendo a María!
- Sí, bueno - sonrió Adrián - Pero ella no lo sabía... je
- Jajaja. - Pancho y Adrián rieron también al unísono. Mientras, Gastón seguía mirando por la ventana, y sonreía amargamente, como pensando en otra cosa.
- Y sí - Pareció sentenciar Adrián, como para cerrar el tema - Te podés chamuyar a la mina que quiera, pero nunca va a dejar de, en el fondo, ser una rompebolas.
Rieron una vez más.
De repente, como si recién se percataran que Gastón estaba ahí, Pancho preguntó:
- ¿Y vos, Gordo? ¿Qué es de tu vida?
- Yo bien - Gastón volvió a mirar a sus compañeros de equipo - Sigo con el laburo, como siempre. Atendiendo cosas de mi casa, desde que me mudé, je. Y estoy saliendo con una piba también
- Mirá vos - Pancho golpeó el brazo de Adrián - ¡Se lo tenía callado el muy turro! Contá, che, contá ¿ya te empezó a romper las bolas con que no le prestás atención? - Y tanto él como Adrián rieron socarronamente - Mirá que a todos les llega ¿eh?
-No - dijo tajante Gastón, mirándolos serios - Ese es un problema que no tengo yo.
Pancho y Adrián se miraron como diciendo "No sabe lo que le espera", pero Gastón siguió hablando seriamente:
- Ese es un problema que no creo que vaya a tener, tampoco. Yo sí le presto atención. Porque a mí sí me interesa. Y ¿saben por qué? Porque, para mí, Alejandra (así se llama), era inalcanzable.
- ¿Cómo inalcanzable? - Se sorprendió Adrián - No hay minas inalcanzables, gordo...
- ¡Ja! - rió irónicamente por primera vez en la noche Gastón - Para ustedes no hay minas imposibles. Para vos -Señaló a Pancho - que tenés facha, y vos -ahora apuntaba a Adrián - que tenés esa labia. Pero para mí, Alejandra era inalcanzable, loco. La conocí hace como cinco años, o más. Y cuando la vi la primera vez, no pude creer lo linda que es. Y tan linda es, que no me animé ni a hablarle hasta como después de dos meses -Adrián y Pancho se miraron casi incrédulos- Y sí, boludos, no se miren así. Ustedes bien saben que yo no tengo ni facha, ni labia, ni nada. A mí me cuesta acercarme a una mina. Y más si es una mina como Ale... Bué, la cosa es que yo, cada día que la veo, no puedo creer que esté conmigo, ¿entendés? - el gordo lanzó la pregunta al aire, retóricamente - una mina así, con un perejil como yo. No se da todos los días, no se da. Y sin embargo, no me pregunten cómo, a mí se me dio. Entonces, yo agradezco a cuanto Dios se me ponga adelante porque esté conmigo. Porque ese es el problema de casi todos los chabones, y más para los que tienen facha, o labia -Ahora el gordo Gastón hablaba ensimismado, como si estuviera monologando frente a su espejo - El problema es que no creen que haya minas inalcanzables. Y es el peor error que podés tener. Creer que la mina que está a tu lado, no se puede ir. Para mí, por más que pasen los días, Ale es inalcanzable, no sé si me explico. No es que ya la tengo, sino que estoy ganándomela cada día. Entonces, lo mejor que puedo hacer, es dar lo mejor de mí. Ya les dije -Repitió- no tengo chamuyo. Y si lo tuviera, tampoco serviría, porque no te podés chamuyar a una mina todos los días. Tarde o temprano, terminás siendo vos. Y como yo soy así, feo, gordo, sin mucha opción para el chamuyo barato, siento que Ale es inalcanzable.
Pancho y Adrián se miraron una vez más, pero ahora serios. Como sopesando las palabras de Gastón, que volvió a mirar por la ventana y sonrió.
- Ahí viene - Dijo Gastón, que empezó a buscar en el bolso la billetera para pagar su parte de la gaseosa - Bueno gente, los dejo. - Y se levantó
Adrián y Pancho, aún serios, miraron hacia la puerta. Entraba una pelirroja alta, flaca, hermosa. Tácitamente, los dos sabían que esa mujer era mucho más que todas las que ellos habían "tenido" juntas. Se miraron, perplejos, y volvieron a ver hacia la puerta, para observar cómo Ale, la pelirroja impactante, sonreía y besaba apasionadamente al gordo.
Gastón habló un par de palabras con Alejandra y, antes de salir, se dio vuelta para hablar por última vez con sus amigos:
- Im-po-si-ble - Silabeó, guiñó el ojo, y sonrió -Nos vemos el martes gente.
Se dio vuelta y le abrió la puerta a su novia, mientras la sostenía suavemente de la cintura, y la guiaba hacia Santo Tomé.
Adentro, Pancho y Adrián volvieron a conversar sobre el partido de Audax y Gremio.
viernes, 20 de marzo de 2009
Las dos caras de la moneda
Viviana -Vivi, para los más íntimos (que cada vez parecen ser más)- trabaja en un lugar en donde es el centro de atención. No es la única mujer, pero es la más llamativa.
Sabe bien dentro de sí, que puede conseguir lo que sea de los hombres; sin embargo, sólo un par de veces se aprovechó de esto para alguna cosa menor.
Y también sabe todo lo que se dice sin que ella lo escuche: esas historias vanas de sus supuestos amoríos con tal o cual.
Vivi es la más solicitada para hablar. En donde quiera que esté, las miradas, las palabras, los gestos ocultos que pretenden complicidad, todo está destinado a ella. Y ella deja hacer. Con cada uno que habla, ya sea un gerente o un cadete, ella demuestra un buen ánimo. Se permite hacer chistes, invitando muchísimas veces al doble sentido. Se deja elogiar la ropa, el pelo, el cuerpo.
Todo el mundo en la empresa sabe que ella tiene miles de hombres a sus pies. Y que, seguramente, su cama no huele dos veces al mismo aftershave.
2 -) Viviana sale de su empresa dejando besos en el aire y suspiros de parte de todos.
Sube a su auto y rumbea a su departamento, escuchando, seguramente, algo de Alanis Morissette, o de Madonna mientras maneja.
Llega a su departamento, que está completamente cerrado y a oscuras. Cansada de su trabajo de Diosa, deja su cartera en el sillón del living, y lleva los zapatos de taco a su dormitorio. Cuando sale de su cuarto, está en jogging, con una remera larga y algo raída por el tiempo, olvido del único hombre que supo estar a su lado y acompañarla.
Prende la televisión sin mirarla realmente, y va a la cocina. Hoy no hay gimnasio, pero tampoco hay ganas de cocinar. No para ella sola. Calienta agua, y en una taza grande se preparara una sopa instantánea -light- y vuelve al sillón, a sentarse con las piernas cruzadas al lado de su cartera.
No hay nada en el cable, y por eso pone un DVD de alguna vieja Temporada de Sex and the City.
Ríe un poco. Llora mucho más.
Cuando termina su cena, deja la taza en la bacha de la cocina. Tampoco hay ganas de lavar ahora.
Se quita el maquillaje y se lava sus dientes, mientras los pómulos se deshinchan después de haber llorado.
Se va a dormir, su cama está tan fría como su departamento.
Mañana, volverá a ser una Diosa. Por lo menos, de 9 a 5.
jueves, 5 de febrero de 2009
Sin brújula
Borracho de ignorancia, con la piel reseca sin los ríos de tu manos que la bañen. Sumergido en la indiferencia... apático.
Escuchando tu voz lejana en mis sueños de ayer, sintiendo que los centímetros que nos separan son leguas insalvables. Medio inclinado, torcido, anudado.
Ahogando los gritos en la oscuridad. Apareciendo y desaparencio para volverte a mí.
Mendigando un golpe, entregándome a la nada.
Así, y nada más que así.
viernes, 30 de enero de 2009
Minhistorias III
El país X tiene, después de muchos años de funcionarios corruptos e inoperantes, un fuerte descrimiento de la política. Desde hace años, es una anarquía total, ya que nadie se presenta para los cargos públicos.
En ese contexto, el Señor Y decide una feliz mañana que él será la salvación de X, su querida tierra. Se pone en campaña, hace afiches, da discursos a quien quiera escuchar. Compra espacio en la televisión, la radio, los diarios. Está completamente convencido de su victoria, sobre todo porque es él el único candidato presidencial. Durante toda la campaña, corre solo, sin ningún adversario. Esto hace que su loca carrera pase a ser un simple trote primero, y luego una caminata rápida. No hay necesidad de apurarse, el triunfo es seguro.
El día de las elecciones, todo X se agolpa en las urnas, mientras Y observa desde su bunker cómo, seguramente, se gesta su poder. Tiene muchas ideas para mejorar el país, y hacer el bien a los habitantes.
Termina el horario de votación y comienza el conteo de votos. La champaña está esperándolo en el cubo con hielo. Todo es perfecto.
Se dan los resultados pasada la medianoche. La pantalla del televisor reza:
X....................... 48%
En Blanco........ 33%
Impugnados... 19%
Luego de pensarlo más de dos veces, X decide no presentarse al Ballotage. Seguramente perdería en las urnas contra los votos en blanco.
II.
El fin del mundo se aproximaba. Todos los grandes videntes del planeta, por primera vez coincidian con todos los análisis estadísticos y científicos que se habían realizado. Las religiones se habían puesto de acuerdo en sus plegarias. Las guerras, al no tener sentido, se habían detenido. El mundo tenía una calma nunca antes vista. Los programas de televisión, las historias que se contaban boca-a-boca, todo, completamente, era para unir a las familias, a los seres queridos antes del final.
La hora del fin del mundo se habia predicho, y comprobado científicamente, para ese día, a las 23.42 Hs. Todos los habitantes del planeta, sin distinción de razas, creencias políticas, nacionalidades ni ningún otro tipo, estaban en los campos, en las plazas, en cualquier lugar abierto. Las ciudades parecían vacías, sin vida, mientras que afuera toda la gente esperaba su final.
A las 23.40, Dios, entre divertido y asombrado, decidío que luego de miles de años de silencio, era hora de hablar. Sí, ahora, dos minutos antes del fin, el que había creado todo se decidía a romper el silencio.
Se presentó ante el mundo, bajo la mirada incrédula de cada ser, y habló: "ahora que están a un minuto y medio del fin, recién ahora, que ya todos saben que no vale la pena hacer nada, porque todo se acaba, son completamente hermanos, felices y despreocupados. El fin del mundo, tal como uds saben, se acaba en menos de un minuto... Sin embargo, decidí, como única vez, darles una oportunidad más. Cada uno de ustedes es mejor persona, los países ya no pelean, y están unidos. El fin del mundo no ocurrirá, ya que son un planeta mejor". Y se retiró a silencio nuevamente.
III.
- Hola
- Hola
- Te amo
- Yo también
- ¿Por qué no nos habíamos hablado antes entonces?
- Yo no me animaba, quería que me hables primero
- Yo pensaba lo mismo
- ¿Ahora es tarde?
- No sé... ¿Vos que decís?
- Que te amo
- Entonces, no. No es tarde.
- Sólo fuimos tímidos, ¿no?
- Sí, y medio tontos...
IV.
Al día siguiente del mensaje de Dios, el mundo retomó lentamente su marcha. Las ciudades volvieron a poblarse, y el campo fue dejándose de lado.
Cada religión volvió a sus prédicas individuales, aunque con una fuerza mucho mayor después de demostrarse la existencia de Dios.
Los países entraron en guerra nuevamente. Guerras santas, guerras por combustible, guerras por el simple hecho de pelear.
Dios apagó la luz. El fin del mundo llegó 3 días después de su mensaje a la humanidad. Y ya no volvió a experimentar con hombres.
miércoles, 28 de enero de 2009
Algo...
saborear el olor del ocaso tanto como el de la aurora
perder la noción de las sombras en las luces de hoy
como si el sol no sonara tan alto
Mirar, reproducir, apretar con fuerzas.
Elevar la vista más allá de nuestros párpados
creer en esa fuerza invisible
respirar
Chasquear la lengua después del golpe
reponerse, evitar, generar.
Jugar con imágenes plasmadas en palabras
y volver a ser yo
viernes, 9 de enero de 2009
Pregunta del día N°21
Porque yendo así, las manos las tenés ocupadas igual...
Bah... me parece
viernes, 2 de enero de 2009
Lienzo en blanco
- No. Hoy estoy así nomás
- Por eso, estás hermosa
- ¡Pero te digo que no! Si no me pude ni maquillar...
- Ya sé. Precisamente. A mí me gustás vos, no el maquillaje...
martes, 16 de diciembre de 2008
Triste, pero real
Se puede ser rico, o rica...
Pero pobre no discrimina ni siquiera en eso
viernes, 5 de diciembre de 2008
Noite
Se sentó de frente al mar y sacó de su bolsillo las piedras planas que había estado juntando durante todo el día. Le gustaba jugar a "hacer sapito" en el agua. Las fue tirando de a una, como quien se deshace de una carga enorme que lo acongoja... como quien se quita las penas de una por vez.
Hacía tiempo, en la adolescencia, un amor de verano (de esos cursis y poco profundos) le había planteado que contara las olas del mar para saber cuánto la amaba. Ella, inexperta, había caído desarmada a sus pies.
Ahora era distinto. El tiempo trae experiencia y la experiencia desencanto. Ya se había hartado de contar olas inconclusas. De esas que sólo lograban enfriar la arena de noche, pero no conseguían dejarla húmeda durante los días.
Miraba al mar fijamente, como interrogándolo. Quizá ahí adentro estuviera el secreto de todo esto, de esa angustia con la que había llegado a la playa... de esa tranquilidad que la iba llenando ahora.
A mitad de la noche sintió un escalofrío en la espalda, y no pudo más que recordar los dedos de él sobre su espina: dulces, generosos, conocidos y conocedores. Los únicos dedos que sabían movilizarla internamente. Las únicas manos que podían recorrer las coordenadas de su rostro.
El frío pasó, como pasaba todo en la vida. Los dedos quedaron lejanos, secos, inasibles.
Ella no esperaba el amanecer: al contrario de lo que pensaba la gente, el amanecer no le simbolizaba el nacimiento de un nuevo día, sino la muerte de una noche más. Ella era feliz con la inmensa oscuridad bañando sus pupilas. Con ese ruido cadente y constante del mar invisible. Con la luna reflejada a lo lejos dando cuenta del horizonte.
Tenía lágrimas en los ojos. Pero no se acordaba haber llorado. Quizá la arena fría y el viento habían ayudado. Aunque lo cierto es que tenía el alma liviana.
Con el primer indicio de rayos de sol a lo lejos, acribillando a balazos luminosos la luna, decidió que era hora de irse. No soportaría la muerte de una noche tan impasiblemente.
Se paró, y desenterró los pies, casi entumecidos. Volvió a poner sus manos en los bolsillos, por ahora vacíos.
Dio la espalda al mar, y se alejo cansinamente, casi sin quererlo.
Mientras salía el sol a lo lejos, ella recogió la primer piedra plana de un nuevo día.
Pulsión
El tiempo fue pasando de a poco, y no hizo nada por detenerse. Así las cosas, el monstruo no se mueve desde hace años.
Las moscas en su rostro parecen no molestarle. Sólo está ahí, quieto, como una gárgola que (a veces) respira.
Repite para sí el mismo verso que solía decir cuando todavía no era un monstruo. Cuando sus ojos destellaban vida, y sus manos no tenían esos cortes. El verso es lo único que mantiene al monstruo vivo. De olvidárselo, inmediatamente se convertiría en piedra, como si una medusa invisible estuviera agazapada en la oscuridad de su alma.
Las paredes frías y mohosas de su cuarto-prisión parecen cada vez más lejanas. El cuarto le parece enorme; ya no necesita mucho espacio. Le alcanza con su piedra gris.
El sol es lo único que le marca al monstruo el paso de los días. La rutina empieza siendo fastidiosa, y termina por ser necesaria. Pero tampoco es algo que le importe mucho. A una estatua no le importa el calor del día o el frío de la noche.
El verso sigue repitiéndose en su cabeza, pero ya no lo asimila. Incluso las declaraciones de amor van perdiendo sentido si se repiten hasta el hartazgo. Ya son sólo palabras, y pronto no serán ni eso. El verso pronto será un sonido más del mundo. Y es ahí cuando el monstruo dejará de ser tal para ser una piedra más, igual a la que ahora le sirve de apoyo.
Está al tanto de que, de vez en vez, alguien abre la puerta, se acerca a él, y lo mira. Sabe que años atrás hubiera podido saltarle al cuello y escapar. Sin embargo, ahora es distinto. La inmovilidad es ahora parte de sí. Sin embargo, tal vez debiera olvidarse del verso... Quizá sea su única salvación.
El día que se olvide, y sea completamente piedra, lo llevarán con las demás estatuas allá abajo.
Y ahí dejará de ser monstruo. Y de sufrir
miércoles, 26 de noviembre de 2008
Pregunta del día N°20
De ver un OVNI en el cielo, ¿no es más probable que se pueda obtener una imagen fidedigna que "eso" que se ve siempre?
Digo...
Es cato, Lógico (o hablando Cagastellano)
Cagar...
En Argentina, te podés ir a cagar, si te quieren decir que no sos creible.
O podés traicionar a alguien, cagándolo. Como por ejemplo a tu novia. No la engañaste con otra, sino que la cagaste con otra.
Si algo sale mal, o es de mala calidad, es una cagada.
Si te van a pegar, te van a cagar a palos.
Si sos cobarde, sos un cagón. Si te asustás, te cagás todo, y si te asustás mucho, te cagás en las patas.
Si hacés algo muy mal, cagaste la fruta.
Ser un Garca (cagar, dicho "al revés") nunca va a ser algo bueno.
La mejor de todas, desde mi punto de vista, es retar a alguien. Por supuesto que ahí, lo cagás a pedos (fantástica imágen).
Si alguien no te interesa en lo más mínimo, te cagás en él. O si te enojás, hasta te podés Cagar en Dios.
Si estás apurado, salís cagando. Y más apurado aún, salís cagando aceite. Y si "despachás" a alguien, lo sacás cagando.
Mierda...
La mierda toma, también, muchísimos significados.
Si te vas lejos, o si hiciste algo muy feo, te fuiste a la mierda.
Si algo, es una cagada (ver arriba) a la vez es una mierda. Lo mismo una persona con maldad, es una persona de mierda.
Tener mierda en la cabeza, es ser bastante estúpido.
Si no te quieren más te mandan a la mierda.
Si te lastimás, te hacés mierda.
Ante la duda, jamás preguntaremos algo diferente a ¿Qué mierda pasó?
Si te cortaste el pelo, te teñiste, te hiciste algún cambio muy radical, te van a preguntar, seguro, qué mierda te hiciste.
Si alguien empieza a decir cosas sobre muchas personas a índole de salvarse él acusando a los demás, empieza a Revolear mierda para todos lados.
Qué mierda... ya no se me ocurren más. ¿Algún aporte a esta cagada de Post?
miércoles, 19 de noviembre de 2008
El beso de un fantasma
Atado, como tantas otras veces. El corazón hecho un nudo, la boca como una línea blanca, la mirada perdida (y no tanto) y la garganta imposibiiltada de hablar. Me arrodillo ante el estado de ánimo, me dejo abrazar por esas cosas intangibles. Miro, pero no veo.
Apenas si escucho algunas voces a lo lejos. Ya no quiero ser yo. O mejor, sí, pero distinto.
Veo los ríos de mis manos desembocando en la nada. Escucho los latidos asincopados de mi corazón (oh, mi corazón).
Aprieto mucho las manos. Los nudillos se ponen blancos una vez más. Pateo al cielo, escupo mi bronca. Y sin embargo, todo eso acá, en el medio del pecho, se avalancha contra lo que dejo de ser.
Lloran los ojos, la piel siente frío. El calor no llega, ni siquiera en estos momentos. El precio de la felicidad, quizá sea resignar la soledad. De ser así, tal vez el calor vuelva algún día.
Me miro al espejo. Siento haber recorrido miles de kilómetros, miles de viajes, aún a sabiendas de que no me he movido en mi vida. Estoy cansado, desganado. Soy apenas una sombra.
Tengo sed, una sed que el agua no sacía. Vacuo como estoy, quizá sea mejor así.
Me arrugo el rostro, caigo, bartoleo mi suerte.
Resigno... ¿qué más se puede hacer?
jueves, 13 de noviembre de 2008
Minhistorias II
Ese día había llovido más que de costumbre. Mientras caminaba sola por una calle vacía, Miranda rezongaba contra ella misma por no haber llevado el paraguas desde la mañana. Sin embargo, no hubiera servido de mucho (y ella lo sabía), ya que el viento se lo habría volado, y de todas formas se habría mojado.
Pero Miranda rezongaba. Era la mejor manera de sacarse la bronca, y el miedo. Apretada contra su abultado pecho, su cartera parecía latir dos veces más rápido que su propio corazón. El rimmel que había usado la noche anterior (ese que tanto le gustaba porque dejaba en evidencia sus hermosos ojos verdes) estaba ahora deslizándose mejillas abajo dejando surcos en un rostro nervioso.
Había sido inevitable. Ella, la mejor puta de todas, se había cansado al fin. Todos tenemos un límite: algunos explotan, otros implotan. Algunos tienen la necesidad de llorar, otros, de romper cosas.
Miranda (nombre de guerra sacado de vaya uno a saber qué película) había optado por la última opción. Maceró sus miedos y sus penas durante el coito. Y al final, rompió...
Él ahora estaba tirado en la cama, y no lo encontrarían hasta un par de días después, donde sería noticia en todos los suplementos policiales del país. La sangre debería estar enfriándose ya.
Sin embargo, Miranda seguía caminando como si nada. Rezongando por no haber llevado paraguas que la protegiera. Como nunca la habían protegido.
II
Había días en los que a Julián le gsutaba pintar cuadros desde la terraza de su casa. En esos días, el poder de la pintura se apoderaba de él. Hoy es uno de esos días. Julían es un buen pintor, a pesar de pintar con crayones. El suele llamar a sus obras con nombres tontos, casi infantiles. Pero la de hoy es una verdadera obra maestra. Pinta rápido, con trazos seguros, como si estuviera realmente poseído. Lentamente, veo que en el lienzo, hace unos minutos en blanco, se empieza a dibujar la ciudad, tal cual se ve desde la terraza de Julián. Si no me equivoco, es la primera vez que no pinta algo abstracto. Sin embargo, lo raro es que la pintura está tomada desde un punto de vista situado detrás de Julián. Es más, está dibujando ahora su atril, y como una mamushka, el mismo dibujo reproducido en miniatura. Dibuja su espalda, pero deja su rostro para el final, como si todavía no supiera qué expresión tiene.
Ahora, lentamente, está dibujando una sombra. No es SU sombra, como podría pensarse. Es una sombra de alguien que está detrás de él. Es MI sombra. Recién ahora noto el peso del martillo en mi mano, a medida que Julián lo pinta en color negro en su lienzo.
Por fin, Julián dibuja su rostro. Tiene la cabeza mirando hacia atrás. Contemplo la exactitud con la que dibuja su propio miedo, su propio terror y su propia sorpresa. Es una lástima que la pintura se salpique segundos después del golpe del martillo.
III
El rey se siente solo. Todos sus cortesanos se han ido, paulatinamente, de su reino. Su ejercito salió hace años ya, a una guerra inútil por una cuestión de centavos. Por eso ahora, en su inmenso palacio, el rey se siente solo.
Recorre todos los días sus infinitas habitaciones, se pone sus mejores ropas, toma en sus mejores copas. Da fiestas para nadie, se pelea con su sombra. Discute con sus miles de espejos que le devuelven la imagen de un rey que no es ni la mitad del rey que era. Claro, ahora está solo.
De haberlo sabido antes, su reinado hubiera sido diferente. Pero su orgullo lo llevó a la soberbia, y la soberbia devino en crueldad. Y eso lo convirtió en un déspota ineludible.
Por eso, su reino se fue vaciando frente a sus ojos. Ya sin su ejército, hasta su guardia personal lo abandonó. Luego sus sirvientes, sus lacayos. Sus esclavos fueron liberados por los cortesanos. Y su pueblo se cansó de cansarse y se fue a otro reino.
Y ahora el rey se siente solo. Y un rey solo es un rey de nada.
IV
El logro más grande de los sabios de nuestra era, es que lograron reinventar la felicidad.
Nuestro pueblo la había olvidado. Y, generación tras generación, los padres le inculcaron a sus hijos la cultura de la tristeza. Por lo tanto, tras la muerte del último hombre feliz, hace 335 años ya, el pueblo olvidó las risas, el gobierno abolió los chistes, la iglesia consideró como pecado capital la risa, y los abogados se volvieron inmensamente más ricos.
Pero ahora, los sabios y los científicos descubrieron la forma para hacer feliz nuevamente a la gente.
Por supuesto, sólo los que son inmensamente ricos pueden acceder a esto. Los pobres vamos a seguir estando tristes. Hasta que la alegría ya no valga nada.
Y ahí, la alegría no va a ser tan interesante.
V
El día menos pensado, el mundo explotó a la mierda.
Y no hubo nadie que nos avisara.
lunes, 10 de noviembre de 2008
Dos

Podría tratar de decirte miles de cosas. O sólo una. Podría llegar y desnudarme en palabras, sacar de mí lo imposible. Podría herir de muerte miles de papeles a plumazos, y podría bajar el cielo con las manos.
Pero aún así, después de todo. De vencer a miles de molinos viento, de zurcar los siete mares, y de ahogar desiertos eternos, no llegaría a explicarte lo que siento hoy.
¿Qué se le puede decir a quien ya se le entregó todo?
Simplemente, gracias.
Por estar, por dejarme estar. Por hacerme tan feliz. Por dejarme ser yo, y no sólo mis palabras.
te amo
viernes, 7 de noviembre de 2008
El cuarto
La luz es demasiado brillante, pero todavía puedo divisar la sombras que se ven por la única ventana del cuarto. Esa ventana que es un rectángulo muy chico, casi una línea. Debo estar en alguna especie de sótano, porque por las sombras detrás del vidrio de la ventana-línea, sólo veo pies.
Escucho los pasos afuera. Detrás de mi puerta hay alguien. Tengo miedo, mucho miedo. No quiero que me vuelvan a ver. Entraron dos veces, y fue suficiente. La primera vez, sin motivos, vinieron y sacaron la pelota de tenis con la que pasaba el tiempo haciéndola rebotar contra las paredes, y a veces hasta hablando. La segunda, fue la vez que las paredes por primera vez empezaron a venir contra mí y yo, maniatado como estoy, sólo pude correr contra ellas y empujarlas a los golpes con mis hombros.
No quiero que entren más. Tengo mucho miedo.
Estoy solo, aunque tengo alguien conmigo. No lo ven, porque lo escondo cuando vienene. Y puedo hablar, pero sin los labios.
Camino por el cuarto como un león enjaulado: voy de un lado a otro mirando siempre la puerta. En cuanto se abra, sé que estoy molido a palos una vez más. En cuanto se abra, voy a tener que saltar, presa del miedo, contra quien entre.
Veo más sombras por la ventana-línea. ¿Hace cuánto estoy acá? Puede ser un mes, pueden ser seis... puede ser más de un año. Lo primero que me sacaron es el reloj. Ahora, sé si es día o noche por la luz de la ventana. Veo muchas sombras, y eso me da más miedo. Aunque, en realidad, debería llamarlo terror, ya que no sé a qué le temo. Pueden ser pies, parecen pies. ¿Quién era el que había escrito de un tipo en una caverna que sólo veía sombras de cosas monstruosas? Ya no recuerdo mucho: puede ser Platón, pero también puede ser Freud, o el verdulero de la esquina.
Me siento, me recuesto contra la pared contraria a la puerta, para no perderla de vista. Escucho más pasos del otro lado, más voces. Las luces son demasiado brillantes, y el calor me asfixia. Pero no quiero que la abran. El aire será suficiente por ahora. Y si no lo es, prefiero morir. Ya no tengo más nada, a excepción del miedo. Y sólo con el miedo no creo que pueda seguir mucho más.
Escucho ruidos. Ya no sólo afuera. Hay ruidos adentro, pero no sé si están en el cuarto o en mi cabeza. Mi cabeza muchas veces me juega chistes que no termino de entender. Como esa vez que trato de romperse contra las paredes. Por suerte, las paredes son acolchadas.
Tengo miedo. Ahora, algo o alguien me habla. Escucho el ruido de la puerta, y me paro de un salto. Pero no. El ruido no era acá.
Tengo mucho miedo. Ya no hay sombras afuera, pero detrás de la puerta escucho ruidos de llaves.
Al abrirse la puerta no tengo tiempo de pensar. Si bien trato de avalanzarme con todas mis fuerzas, el golpe es mucho más fuerte que yo.
Ahora estoy tranquilo. Ya no tengo miedo. Ya no tengo nada.
miércoles, 5 de noviembre de 2008
No es difícil muchachos...
¡Vamos, llamemos a las cosas por su nombre!
martes, 4 de noviembre de 2008
Pregunta del día N° 19
jueves, 30 de octubre de 2008
No te tenemos miedo
Todos los días tenemos miedo. A lo que sea. A todas las cosas... a cualquier cosa.
El miedo simple, el miedo complejo. Miedo filosófico, místico, metafísico, terrenal, vil...
Por eso, hoy decidí no tener miedos.
Después de todo, como decían los galos de "Asterix" : "Lo peor que puede pasar es que se nos caiga el cielo sobre nuestras cabezas, y eso no va a pasar hoy"
martes, 28 de octubre de 2008
Panito dix it
Me gusta estar jugando de local, conocer mi ambiente, conocer mis límites. Me enoja el sólo hecho de tener que pensar que voy a tener de mudar, que mutar, o que cambiar aunque sean sólo un par de días de mi vida.
Amo lo que soy, más allá de que la mayoría de las veces no me guste a mí mismo.
Llámenme amargo, odioso, o lo que quieran; pero lo cierto es que yo soy feliz siendo así. Me gusta mi ciudad, me gusta mi país, y me gusta mi gente. No necesito ni conocer, ni aire, ni verde, ni ciudades más cosmopolitas que esta.
Entiendan, soy así. Nunca, en ninguna de mis vidas, sería Nómade.
Y no me siento mal por eso.
jueves, 23 de octubre de 2008
Ese oscuro y brillante amor.
Caminando, desde la esquina, se acerca un chico. Es algo más joven que yo, pero no mucho. Evidentemente, debe ser el día de ellos, puesto que también viene vestido así: Campera de cuero negra, pantalones "pescadores" de jean negros, remera negra con una calavera y una iscripción en alemán que no logro recordar. Tiene puestos los correspondientes borceguíes. Está también maquillado, pero no es de extrañar: eso de ver a los hombres con los ojos pintados de negro es cosa de todos los días ya. Lleva su mano izquierda en la espalda, como escondiendo algo.
Camina en dirección a la chica de la parada del 343. Se lo ve serio, con su pelo largo algo sucio sobre su cara. Cuando llega frente a ella, ésta lo mira fijamente a los ojos. Mientras él saca su mano de su espalda, para descubrir lo que llevaba oculto: es un muñeco de trapo. El muñeco (oh, casualidad) está vestido de negro. Tiene la cabeza "pelada", de un color violeta muy claro. Y (esto lo digo yo, porque es mi imaginación la que trabaja así) me animaría a decir que, si lo diera vuelta, el muñeco mostraría en su rostro, dos X a modo de ojos.
La chica, como es de esperar, se desarma ante el gesto de él, que ahora la mira sonriendo, satisfecho de que su regalo surtiera el efecto deseado.
Llega el entrometido 343, y ella sube. Él cruza la calle por delante del colectivo, y se para justo delante de mi auto. La ve sacar el boleto y, ni bien el colectivo arranca, la saluda con la mano y una sonrisa enorme. Al irse el colectivo, su gesto ya no es el rictus serio que traía antes, sino más bien una sonrisa llena de luz.
Esto me puso a pensar en las veces en que yo compro flores, o lo que sea para Palla. Imagino la visión que tiene un tipo que me ve pasar, todo feliz por mi ramo de flores. Y es lo que me lleva a pensar que, seguramente, el amor tiene miles de caras. Tantas caras como el que lo esté sintiendo. El amor de dos hardcores, el de dos floggers, el de dos mimos. Lo que sea. Todos son iguales, pero con diferentes envoltorios. Sólo que a veces no nos damos cuenta, y nos creemos que usar tachas, o cadenas, o lo que sea como vestimenta, nos impide amar.
Por suerte, cada tanto algún dark le regala un muñeco a su novia como para abrirme los ojos.
martes, 14 de octubre de 2008
Diálogo inexistente
- Y ahí estás vos, temeroso de hablar...
- Es que el miedo es sensato, no quiero lastimarte.
- No me lastimás, a veces, simplemente me enojo, pero no me lastimás. Me lastima más tu silencio.
- Mi silencio no tiene intenciones de lastimarte. Es lo último que quiero. Mi silencio busca tu complicidad.
- Eso no va a pasar. Tu silencio sólo me aleja
- Pero... ya estabas distante antes de que me callara.
- No es así, pero vos callarás lo que creas. Para mí, está bien claro que es tu mundo el que necesita silencio, no el mío.
-Puede ser... mi mundo suele ser solitario. El silencio ayuda a la soledad, generalmente. Pero mi silencio es una almenara. Estoy buscando compañía.
- Bueno, acá estoy.
- Sí... pero estás tan distante.
A buen fin no hay mal principio, ¿no?
- El Flogger de Venecia
- Cuatro Fotologs y un funeral
- Posteo de un flog de verano
- El fotolog de las equivocaciones (O " El Flog de los effeos errados")
Y tantas otras más. Ya me la imagino subida al balcón, suspirando al aire "Oh Romeo, Romeo, vos posteá, que yo te effeo.."
Por Dios... ¿De dónde salió esta niña?
Pd: Si alguien conoce de dónde viene el término "effear" agradeceré desasnarme
miércoles, 8 de octubre de 2008
Flash
Su vida había sido siempre la misma, desde que tenía memoria. La luz no llegaba a tocarlo, y temía que si alguna vez algo lo iluminaba, cayera muerto en ese mismo instante.
Sin embargo, desde su opacidad veía a la gente luminosa y la estudiaba. No envidiaba sus luces, sino simplemente estudiaba su forma de actuar, de moverse, de hablar.
Pocas veces se había sentido tentado de ponerse en contacto con alguien "luminoso". Pero había desistido a esa idea casi en el mismo momento en que afloró en su mente: si alguien luminoso lo percibía, seguramente moriría atravesado por un haz de luz. Entonces los estudiaba. Analizaba cada acto con la meticulosidad de alguien que está fuera de todo. Nadie estaba más lejos que él mismo de su objeto de estudio. El hombre-sombra se sabía condenado a permanecer sin ser visto, sin que los luminosos lo noten. Pero, por otro lado, esto lo dejaba bastante tranquilo: Después de años de estudio, de miles de horas observándolos, y de millones de notas mentales con respecto a la idionsincracia de la luz, el hombre-sombra los conocía lo suficiente como para saber que era mejor ser distinto. Que la luz sólo resalta su belleza cuando una sombra la limita. Que todo lo que resplandece en la vida, tiene un interior en sombras.
El hombre no era más que una sombra, simplemente, porque ser sombra es todo lo que puede pedir un hombre. Y la luz algún día se dará cuenta de eso
viernes, 3 de octubre de 2008
Morir de noche entre tus brazos
herir mi alma a cuchillazos
saltar dando vueltas en el aire como el fuego
y morir de nuevo entre tus brazos
Hay veces en que me gusta
borrar a pisotones la luna de los charcos.
Espantar al sol con mis pulgares
y crear mariposas con las manos.
Otros días prefiero simplemente
yacer como indefenso ante mi sombra
buscar entre mis ojos las palabras,
y dejar que sea la luz la que me esconda.
Hay días que pateo con soberbia
las nubes que el cielo me disponga
y dejo traspasar entre los dedos
el tiempo y el viento que te nombra.
Las noches de locura las enfrento
baleando el cielo negro con mi lengua
bebiendome de una las estrellas
peleándo tercamente y sin tregua.
Y los gritos sin sonido me despiertan
y las lunas con sus sombras se anochecen
y mis labios y tus manos que no aciertan
a decirle adios a las cosas que adolescen
martes, 23 de septiembre de 2008
El último mojón
El arma descansaba todavía cargada y algo caliente sobre el asiento del acompañante, como irónicamente. Tantas veces ese asiento había soportado el peso de ella, y ahora se veía resignado bajó el liviano peso del arma que la había ultimado.
Él iba sumido, ahora, en sus pensamientos. Sin pensar en nada, y pensando en todo a la vez. Las últimas palabras que le dijo eran promesas de amor eterno. Había sido dulce, como nunca lo había sido antes. Justamente él, que era el mejor en lo suyo, se caracterizaba por ser el más frío. Pero esta vez había sido distinto. Esta vez, el valor del premio era mucho menor a la pérdida en el juego.
Ella no había gritado, no había llorado, no se había resistido. La sorpresa en su rostro había durado hasta el último minuto. Hasta que sus ojos se vaciaron de vida, su rostro había implorado por una explicación, pero su boca no se movió: no había emitido palabra. Sólo un brillo en los ojos, sin llegar a ser lágrima, había denotado su dolor. No miedo por saberse al borde de la muerte, sino dolor por saberse traicionada.
Ahora, de camino a su casa (solía decirle guarida bromeando con sus amigos, pero internamente, hoy no quería usar ese término), él también tenía los ojos vidriosos. Los nudillos estaban poniéndose blancos debido a la fuerza con que tomada el volante. Iba calmo, o eso aparentaba. La vista fija en el camino, el pie firme en el acelerador. La ruta pasaba, y él la imaginó como metáfora de su vida. Kilómetro tras kilómetro, sentía que su vida estaba llegando a su destino.
Un bache en la ruta lo devolvió a este mundo. E instintivamente, miró al asiento de al lado. Silenciosa, el arma cargada lo obrservaba como el clérigo escuchando confesiones. Ambos sabían que no iba a repetirse algo así, pero a la vez, sabían que no era posible seguir de esa manera.
Tomó el arma, y pasó el pulgar por el seguro. Era muy extraño sentir tanta afinidad con algo tan terrible. Sentía que había nacido con un arma en la mano. Sentía el acero como uno más de sus dedos. Sentía la culata como parte de la palma de su mano. La naturaleza con la que manejaba el arma sería alarmante para cualquier otra persona. Pero él era conciente del poder que tenía en tan poco peso.
Jugó con el arma unos kilómetros (ya casi se le hacía imposible contar el tiempo en minutos), y la volvió a dejar sobre el asiento derecho. La radio cambió una vez de ritmo musical, y se le hizo insoporable. La apagó, pero esto fue demasiado.
En su cabeza, dentro suyo, la música dejó de sonar para escuchar los sonidos irrevocables de unos kilómetros atrás. Su voz (la de él), diciéndole que la amaría tonta y eternamente, mientras le acariciaba el pelo negro. Sus ojos (los de ella) llorando sin sonido y sin lágrimas, como esos gritos no lanzados de las pesadillas. Su arma (la de él) iluminando por última vez el cuarto. Su vida (la de ella) escapándose de este mundo.
Miró hacia el espejo derecho del auto. La lluvia estaba parando, las gotas de la ventanilla derecha le asemejaron el rostro pálido de la mujer que en ese preciso instante, ahí, en ese kilómetro, estaba a una hora de distancia, desangrada en una habitación todavía tibia.
Puso las balizas y acercó el auto a la banquina derecha. La lluviá volvió a caer fuerte.
Desde afuera, sólo se veían las luces bajas iluminando hacia adelante una banquina silenciosa, la luz intermitente de las balizas a los costados y la suave luz azul de la radio del auto.
Y de pronto, la luz del último disparo que él dio.
viernes, 19 de septiembre de 2008
EL Vaso y la Sien
El ventilador de techo hacía intermitente la luz en una atmósfera de humo y calor. Las luces de la calle parecían ajenas a la escena.
El primero de los arlequines (uno gordo y con el tiempo encima), se levantó a cerrar la ventana. El segundo, más flaco y calvo, rebuscaba en su bolsillo, tratando de encontrar un nuevo cigarrillo. El tercero, joven y sereno, tenía la mirada perdida.
Ahí era el tiempo. De un movimiento preciso tomé el vaso (el licor que estaba dentro no parecía muy sano). Miré alrededor y me mojé los labios. Desde ese entonces me hice adicto. Y quería más.
Pero ingenuo como siempre, caí en la trampa.
Una estruendosa carcajada se oyó detrás de mí. El gordo se había dado cuenta. El frío del acero en mi nuca era casi tan amenazador como las miradas de los otros dos, que ya habían vuelto a este mundo. Y sus palabras…
-“¡Ay, pendejo..! ¡Como si no supieras que tendrías que haber arrastrado el culo un poco más! Sabemos que preferís la merca ya empaquetada. ¡Qué boludo sos!” Mezclaba el gordo y me daba a cortar.
Yo miraba todo. Los tres mercaderes me rodeaban. La vida se me extinguía, podía sentirlo. Aunque…
De repente, las sirenas inundaron la habitación. La voz del megáfono era clara. ¡Verdad o consecuencia mi amor!
Toda la calma se convirtió rápidamente en un quilombo de gran alcance. Las balas comenzaban a silbar.
Todo confuso. Gritos, tiros, todo en una.
A lo lejos, los bigotudos tiraban, quién sabe si bien o mal.
Entonces un grito. Y ahí como si nada, el gordo en el piso, sintiendo que la vida se le iba por el agujero en la frente. Me clavó la vista: “Pendejo, todo esto es por vos...” Y cruzó la raya. Así nomás.
Los otros dos, cagados como lombrices, tiraron los fierros y murieron por voluntad propia.
Pensé rápido, corrí aún más. Me pareció sentir el auto detrás de mí.
Llegué y llamé a la puerta. Allí salió ella, con sus grandes ojos marrones y su cara de asombro. Me abrigué en su pecho.
Esa noche dormí entre sus piernas, meditando.
Ahora sabía cómo iba a terminar. Viejo, gordo y con un tiro en la sien.
martes, 16 de septiembre de 2008
¿Esto es la justicia poética?
En ejercicio de sus facultades
llama al banquillo de los acusados
a Don Pan, con el fin de condenarle
Que aún sabiendo que el robo es ilegal
y es castigado con pena de prisión
no dudó en arriesgarse a tomar
la bolsa ajena de sobre el mostrador
Por esta causa, motivo y situación
este tribunal propone castigar
al acusado culpable de esta acción
Privándolo de toda su libertad.
Constando en actas esta resolución
Declarando CULPABLE al señor Pan.
lunes, 15 de septiembre de 2008
La tele: fuerte, la cerveza: fría y los homosexuales: locas locas!
XXX: ¡Ay sí! vi en la tele. Me parece bárbaro. Me cae muy bien. Me parece perfecto que se muestren así como son los dos, sin problemas.
Panito: ¿Y qué problemas van a tener?
XXX: Y... No sé. Viste que como son gays... Pero está bueno que lo digan así, abiertamente, y que no tengan problemas para nada...
Panito: ... No pienso contestar más nada...
¿No es hora ya de que dejemos de asombrarnos porque un homosexual se muestra tal cuál es? Digo... Nadie va por la vida declarándose heterosexual ¿no? Entonces, ¿por qué sí o sí tienen que hacerlo los homosexuales? Después de todo, ya sea una elección de vida, o algo de nacimiento, es cuestión suya.
Me suena tan discriminatorio el decir "qué bueno que vayan así por la vida sin problemas de ser homosexuales" como decir "sos un puto de mierda". O como decir: "No, si a mí me caen muy bien los judíos. Tengo amigos judíos". ¡No! Eso es lo mismo que decir "los judíos son diferentes, pero bueno, los aceptamos".
El mundo avanza. Hay miles de cambios. Pero en tantas cosas, seguimos como hace muchísimos años.
jueves, 11 de septiembre de 2008
Minhistorias
Vía aérea, la empresa Aires del cono Sur despacha como carga un perro. El destino del animal es Ushuaia, en bodega presurizada y acondicionada. En la ciudad austral, una anciana espera con ansias a su Chiquito (tal el nombre del perro, como todos los perros de ancianas).
Al llegar el vuelo, los empleados de la parte de cargas de ACS encuentran que, lamentablemente, el animal está muerto en su jaula. Se asoman al hall del aeropuerto, y ven a la anciana, medio encorvada ya, buscando entre las valijas que pasan en la cinta sin fin (cada vez quedan menos, Chiquito ya debe estar por aparecer), la jaula en donde viajó el animal. Los empleados de la línea aérea se apiadan de la viejita, y salen en busca de un animal igual al que se encuentra en la jaula. Por esas bondades del destino, ven a uno en el estacionamiento del aeropuerto. No pueden creer su suerte: el perro encontrado es exactamente igual al que yace muerto en la jaula. Es más, los empleados de ACS empiezan a pensar que hasta debe pesar lo mismo que el pobre Chiquito.
Alegres, con la sonrisa a flor de labios, salen al encuentro de la anciana, llevando la jaula con el nuevo Chiquito retozando y jadeando dentro, entre asustado y ansioso por saber qué le pasará.
Llegan a donde está la anciana, y con mucha cortesía esbozan el ya ensayado: "Disculpe la demora señora, estábamos tratando de despertar a su perro".
La vieja empalidece y casi se desmaya al ver dentro de la jaula. Mirá asustada hacia todos lados. Los empleados, temiendo que haya descubierto el fraude, intentan un tímido: "¿Algún problema señora?". A lo que la anciana, con el último aliento que parece quedarle les contesta: "Sí, no entiendo nada. Chiquito murió ayer en Buenos Aires. Mi familia me lo envió para que yo lo entierre aquí en el sur, en donde había nacido..."
II
Alejandra es una chica hermosa. Alta, esbelta. El pelo moreno rizado le bañaba los hombros. Tenía ojos marrones y una mirada intensa. En conjunto era una mujer que llamaba mucho la atención. Era saludable, hacía ejercicios y comía sano. Era, sobre todo, una mujer buena, de las que vale la pena tener al lado.
Sin embargo, nunca había tenido una relación amorosa duradera. Se había enamorado alguna que otra vez, y se sentía atraída por muchísimos hombres. Y éstos por ella. Pero Alejandra tenía un problema: era alérgica al Ph de las feromonas que la atraían. En cuanto entraba en contacto con la piel de un hombre que la atraía, o la interesaba, Alejandra se llenaba de manchas en la piel, y se hinchaba como pan en el agua. Podía hablar con esos hombres, pero no por mucho tiempo, ya que las reacciones eran más lentas si "inhalaba" ese Ph, pero eran las mismas al fin.
Había probado con muchísimas cosas para tratar de anular ese Ph. Hasta había hecho bañarse en jugo de limón a Gastón, el hombre que más le llegó al corazón. Pero nada de esto había resultado.
La ciencia todavía no había llegado a crear algo que anulara permanentemente el Ph de las pieles que la atraían. Pero había habido algunos avances en los últimos años. Algunos desodorantes (carísimos todos ellos) tenían un efecto reducido de la cura para Alejandra. No anulaban el Ph, pero lo disfrazaban durante un par de horas.
Claro, para eso, Ale tenía que tener la suerte de conocer a un hombre con el poder adquisitivo necesario, el gusto por esos desodorante, y encontrarlo menos de dos horas después de salir de su casa. Y rogar que llevara consigo el desodorante.
Por las noches, Alejandra reza para que se encuentre algo para solucionar el problema de su alma. Y se duerme pensando en qué irónico es que Alergia sea un anagrama de Alegría
III
El lugar, el restaurant, era perfecto. El ambiente justo. Un poco de Jazz (algo de Porter cantado por Fisztgerald), luz tenue, poca gente, buen aroma de los platos, mozos atentos...
Pero lo más importante es que ella era perfecta. Había esperado tanto esa noche, que casi no pudo dormir una semana antes. Costó, pero lo había logrado. Corrijo: Todo en ella era perfecto. El pelo, rojo como el ocaso, estaba prolijamente peinado, con ese mechón que le caía entre los ojos de una manera tan casual que le había costado tres horas arreglarlo. Sus ojos verdes resaltados por el rimmel tan cuidadosamente aplicado. Su boca roja, como haciendo juego con su pelo, que invitaba a perderse en ella hasta el fin de los segundos. Su maquillaje tan meticuloso que casi no se notaba. Su vestido. Ese vestido que tanto había ansiado y que por fin encontraba una oportunidad para lucir. Sus curvas delineadas contra el resto del mundo dejaban en segundo plano todo lo demás. Su altura imponente, su paso seguro. Su dulce voz melodiosa. Todo. Completamente todo era perfecto en ella...
Y él la dejó de todas formas.
IVUna chica, hermosa, alta, morocha, muy bien vestida, está esperando en la parada del 110. El día está nublado y hace frío, pero a ella no parece importarle. Mira ansiosa la avenida esperando que venga el colectivo. Llega el primer interno, pero lo deja pasar. Lo mismo con el segundo y el tercero. El cuarto, el quinto y el sexto corren la misma suerte. Empieza a llover, pero ella sigue sin subir a ningún colectivo.
Un policía se le acerca a preguntarle si se sentía bien, porque la había visto parada allí desde hace más de tres horas sin subir a ningún interno.
- "Estoy perfectamente" - Dice ella -" Espero al amor de mi vida. Me dijeron que iba a venir a la parada del 110 hoy"
El policía la mira extrañado y se aleja.
Pasan dos horas más, pero ella sigue allí, parada inmóvil mirando a la avenida esperando al micro que traiga a su amor.
Cuando empieza a hacerse de noche, se acerca a la parada un interno de la línea 162 fuera de recorrido. Se arrima al cordón y abre la puerta al lado de ella.
- "Llueve mucho " - dice el chofer - " ¿Por qué no subís?"
Ella lo mira inquisidoramente.
Se toma del pasamanos y sube. "de un peso" le dice mientras espera el boleto
"No" - Contesta él, admirando su belleza - "estoy fuera de línea. Para vos, el viaje es gratis."
El sueño de la vida de Jorge había sido llegar a ser probador de colchones en Sueñolindo, la empresa familiar desde hacía más de 50 años. Y lo había logrado. La noche anterior no durmió nada: no por la ansiedad del nuevo trabajo, sino para estar completamente preparado para su jornada. La cara de su padre no podía expresar mayor orgullo por su único hijo en cuanto vio entrar a Jorge con cara de dormido a la fábrica. Su primer día de trabajo sería sencillo. Probaría un colchón de una plaza, de 20 cm de altura. Si trabaja bien y dormía con fuerza, pronto llegaría a probar los colchones de dos plazas de 30 cm. Y si ponía muchísimo empeño en trasnochar, salir de fiesta por las noches y no dormir fuera del trabajo durante los próximos meses, seguramente para fin de año pasaría a probar los sommiers de resortes.
Sólo tenía que llegar demacrado y sin dormir cada mañana.
Obviamente, Jorge renunció a los dos meses. Ese trabajo no era para él.