viernes, 11 de abril de 2008

El por qué del día después

Alguna vez, hace mucho tiempo, escuché por ahí que "la mujer demasiado linda no es tan linda al segundo día". Algo así como que decepciona una mina que se saca el maquillaje y que nos muestra su cara lavada. A pesar de ser un ferviente luchador por la abolición del maquillaje en la mujer, me pareció, dentro de mi zapallez crónica, que era verdad. Y empecé a buscar, patéticamente y de forma casi masoquista, razones que justificaran esa gran verdad que me había sido revelada. Entonces, me fijaba en la mujer más hermosa del lugar para luego, de la forma más Derrideana posible, comenzar a deconstruirla con argumentos tan paupérrimos como inútiles.
Lo peor de todo esto, es que dentro de mi obstinamiento, esto me duró durante mucho tiempo, plagándome de desencantos amorosos aún antes de conocer realmente a la mujer en cuestión, por el simple hecho de que "era demasiado linda".
Sí, lo sé. Es una forma muy triste de encarar el amor en la adolescencia.
Lo bueno de esto, es que me llevó a apreciar los detalles realmente interesantes de las mujeres. Ya no miraba los ojos, sino la mirada. No buscaba lindos labios, sino una bella sonrisa.
Y en eso estaba yo, perigrinando en mi brutalidad amorosa cuando, un día de clases, justo antes del comienzo de la cátedra, apareció ella. Alta, pelirroja, tímida... hermosa.
Y empecé, como estaba acostumbrado, a tratar de deconstruirla... Y se me hizo imposible.
A partir de ese momento, entendí que por ahí la frase del principio, esa de las mujeres y el segundo día, no era tan así.
Volví a verla, una clase después y ¡Oh, sorpresa! No sólo seguía siendo hermosa, sino que era todavía más linda y más interesante de lo que yo había visto.
Las cosas se dieron con el tiempo. Hoy, muchas veces esa mujer Hermosa del primer día, amanece a mi lado, me nombra todos los días, hace que mi mundo sea más fácil, más ligero, con más simpatía.
Esa mujer hermosa del primer día, pasó a serlo aún más en el segundo. Y hoy, mucho tiempo después, tras varios meses de relación, en la que está presente en cada pulsión de mi vida, puedo decir que la mujer hermosa del primer día, era sólo una muestra, una prueba piloto, de esa mujer indescriptible que me acompaña en la vida.
Esa mujer hermosa del primer día, es hoy una mujer cuya belleza no puedo describir en palabras, sino sólo en sentimientos.
Entonces le escribo hoy, a los ojos del mundo. Hoy, que es un día después de una fecha significativa para nosotros. Hoy que, como buen día después, es más hermosa aún que ayer.
Sólo para que sepa lo que siento... por si le quedaban dudas.

Feliz día después

2 comentarios:

Palla dijo...

Ninguna duda, Cielo.
Te amo. Mas de lo que sospeche que se podia amar.

Anónimo dijo...

Que lindo que la gente se quiera! Felicidades a los dos!
Marlene