martes, 16 de diciembre de 2008
Triste, pero real
Se puede ser rico, o rica...
Pero pobre no discrimina ni siquiera en eso
viernes, 5 de diciembre de 2008
Noite
Se sentó de frente al mar y sacó de su bolsillo las piedras planas que había estado juntando durante todo el día. Le gustaba jugar a "hacer sapito" en el agua. Las fue tirando de a una, como quien se deshace de una carga enorme que lo acongoja... como quien se quita las penas de una por vez.
Hacía tiempo, en la adolescencia, un amor de verano (de esos cursis y poco profundos) le había planteado que contara las olas del mar para saber cuánto la amaba. Ella, inexperta, había caído desarmada a sus pies.
Ahora era distinto. El tiempo trae experiencia y la experiencia desencanto. Ya se había hartado de contar olas inconclusas. De esas que sólo lograban enfriar la arena de noche, pero no conseguían dejarla húmeda durante los días.
Miraba al mar fijamente, como interrogándolo. Quizá ahí adentro estuviera el secreto de todo esto, de esa angustia con la que había llegado a la playa... de esa tranquilidad que la iba llenando ahora.
A mitad de la noche sintió un escalofrío en la espalda, y no pudo más que recordar los dedos de él sobre su espina: dulces, generosos, conocidos y conocedores. Los únicos dedos que sabían movilizarla internamente. Las únicas manos que podían recorrer las coordenadas de su rostro.
El frío pasó, como pasaba todo en la vida. Los dedos quedaron lejanos, secos, inasibles.
Ella no esperaba el amanecer: al contrario de lo que pensaba la gente, el amanecer no le simbolizaba el nacimiento de un nuevo día, sino la muerte de una noche más. Ella era feliz con la inmensa oscuridad bañando sus pupilas. Con ese ruido cadente y constante del mar invisible. Con la luna reflejada a lo lejos dando cuenta del horizonte.
Tenía lágrimas en los ojos. Pero no se acordaba haber llorado. Quizá la arena fría y el viento habían ayudado. Aunque lo cierto es que tenía el alma liviana.
Con el primer indicio de rayos de sol a lo lejos, acribillando a balazos luminosos la luna, decidió que era hora de irse. No soportaría la muerte de una noche tan impasiblemente.
Se paró, y desenterró los pies, casi entumecidos. Volvió a poner sus manos en los bolsillos, por ahora vacíos.
Dio la espalda al mar, y se alejo cansinamente, casi sin quererlo.
Mientras salía el sol a lo lejos, ella recogió la primer piedra plana de un nuevo día.
Pulsión
El tiempo fue pasando de a poco, y no hizo nada por detenerse. Así las cosas, el monstruo no se mueve desde hace años.
Las moscas en su rostro parecen no molestarle. Sólo está ahí, quieto, como una gárgola que (a veces) respira.
Repite para sí el mismo verso que solía decir cuando todavía no era un monstruo. Cuando sus ojos destellaban vida, y sus manos no tenían esos cortes. El verso es lo único que mantiene al monstruo vivo. De olvidárselo, inmediatamente se convertiría en piedra, como si una medusa invisible estuviera agazapada en la oscuridad de su alma.
Las paredes frías y mohosas de su cuarto-prisión parecen cada vez más lejanas. El cuarto le parece enorme; ya no necesita mucho espacio. Le alcanza con su piedra gris.
El sol es lo único que le marca al monstruo el paso de los días. La rutina empieza siendo fastidiosa, y termina por ser necesaria. Pero tampoco es algo que le importe mucho. A una estatua no le importa el calor del día o el frío de la noche.
El verso sigue repitiéndose en su cabeza, pero ya no lo asimila. Incluso las declaraciones de amor van perdiendo sentido si se repiten hasta el hartazgo. Ya son sólo palabras, y pronto no serán ni eso. El verso pronto será un sonido más del mundo. Y es ahí cuando el monstruo dejará de ser tal para ser una piedra más, igual a la que ahora le sirve de apoyo.
Está al tanto de que, de vez en vez, alguien abre la puerta, se acerca a él, y lo mira. Sabe que años atrás hubiera podido saltarle al cuello y escapar. Sin embargo, ahora es distinto. La inmovilidad es ahora parte de sí. Sin embargo, tal vez debiera olvidarse del verso... Quizá sea su única salvación.
El día que se olvide, y sea completamente piedra, lo llevarán con las demás estatuas allá abajo.
Y ahí dejará de ser monstruo. Y de sufrir
miércoles, 26 de noviembre de 2008
Pregunta del día N°20
De ver un OVNI en el cielo, ¿no es más probable que se pueda obtener una imagen fidedigna que "eso" que se ve siempre?
Digo...
Es cato, Lógico (o hablando Cagastellano)
Cagar...
En Argentina, te podés ir a cagar, si te quieren decir que no sos creible.
O podés traicionar a alguien, cagándolo. Como por ejemplo a tu novia. No la engañaste con otra, sino que la cagaste con otra.
Si algo sale mal, o es de mala calidad, es una cagada.
Si te van a pegar, te van a cagar a palos.
Si sos cobarde, sos un cagón. Si te asustás, te cagás todo, y si te asustás mucho, te cagás en las patas.
Si hacés algo muy mal, cagaste la fruta.
Ser un Garca (cagar, dicho "al revés") nunca va a ser algo bueno.
La mejor de todas, desde mi punto de vista, es retar a alguien. Por supuesto que ahí, lo cagás a pedos (fantástica imágen).
Si alguien no te interesa en lo más mínimo, te cagás en él. O si te enojás, hasta te podés Cagar en Dios.
Si estás apurado, salís cagando. Y más apurado aún, salís cagando aceite. Y si "despachás" a alguien, lo sacás cagando.
Mierda...
La mierda toma, también, muchísimos significados.
Si te vas lejos, o si hiciste algo muy feo, te fuiste a la mierda.
Si algo, es una cagada (ver arriba) a la vez es una mierda. Lo mismo una persona con maldad, es una persona de mierda.
Tener mierda en la cabeza, es ser bastante estúpido.
Si no te quieren más te mandan a la mierda.
Si te lastimás, te hacés mierda.
Ante la duda, jamás preguntaremos algo diferente a ¿Qué mierda pasó?
Si te cortaste el pelo, te teñiste, te hiciste algún cambio muy radical, te van a preguntar, seguro, qué mierda te hiciste.
Si alguien empieza a decir cosas sobre muchas personas a índole de salvarse él acusando a los demás, empieza a Revolear mierda para todos lados.
Qué mierda... ya no se me ocurren más. ¿Algún aporte a esta cagada de Post?
miércoles, 19 de noviembre de 2008
El beso de un fantasma
Atado, como tantas otras veces. El corazón hecho un nudo, la boca como una línea blanca, la mirada perdida (y no tanto) y la garganta imposibiiltada de hablar. Me arrodillo ante el estado de ánimo, me dejo abrazar por esas cosas intangibles. Miro, pero no veo.
Apenas si escucho algunas voces a lo lejos. Ya no quiero ser yo. O mejor, sí, pero distinto.
Veo los ríos de mis manos desembocando en la nada. Escucho los latidos asincopados de mi corazón (oh, mi corazón).
Aprieto mucho las manos. Los nudillos se ponen blancos una vez más. Pateo al cielo, escupo mi bronca. Y sin embargo, todo eso acá, en el medio del pecho, se avalancha contra lo que dejo de ser.
Lloran los ojos, la piel siente frío. El calor no llega, ni siquiera en estos momentos. El precio de la felicidad, quizá sea resignar la soledad. De ser así, tal vez el calor vuelva algún día.
Me miro al espejo. Siento haber recorrido miles de kilómetros, miles de viajes, aún a sabiendas de que no me he movido en mi vida. Estoy cansado, desganado. Soy apenas una sombra.
Tengo sed, una sed que el agua no sacía. Vacuo como estoy, quizá sea mejor así.
Me arrugo el rostro, caigo, bartoleo mi suerte.
Resigno... ¿qué más se puede hacer?
jueves, 13 de noviembre de 2008
Minhistorias II
Ese día había llovido más que de costumbre. Mientras caminaba sola por una calle vacía, Miranda rezongaba contra ella misma por no haber llevado el paraguas desde la mañana. Sin embargo, no hubiera servido de mucho (y ella lo sabía), ya que el viento se lo habría volado, y de todas formas se habría mojado.
Pero Miranda rezongaba. Era la mejor manera de sacarse la bronca, y el miedo. Apretada contra su abultado pecho, su cartera parecía latir dos veces más rápido que su propio corazón. El rimmel que había usado la noche anterior (ese que tanto le gustaba porque dejaba en evidencia sus hermosos ojos verdes) estaba ahora deslizándose mejillas abajo dejando surcos en un rostro nervioso.
Había sido inevitable. Ella, la mejor puta de todas, se había cansado al fin. Todos tenemos un límite: algunos explotan, otros implotan. Algunos tienen la necesidad de llorar, otros, de romper cosas.
Miranda (nombre de guerra sacado de vaya uno a saber qué película) había optado por la última opción. Maceró sus miedos y sus penas durante el coito. Y al final, rompió...
Él ahora estaba tirado en la cama, y no lo encontrarían hasta un par de días después, donde sería noticia en todos los suplementos policiales del país. La sangre debería estar enfriándose ya.
Sin embargo, Miranda seguía caminando como si nada. Rezongando por no haber llevado paraguas que la protegiera. Como nunca la habían protegido.
II
Había días en los que a Julián le gsutaba pintar cuadros desde la terraza de su casa. En esos días, el poder de la pintura se apoderaba de él. Hoy es uno de esos días. Julían es un buen pintor, a pesar de pintar con crayones. El suele llamar a sus obras con nombres tontos, casi infantiles. Pero la de hoy es una verdadera obra maestra. Pinta rápido, con trazos seguros, como si estuviera realmente poseído. Lentamente, veo que en el lienzo, hace unos minutos en blanco, se empieza a dibujar la ciudad, tal cual se ve desde la terraza de Julián. Si no me equivoco, es la primera vez que no pinta algo abstracto. Sin embargo, lo raro es que la pintura está tomada desde un punto de vista situado detrás de Julián. Es más, está dibujando ahora su atril, y como una mamushka, el mismo dibujo reproducido en miniatura. Dibuja su espalda, pero deja su rostro para el final, como si todavía no supiera qué expresión tiene.
Ahora, lentamente, está dibujando una sombra. No es SU sombra, como podría pensarse. Es una sombra de alguien que está detrás de él. Es MI sombra. Recién ahora noto el peso del martillo en mi mano, a medida que Julián lo pinta en color negro en su lienzo.
Por fin, Julián dibuja su rostro. Tiene la cabeza mirando hacia atrás. Contemplo la exactitud con la que dibuja su propio miedo, su propio terror y su propia sorpresa. Es una lástima que la pintura se salpique segundos después del golpe del martillo.
III
El rey se siente solo. Todos sus cortesanos se han ido, paulatinamente, de su reino. Su ejercito salió hace años ya, a una guerra inútil por una cuestión de centavos. Por eso ahora, en su inmenso palacio, el rey se siente solo.
Recorre todos los días sus infinitas habitaciones, se pone sus mejores ropas, toma en sus mejores copas. Da fiestas para nadie, se pelea con su sombra. Discute con sus miles de espejos que le devuelven la imagen de un rey que no es ni la mitad del rey que era. Claro, ahora está solo.
De haberlo sabido antes, su reinado hubiera sido diferente. Pero su orgullo lo llevó a la soberbia, y la soberbia devino en crueldad. Y eso lo convirtió en un déspota ineludible.
Por eso, su reino se fue vaciando frente a sus ojos. Ya sin su ejército, hasta su guardia personal lo abandonó. Luego sus sirvientes, sus lacayos. Sus esclavos fueron liberados por los cortesanos. Y su pueblo se cansó de cansarse y se fue a otro reino.
Y ahora el rey se siente solo. Y un rey solo es un rey de nada.
IV
El logro más grande de los sabios de nuestra era, es que lograron reinventar la felicidad.
Nuestro pueblo la había olvidado. Y, generación tras generación, los padres le inculcaron a sus hijos la cultura de la tristeza. Por lo tanto, tras la muerte del último hombre feliz, hace 335 años ya, el pueblo olvidó las risas, el gobierno abolió los chistes, la iglesia consideró como pecado capital la risa, y los abogados se volvieron inmensamente más ricos.
Pero ahora, los sabios y los científicos descubrieron la forma para hacer feliz nuevamente a la gente.
Por supuesto, sólo los que son inmensamente ricos pueden acceder a esto. Los pobres vamos a seguir estando tristes. Hasta que la alegría ya no valga nada.
Y ahí, la alegría no va a ser tan interesante.
V
El día menos pensado, el mundo explotó a la mierda.
Y no hubo nadie que nos avisara.
lunes, 10 de noviembre de 2008
Dos

Podría tratar de decirte miles de cosas. O sólo una. Podría llegar y desnudarme en palabras, sacar de mí lo imposible. Podría herir de muerte miles de papeles a plumazos, y podría bajar el cielo con las manos.
Pero aún así, después de todo. De vencer a miles de molinos viento, de zurcar los siete mares, y de ahogar desiertos eternos, no llegaría a explicarte lo que siento hoy.
¿Qué se le puede decir a quien ya se le entregó todo?
Simplemente, gracias.
Por estar, por dejarme estar. Por hacerme tan feliz. Por dejarme ser yo, y no sólo mis palabras.
te amo
viernes, 7 de noviembre de 2008
El cuarto
La luz es demasiado brillante, pero todavía puedo divisar la sombras que se ven por la única ventana del cuarto. Esa ventana que es un rectángulo muy chico, casi una línea. Debo estar en alguna especie de sótano, porque por las sombras detrás del vidrio de la ventana-línea, sólo veo pies.
Escucho los pasos afuera. Detrás de mi puerta hay alguien. Tengo miedo, mucho miedo. No quiero que me vuelvan a ver. Entraron dos veces, y fue suficiente. La primera vez, sin motivos, vinieron y sacaron la pelota de tenis con la que pasaba el tiempo haciéndola rebotar contra las paredes, y a veces hasta hablando. La segunda, fue la vez que las paredes por primera vez empezaron a venir contra mí y yo, maniatado como estoy, sólo pude correr contra ellas y empujarlas a los golpes con mis hombros.
No quiero que entren más. Tengo mucho miedo.
Estoy solo, aunque tengo alguien conmigo. No lo ven, porque lo escondo cuando vienene. Y puedo hablar, pero sin los labios.
Camino por el cuarto como un león enjaulado: voy de un lado a otro mirando siempre la puerta. En cuanto se abra, sé que estoy molido a palos una vez más. En cuanto se abra, voy a tener que saltar, presa del miedo, contra quien entre.
Veo más sombras por la ventana-línea. ¿Hace cuánto estoy acá? Puede ser un mes, pueden ser seis... puede ser más de un año. Lo primero que me sacaron es el reloj. Ahora, sé si es día o noche por la luz de la ventana. Veo muchas sombras, y eso me da más miedo. Aunque, en realidad, debería llamarlo terror, ya que no sé a qué le temo. Pueden ser pies, parecen pies. ¿Quién era el que había escrito de un tipo en una caverna que sólo veía sombras de cosas monstruosas? Ya no recuerdo mucho: puede ser Platón, pero también puede ser Freud, o el verdulero de la esquina.
Me siento, me recuesto contra la pared contraria a la puerta, para no perderla de vista. Escucho más pasos del otro lado, más voces. Las luces son demasiado brillantes, y el calor me asfixia. Pero no quiero que la abran. El aire será suficiente por ahora. Y si no lo es, prefiero morir. Ya no tengo más nada, a excepción del miedo. Y sólo con el miedo no creo que pueda seguir mucho más.
Escucho ruidos. Ya no sólo afuera. Hay ruidos adentro, pero no sé si están en el cuarto o en mi cabeza. Mi cabeza muchas veces me juega chistes que no termino de entender. Como esa vez que trato de romperse contra las paredes. Por suerte, las paredes son acolchadas.
Tengo miedo. Ahora, algo o alguien me habla. Escucho el ruido de la puerta, y me paro de un salto. Pero no. El ruido no era acá.
Tengo mucho miedo. Ya no hay sombras afuera, pero detrás de la puerta escucho ruidos de llaves.
Al abrirse la puerta no tengo tiempo de pensar. Si bien trato de avalanzarme con todas mis fuerzas, el golpe es mucho más fuerte que yo.
Ahora estoy tranquilo. Ya no tengo miedo. Ya no tengo nada.
miércoles, 5 de noviembre de 2008
No es difícil muchachos...
¡Vamos, llamemos a las cosas por su nombre!
martes, 4 de noviembre de 2008
Pregunta del día N° 19
jueves, 30 de octubre de 2008
No te tenemos miedo
Todos los días tenemos miedo. A lo que sea. A todas las cosas... a cualquier cosa.
El miedo simple, el miedo complejo. Miedo filosófico, místico, metafísico, terrenal, vil...
Por eso, hoy decidí no tener miedos.
Después de todo, como decían los galos de "Asterix" : "Lo peor que puede pasar es que se nos caiga el cielo sobre nuestras cabezas, y eso no va a pasar hoy"
martes, 28 de octubre de 2008
Panito dix it
Me gusta estar jugando de local, conocer mi ambiente, conocer mis límites. Me enoja el sólo hecho de tener que pensar que voy a tener de mudar, que mutar, o que cambiar aunque sean sólo un par de días de mi vida.
Amo lo que soy, más allá de que la mayoría de las veces no me guste a mí mismo.
Llámenme amargo, odioso, o lo que quieran; pero lo cierto es que yo soy feliz siendo así. Me gusta mi ciudad, me gusta mi país, y me gusta mi gente. No necesito ni conocer, ni aire, ni verde, ni ciudades más cosmopolitas que esta.
Entiendan, soy así. Nunca, en ninguna de mis vidas, sería Nómade.
Y no me siento mal por eso.
jueves, 23 de octubre de 2008
Ese oscuro y brillante amor.
Caminando, desde la esquina, se acerca un chico. Es algo más joven que yo, pero no mucho. Evidentemente, debe ser el día de ellos, puesto que también viene vestido así: Campera de cuero negra, pantalones "pescadores" de jean negros, remera negra con una calavera y una iscripción en alemán que no logro recordar. Tiene puestos los correspondientes borceguíes. Está también maquillado, pero no es de extrañar: eso de ver a los hombres con los ojos pintados de negro es cosa de todos los días ya. Lleva su mano izquierda en la espalda, como escondiendo algo.
Camina en dirección a la chica de la parada del 343. Se lo ve serio, con su pelo largo algo sucio sobre su cara. Cuando llega frente a ella, ésta lo mira fijamente a los ojos. Mientras él saca su mano de su espalda, para descubrir lo que llevaba oculto: es un muñeco de trapo. El muñeco (oh, casualidad) está vestido de negro. Tiene la cabeza "pelada", de un color violeta muy claro. Y (esto lo digo yo, porque es mi imaginación la que trabaja así) me animaría a decir que, si lo diera vuelta, el muñeco mostraría en su rostro, dos X a modo de ojos.
La chica, como es de esperar, se desarma ante el gesto de él, que ahora la mira sonriendo, satisfecho de que su regalo surtiera el efecto deseado.
Llega el entrometido 343, y ella sube. Él cruza la calle por delante del colectivo, y se para justo delante de mi auto. La ve sacar el boleto y, ni bien el colectivo arranca, la saluda con la mano y una sonrisa enorme. Al irse el colectivo, su gesto ya no es el rictus serio que traía antes, sino más bien una sonrisa llena de luz.
Esto me puso a pensar en las veces en que yo compro flores, o lo que sea para Palla. Imagino la visión que tiene un tipo que me ve pasar, todo feliz por mi ramo de flores. Y es lo que me lleva a pensar que, seguramente, el amor tiene miles de caras. Tantas caras como el que lo esté sintiendo. El amor de dos hardcores, el de dos floggers, el de dos mimos. Lo que sea. Todos son iguales, pero con diferentes envoltorios. Sólo que a veces no nos damos cuenta, y nos creemos que usar tachas, o cadenas, o lo que sea como vestimenta, nos impide amar.
Por suerte, cada tanto algún dark le regala un muñeco a su novia como para abrirme los ojos.
martes, 14 de octubre de 2008
Diálogo inexistente
- Y ahí estás vos, temeroso de hablar...
- Es que el miedo es sensato, no quiero lastimarte.
- No me lastimás, a veces, simplemente me enojo, pero no me lastimás. Me lastima más tu silencio.
- Mi silencio no tiene intenciones de lastimarte. Es lo último que quiero. Mi silencio busca tu complicidad.
- Eso no va a pasar. Tu silencio sólo me aleja
- Pero... ya estabas distante antes de que me callara.
- No es así, pero vos callarás lo que creas. Para mí, está bien claro que es tu mundo el que necesita silencio, no el mío.
-Puede ser... mi mundo suele ser solitario. El silencio ayuda a la soledad, generalmente. Pero mi silencio es una almenara. Estoy buscando compañía.
- Bueno, acá estoy.
- Sí... pero estás tan distante.
A buen fin no hay mal principio, ¿no?
- El Flogger de Venecia
- Cuatro Fotologs y un funeral
- Posteo de un flog de verano
- El fotolog de las equivocaciones (O " El Flog de los effeos errados")
Y tantas otras más. Ya me la imagino subida al balcón, suspirando al aire "Oh Romeo, Romeo, vos posteá, que yo te effeo.."
Por Dios... ¿De dónde salió esta niña?
Pd: Si alguien conoce de dónde viene el término "effear" agradeceré desasnarme
miércoles, 8 de octubre de 2008
Flash
Su vida había sido siempre la misma, desde que tenía memoria. La luz no llegaba a tocarlo, y temía que si alguna vez algo lo iluminaba, cayera muerto en ese mismo instante.
Sin embargo, desde su opacidad veía a la gente luminosa y la estudiaba. No envidiaba sus luces, sino simplemente estudiaba su forma de actuar, de moverse, de hablar.
Pocas veces se había sentido tentado de ponerse en contacto con alguien "luminoso". Pero había desistido a esa idea casi en el mismo momento en que afloró en su mente: si alguien luminoso lo percibía, seguramente moriría atravesado por un haz de luz. Entonces los estudiaba. Analizaba cada acto con la meticulosidad de alguien que está fuera de todo. Nadie estaba más lejos que él mismo de su objeto de estudio. El hombre-sombra se sabía condenado a permanecer sin ser visto, sin que los luminosos lo noten. Pero, por otro lado, esto lo dejaba bastante tranquilo: Después de años de estudio, de miles de horas observándolos, y de millones de notas mentales con respecto a la idionsincracia de la luz, el hombre-sombra los conocía lo suficiente como para saber que era mejor ser distinto. Que la luz sólo resalta su belleza cuando una sombra la limita. Que todo lo que resplandece en la vida, tiene un interior en sombras.
El hombre no era más que una sombra, simplemente, porque ser sombra es todo lo que puede pedir un hombre. Y la luz algún día se dará cuenta de eso
viernes, 3 de octubre de 2008
Morir de noche entre tus brazos
herir mi alma a cuchillazos
saltar dando vueltas en el aire como el fuego
y morir de nuevo entre tus brazos
Hay veces en que me gusta
borrar a pisotones la luna de los charcos.
Espantar al sol con mis pulgares
y crear mariposas con las manos.
Otros días prefiero simplemente
yacer como indefenso ante mi sombra
buscar entre mis ojos las palabras,
y dejar que sea la luz la que me esconda.
Hay días que pateo con soberbia
las nubes que el cielo me disponga
y dejo traspasar entre los dedos
el tiempo y el viento que te nombra.
Las noches de locura las enfrento
baleando el cielo negro con mi lengua
bebiendome de una las estrellas
peleándo tercamente y sin tregua.
Y los gritos sin sonido me despiertan
y las lunas con sus sombras se anochecen
y mis labios y tus manos que no aciertan
a decirle adios a las cosas que adolescen
martes, 23 de septiembre de 2008
El último mojón
El arma descansaba todavía cargada y algo caliente sobre el asiento del acompañante, como irónicamente. Tantas veces ese asiento había soportado el peso de ella, y ahora se veía resignado bajó el liviano peso del arma que la había ultimado.
Él iba sumido, ahora, en sus pensamientos. Sin pensar en nada, y pensando en todo a la vez. Las últimas palabras que le dijo eran promesas de amor eterno. Había sido dulce, como nunca lo había sido antes. Justamente él, que era el mejor en lo suyo, se caracterizaba por ser el más frío. Pero esta vez había sido distinto. Esta vez, el valor del premio era mucho menor a la pérdida en el juego.
Ella no había gritado, no había llorado, no se había resistido. La sorpresa en su rostro había durado hasta el último minuto. Hasta que sus ojos se vaciaron de vida, su rostro había implorado por una explicación, pero su boca no se movió: no había emitido palabra. Sólo un brillo en los ojos, sin llegar a ser lágrima, había denotado su dolor. No miedo por saberse al borde de la muerte, sino dolor por saberse traicionada.
Ahora, de camino a su casa (solía decirle guarida bromeando con sus amigos, pero internamente, hoy no quería usar ese término), él también tenía los ojos vidriosos. Los nudillos estaban poniéndose blancos debido a la fuerza con que tomada el volante. Iba calmo, o eso aparentaba. La vista fija en el camino, el pie firme en el acelerador. La ruta pasaba, y él la imaginó como metáfora de su vida. Kilómetro tras kilómetro, sentía que su vida estaba llegando a su destino.
Un bache en la ruta lo devolvió a este mundo. E instintivamente, miró al asiento de al lado. Silenciosa, el arma cargada lo obrservaba como el clérigo escuchando confesiones. Ambos sabían que no iba a repetirse algo así, pero a la vez, sabían que no era posible seguir de esa manera.
Tomó el arma, y pasó el pulgar por el seguro. Era muy extraño sentir tanta afinidad con algo tan terrible. Sentía que había nacido con un arma en la mano. Sentía el acero como uno más de sus dedos. Sentía la culata como parte de la palma de su mano. La naturaleza con la que manejaba el arma sería alarmante para cualquier otra persona. Pero él era conciente del poder que tenía en tan poco peso.
Jugó con el arma unos kilómetros (ya casi se le hacía imposible contar el tiempo en minutos), y la volvió a dejar sobre el asiento derecho. La radio cambió una vez de ritmo musical, y se le hizo insoporable. La apagó, pero esto fue demasiado.
En su cabeza, dentro suyo, la música dejó de sonar para escuchar los sonidos irrevocables de unos kilómetros atrás. Su voz (la de él), diciéndole que la amaría tonta y eternamente, mientras le acariciaba el pelo negro. Sus ojos (los de ella) llorando sin sonido y sin lágrimas, como esos gritos no lanzados de las pesadillas. Su arma (la de él) iluminando por última vez el cuarto. Su vida (la de ella) escapándose de este mundo.
Miró hacia el espejo derecho del auto. La lluvia estaba parando, las gotas de la ventanilla derecha le asemejaron el rostro pálido de la mujer que en ese preciso instante, ahí, en ese kilómetro, estaba a una hora de distancia, desangrada en una habitación todavía tibia.
Puso las balizas y acercó el auto a la banquina derecha. La lluviá volvió a caer fuerte.
Desde afuera, sólo se veían las luces bajas iluminando hacia adelante una banquina silenciosa, la luz intermitente de las balizas a los costados y la suave luz azul de la radio del auto.
Y de pronto, la luz del último disparo que él dio.
viernes, 19 de septiembre de 2008
EL Vaso y la Sien
El ventilador de techo hacía intermitente la luz en una atmósfera de humo y calor. Las luces de la calle parecían ajenas a la escena.
El primero de los arlequines (uno gordo y con el tiempo encima), se levantó a cerrar la ventana. El segundo, más flaco y calvo, rebuscaba en su bolsillo, tratando de encontrar un nuevo cigarrillo. El tercero, joven y sereno, tenía la mirada perdida.
Ahí era el tiempo. De un movimiento preciso tomé el vaso (el licor que estaba dentro no parecía muy sano). Miré alrededor y me mojé los labios. Desde ese entonces me hice adicto. Y quería más.
Pero ingenuo como siempre, caí en la trampa.
Una estruendosa carcajada se oyó detrás de mí. El gordo se había dado cuenta. El frío del acero en mi nuca era casi tan amenazador como las miradas de los otros dos, que ya habían vuelto a este mundo. Y sus palabras…
-“¡Ay, pendejo..! ¡Como si no supieras que tendrías que haber arrastrado el culo un poco más! Sabemos que preferís la merca ya empaquetada. ¡Qué boludo sos!” Mezclaba el gordo y me daba a cortar.
Yo miraba todo. Los tres mercaderes me rodeaban. La vida se me extinguía, podía sentirlo. Aunque…
De repente, las sirenas inundaron la habitación. La voz del megáfono era clara. ¡Verdad o consecuencia mi amor!
Toda la calma se convirtió rápidamente en un quilombo de gran alcance. Las balas comenzaban a silbar.
Todo confuso. Gritos, tiros, todo en una.
A lo lejos, los bigotudos tiraban, quién sabe si bien o mal.
Entonces un grito. Y ahí como si nada, el gordo en el piso, sintiendo que la vida se le iba por el agujero en la frente. Me clavó la vista: “Pendejo, todo esto es por vos...” Y cruzó la raya. Así nomás.
Los otros dos, cagados como lombrices, tiraron los fierros y murieron por voluntad propia.
Pensé rápido, corrí aún más. Me pareció sentir el auto detrás de mí.
Llegué y llamé a la puerta. Allí salió ella, con sus grandes ojos marrones y su cara de asombro. Me abrigué en su pecho.
Esa noche dormí entre sus piernas, meditando.
Ahora sabía cómo iba a terminar. Viejo, gordo y con un tiro en la sien.
martes, 16 de septiembre de 2008
¿Esto es la justicia poética?
En ejercicio de sus facultades
llama al banquillo de los acusados
a Don Pan, con el fin de condenarle
Que aún sabiendo que el robo es ilegal
y es castigado con pena de prisión
no dudó en arriesgarse a tomar
la bolsa ajena de sobre el mostrador
Por esta causa, motivo y situación
este tribunal propone castigar
al acusado culpable de esta acción
Privándolo de toda su libertad.
Constando en actas esta resolución
Declarando CULPABLE al señor Pan.
lunes, 15 de septiembre de 2008
La tele: fuerte, la cerveza: fría y los homosexuales: locas locas!
XXX: ¡Ay sí! vi en la tele. Me parece bárbaro. Me cae muy bien. Me parece perfecto que se muestren así como son los dos, sin problemas.
Panito: ¿Y qué problemas van a tener?
XXX: Y... No sé. Viste que como son gays... Pero está bueno que lo digan así, abiertamente, y que no tengan problemas para nada...
Panito: ... No pienso contestar más nada...
¿No es hora ya de que dejemos de asombrarnos porque un homosexual se muestra tal cuál es? Digo... Nadie va por la vida declarándose heterosexual ¿no? Entonces, ¿por qué sí o sí tienen que hacerlo los homosexuales? Después de todo, ya sea una elección de vida, o algo de nacimiento, es cuestión suya.
Me suena tan discriminatorio el decir "qué bueno que vayan así por la vida sin problemas de ser homosexuales" como decir "sos un puto de mierda". O como decir: "No, si a mí me caen muy bien los judíos. Tengo amigos judíos". ¡No! Eso es lo mismo que decir "los judíos son diferentes, pero bueno, los aceptamos".
El mundo avanza. Hay miles de cambios. Pero en tantas cosas, seguimos como hace muchísimos años.
jueves, 11 de septiembre de 2008
Minhistorias
Vía aérea, la empresa Aires del cono Sur despacha como carga un perro. El destino del animal es Ushuaia, en bodega presurizada y acondicionada. En la ciudad austral, una anciana espera con ansias a su Chiquito (tal el nombre del perro, como todos los perros de ancianas).
Al llegar el vuelo, los empleados de la parte de cargas de ACS encuentran que, lamentablemente, el animal está muerto en su jaula. Se asoman al hall del aeropuerto, y ven a la anciana, medio encorvada ya, buscando entre las valijas que pasan en la cinta sin fin (cada vez quedan menos, Chiquito ya debe estar por aparecer), la jaula en donde viajó el animal. Los empleados de la línea aérea se apiadan de la viejita, y salen en busca de un animal igual al que se encuentra en la jaula. Por esas bondades del destino, ven a uno en el estacionamiento del aeropuerto. No pueden creer su suerte: el perro encontrado es exactamente igual al que yace muerto en la jaula. Es más, los empleados de ACS empiezan a pensar que hasta debe pesar lo mismo que el pobre Chiquito.
Alegres, con la sonrisa a flor de labios, salen al encuentro de la anciana, llevando la jaula con el nuevo Chiquito retozando y jadeando dentro, entre asustado y ansioso por saber qué le pasará.
Llegan a donde está la anciana, y con mucha cortesía esbozan el ya ensayado: "Disculpe la demora señora, estábamos tratando de despertar a su perro".
La vieja empalidece y casi se desmaya al ver dentro de la jaula. Mirá asustada hacia todos lados. Los empleados, temiendo que haya descubierto el fraude, intentan un tímido: "¿Algún problema señora?". A lo que la anciana, con el último aliento que parece quedarle les contesta: "Sí, no entiendo nada. Chiquito murió ayer en Buenos Aires. Mi familia me lo envió para que yo lo entierre aquí en el sur, en donde había nacido..."
II
Alejandra es una chica hermosa. Alta, esbelta. El pelo moreno rizado le bañaba los hombros. Tenía ojos marrones y una mirada intensa. En conjunto era una mujer que llamaba mucho la atención. Era saludable, hacía ejercicios y comía sano. Era, sobre todo, una mujer buena, de las que vale la pena tener al lado.
Sin embargo, nunca había tenido una relación amorosa duradera. Se había enamorado alguna que otra vez, y se sentía atraída por muchísimos hombres. Y éstos por ella. Pero Alejandra tenía un problema: era alérgica al Ph de las feromonas que la atraían. En cuanto entraba en contacto con la piel de un hombre que la atraía, o la interesaba, Alejandra se llenaba de manchas en la piel, y se hinchaba como pan en el agua. Podía hablar con esos hombres, pero no por mucho tiempo, ya que las reacciones eran más lentas si "inhalaba" ese Ph, pero eran las mismas al fin.
Había probado con muchísimas cosas para tratar de anular ese Ph. Hasta había hecho bañarse en jugo de limón a Gastón, el hombre que más le llegó al corazón. Pero nada de esto había resultado.
La ciencia todavía no había llegado a crear algo que anulara permanentemente el Ph de las pieles que la atraían. Pero había habido algunos avances en los últimos años. Algunos desodorantes (carísimos todos ellos) tenían un efecto reducido de la cura para Alejandra. No anulaban el Ph, pero lo disfrazaban durante un par de horas.
Claro, para eso, Ale tenía que tener la suerte de conocer a un hombre con el poder adquisitivo necesario, el gusto por esos desodorante, y encontrarlo menos de dos horas después de salir de su casa. Y rogar que llevara consigo el desodorante.
Por las noches, Alejandra reza para que se encuentre algo para solucionar el problema de su alma. Y se duerme pensando en qué irónico es que Alergia sea un anagrama de Alegría
III
El lugar, el restaurant, era perfecto. El ambiente justo. Un poco de Jazz (algo de Porter cantado por Fisztgerald), luz tenue, poca gente, buen aroma de los platos, mozos atentos...
Pero lo más importante es que ella era perfecta. Había esperado tanto esa noche, que casi no pudo dormir una semana antes. Costó, pero lo había logrado. Corrijo: Todo en ella era perfecto. El pelo, rojo como el ocaso, estaba prolijamente peinado, con ese mechón que le caía entre los ojos de una manera tan casual que le había costado tres horas arreglarlo. Sus ojos verdes resaltados por el rimmel tan cuidadosamente aplicado. Su boca roja, como haciendo juego con su pelo, que invitaba a perderse en ella hasta el fin de los segundos. Su maquillaje tan meticuloso que casi no se notaba. Su vestido. Ese vestido que tanto había ansiado y que por fin encontraba una oportunidad para lucir. Sus curvas delineadas contra el resto del mundo dejaban en segundo plano todo lo demás. Su altura imponente, su paso seguro. Su dulce voz melodiosa. Todo. Completamente todo era perfecto en ella...
Y él la dejó de todas formas.
IVUna chica, hermosa, alta, morocha, muy bien vestida, está esperando en la parada del 110. El día está nublado y hace frío, pero a ella no parece importarle. Mira ansiosa la avenida esperando que venga el colectivo. Llega el primer interno, pero lo deja pasar. Lo mismo con el segundo y el tercero. El cuarto, el quinto y el sexto corren la misma suerte. Empieza a llover, pero ella sigue sin subir a ningún colectivo.
Un policía se le acerca a preguntarle si se sentía bien, porque la había visto parada allí desde hace más de tres horas sin subir a ningún interno.
- "Estoy perfectamente" - Dice ella -" Espero al amor de mi vida. Me dijeron que iba a venir a la parada del 110 hoy"
El policía la mira extrañado y se aleja.
Pasan dos horas más, pero ella sigue allí, parada inmóvil mirando a la avenida esperando al micro que traiga a su amor.
Cuando empieza a hacerse de noche, se acerca a la parada un interno de la línea 162 fuera de recorrido. Se arrima al cordón y abre la puerta al lado de ella.
- "Llueve mucho " - dice el chofer - " ¿Por qué no subís?"
Ella lo mira inquisidoramente.
Se toma del pasamanos y sube. "de un peso" le dice mientras espera el boleto
"No" - Contesta él, admirando su belleza - "estoy fuera de línea. Para vos, el viaje es gratis."
El sueño de la vida de Jorge había sido llegar a ser probador de colchones en Sueñolindo, la empresa familiar desde hacía más de 50 años. Y lo había logrado. La noche anterior no durmió nada: no por la ansiedad del nuevo trabajo, sino para estar completamente preparado para su jornada. La cara de su padre no podía expresar mayor orgullo por su único hijo en cuanto vio entrar a Jorge con cara de dormido a la fábrica. Su primer día de trabajo sería sencillo. Probaría un colchón de una plaza, de 20 cm de altura. Si trabaja bien y dormía con fuerza, pronto llegaría a probar los colchones de dos plazas de 30 cm. Y si ponía muchísimo empeño en trasnochar, salir de fiesta por las noches y no dormir fuera del trabajo durante los próximos meses, seguramente para fin de año pasaría a probar los sommiers de resortes.
Sólo tenía que llegar demacrado y sin dormir cada mañana.
Obviamente, Jorge renunció a los dos meses. Ese trabajo no era para él.
lunes, 8 de septiembre de 2008
La visión de la Muerte
Nota del autor: Esto ya había sido publicado en un blog ya inexistente. Sé que no está ni bien escrito, ni es una pieza digna de algún libro de Poe. Sin embargo, quizá porque fue un sueño verdadero, quizá por algún enamoramiento sin sentido del autor con su obra, creo que "La visión de la muerte" merece un espacio en El Blog de Panito
Tic
Gonzalo se despertó sobresaltado. La oscuridad le oprimía los ojos. El sueño había sido mucho peor esta vez. Antes, por lo menos lograba despertar antes de que lo mataran. Hoy el sueño se había prolongado un poco más. Hoy había visto no sólo cómo había sido su muerte, sino cómo había sido todo después. Recordaba haberse quedado tirado en la calle, con el tiro en la sien, mirando cómo los autos pasaban en la avenida. Eso era de lo más extraño. Sabía que había muerto, sentía el calor de su sangre corriendo por la mejilla. Sentía cómo la vida se le iba, que ya no respiraba. Sin embargo, sus ojos habían quedado abiertos y él seguía mirando todo. Su vida ya no estaba, pero su vista seguía ahí. Y evidentemente, la parte del cerebro que registraba las imágenes también estaba funcionando. Era una tortura. ¿Por qué no terminaba de morir? Era peor esto. Saber que el mundo seguía ahí, con su lento girar de todos los días, pero su vida ya no ayudaba en nada a eso. Siempre había supuesto que el mundo dejaba de existir si él no estaba ahí. Ahora se daba cuenta de que no era así. Al fin lo había descubierto: el árbol seguía haciendo ruido a pesar de que no hubiera nadie para escucharlo. Y él seguía ahí tirado. Viendo la vida pasar a pesar de que la suya no pasaba. Era horrible. Descubría que su vida era sólo una más...
Tac
El relámpago afuera precedió al trueno como siempre. Gonzalo sentía su corazón golpear fuerte en el pecho. Acostado boca arriba en su cama, seguía si poder ver, aunque el rayo le había dado un panorama de cómo estaba su habitación. Tal cual la había dejado al dormirse un par de horas antes. Con las sábanas un poco más revueltas quizá, consecuencia del sueño. Se llevó las manos a la sien. Estaba húmeda, pero no era la sangre caliente, sino más bien ese sudor frío que le brotaba cuando soñaba eso. Cerró los ojos, era lo mismo que tenerlos abiertos, ya que no veía nada. Todavía tenía el refusilo del rayo en las retinas, por lo que aún podía ver su habitación iluminada de azul. Trató de contener la respiración, para lograr reducir un poco el golpeteo del corazón, pero desistió casi al instante de pensarlo. El estar sin respirar le hacía pensar que estaba muerto. Y en este momento necesitaba abrir los ojos para saberse vivo. Pero su muerte había seguido con los ojos abiertos, así que se obligó a quedarse como estaba. Después de todo, el golpeteo del corazón era reconfortante. La vena latiendo fuerte contra la sien también. Era lindo saber que estaba vivo. Ahora que conocía la muerte, la vida parecía más linda todavía. Otro trueno. Ahora no había visto el refusilo, y sin embargo, sabía que había estado ahí...
Tic
La sangre ya formaba un charco en el piso alrededor de su cabeza. Podía ver el borde del pequeño lago carmesí alejarse de él. Y la gente pasaba sin notarlo. Quería gritar, pero ni siquiera en los sueños los muertos gritan. Eso era lo más desesperante. Sentir la sangre caliente corriendo por la piel que se iba enfriando de a poco sin que nadie lo notara. Los ojos seguían fijos, seguramente vidriosos. Las pupilas comenzaban a dilatarse, casi podía sentirlo. En ese momento, cada centímetro de su cuerpo estaba completamente conectado a él. Sentía cada parte, cada célula. Sentía sus uñas, su pelo. Sentía todo. Y sin embargo, no sentía nada. Estaba muerto, desangrándose y viendo cómo no le importaba a nadie. Algo mal había. Dios no era tan malo como para hacer ver a alguien qué poco importaba su muerte. La desesperación de la inmovilidad era la última pulsión. Quiso gritar de nuevo. No pudo. La sangre comenzaba a acabarse...
Tac
Tenía que levantarse. Tenía que demostrarse a sí mismo que no estaba inmóvil, que la vena y el corazón golpeando no eran una ilusión. Tenía que pararse, encender la luz y darse cuenta de que todavía veía. Pero el recuerdo del sueño estaba tan patente que tenía miedo de no poder hacerlo y darse cuenta de que en realidad estaba muerto y no podía solucionarlo. Un nuevo trueno y la lluvia que empezó a sonar impertinentemente contra el vidrio de la ventana. Tenía que levantarse, y sin embargo no se animaba. El miedo a la muerte era más duro ahora que no sabía si estaba vivo o no. Estaba paralizado, sudado y con el corazón latiendo a más no poder. Notó que la mano le empezó a temblar. El corazón parecía querer escapar de su pecho. Los ojos ciegos buscaban la luz. El próximo relámpago lo animó. Se quiso poner de pie...
El corazón dejó de latir...
Tic
viernes, 5 de septiembre de 2008
Actualidad con Panito
"Prohíben a los médicos porteños usar el ambo fuera del hospital": La medida es para evitar que lleven de afuera gérmenes que puedan contagiar a los pacientes. Digo yo, ¿no es mejor hacer una ley que abastezca a los hospitales de antibióticos? Después, que se vistan como quieran!
"Cobos está dispuesta a volver a la UCR pero sin condicionamientos": Pregunto: ¿No es eso una condición? ¿Quién lo entiende vice?
"Todo planeado: Alessandra Rampolla confesó que está a dieta porque quiere ser madre en 2010": ¿Piensa comerse a un bebé en 2010? No me jodan... no va a hacer dieta para cuidar su figura...
"Ex funcionario detenido asegura que no tiene ninguna vinculación con la ruta de la efedrina": Según fuentes oficiales, declaró "¡yo sólo cobraba el peaje!"
"Castigo mínimo: Méndez recibió sólo tres fechas de suspención por la patada voladora a Falcao": ¿Cómo mínimo? ¡está perfecto! Una fecha por cada costilla que le quebró.
(Fuente: www.minutouno.com)
"Gaby Álvarez lanza su libro hecho en prisión": Lo peor de esto, más allá del shock de enterarme de que este muchacho sabe escribir, es que al parecer, le permitían salir de la cárcel para presentarlo... PERO SU ABOGADO NO LO DEJO... Gaby, con las regalías del libro, buscá otro leguleyo, porque este no te quiere nada...
(Fuente: www.infobae.com)
"Aerolíneas: Auditores no encuentran 4 aviones": Chicos... ¿probaron mirando para arriba?
(Fuente www.criticadigital.com.ar)
"Piden que se sancione una ley de protección para autistas":Los beneficiados no dieron notas ni hicieron declaraciones. Del gobierno se dice que fue la mejor marcha que les pudo tocar "no hicieron nada de ruido, ni se movilizaron a ningún lugar. Un ejemplo del pueblo que queremos" (perdón, pero un chiste negro tenía que haber)
(Fuente: www.clarin.com.ar)
"No soy la cornudita conciente a la que engañas y te perdona": Tranquila Naza, todos sabemos que no tenés conciencia! De tenerla, ya te hubiera hablado hace mucho!
"Diputados aprobó la movilidad jubilatoria esta madrugada" Sí, dijeron Muevan a estos viejos de acá que huelen a Heno de Pravia
(Fuente www.larazon.com.ar)
Mighty, mighty
Mucho groove, mucha buena onda negra, mucho falsete.
Ideal para empezar un viernes gris y frío en la ciudad.
Ahora, las siete horas que quedan se pasan mucho mejor!
jueves, 4 de septiembre de 2008
No existe la mala publicidad ¿No?
Foto del sanatorio, flamante y nuevecito, con efecto de rompecabezas (la publicidad es como si fueran 3 fichas de un puzzle bien enganchadas entre sí). Hermoso el sanatorio eh!
Lo extraño, es la leyenda que reza:
Sanatorio X, ya lo reconstruimos.
Ahora sólo faltas vos.
(¿?)
¿No es muy negro algo así?
Digo, en este tren de publicidades nefastas, podríamos ver:
Velatorios Pichiruli, lo estamos esperando
Cementerio Jardín de paz La lucecita: Venga y descanse tranquilo en nuestras cómodas instalaciones.
Morgue Judicial: Todo lo que ud. esperaba en su vida... y más!
viernes, 29 de agosto de 2008
Inmobilus
El tiempo es rápido, pero él lo es más. Parpadea, aplaude transpira.
Emite ruidos guturales. Esos ruidos primitivos, antiquísimos, salvajes.
Se tapa los oídos, se desgarra la piel con las manos. Se gasta las uñas en los brazos. Se fulmina.
La habitación no logra contenerlo. Él, testigo silencioso de los juegos absurdos de un Dios cansado de saberlo todo, se conforma simplemente con moverse así, como ahora, con toda la velocidad que le permitan sus miembros.
Mira su sombra: fiel contorno reflejado de ausencia de luz. Sabe que no es de allí, él pertence a otro lado. Sin embargo, las paredes (y su propia piel) le hacen ver lo contrario: en este momento, en este preciso instante, él está aquí, tan aquí como su sangre, salpicada en el piso y las paredes.
Nubla los ojos, se debate. Siente cómo los pelos de la nuca se levantan, cómo se le eriza la piel. Siente el frío temblor de sus muslos, y el sudor producto de sus movimientos.
Llora.
Irremediablemente, su destino es moverse. Y permanecer en el mismo lugar
Pregunta del día N° 18
Digo... como sólo trabaja en Navidad...
Besos y abrazos...
Otras culturas, otros países, ven en esto algo pseudo-homosexual. Para el argentino, el saludarse con un beso es algo de lo más natural: Somos mucho más apegados a los amigos, a los compañeros. Somos más demostrativos, exteriorizamos más...
Recuerdo cuando recién empezaba esto de que los argentinos se saluden con un beso, que en los partidos de fútbol internacionales, las hinchadas rivales cargaban a los jugadores argentinos que se saludaban así ante un cambio, o al final de un partido.
Sinceramente, ésta actitud está tan arraigada acá, que ya ni nos damos cuenta, ni nos molesta, ni nos parece para nada homosexual.
Sin embargo, hoy por la mañana algo me resultó raro, incómodo.
Fui hasta el baño a lavar mi mate para arrancar la mañana. Ya dentro del baño me encontré con alguien más, en el sector de las bachas, mientras él se lavaba las manos, y yo lavaba mi mate.
Lo que sigue, es lo que resultó raro, y que imagino, alguien de otro país miraría espantadísimo:
Entraron dos personas más y, como no las habíamos visto, nos saludamos. De repente, éramos cuatro hombres saludándonos con besos dentro del baño de caballeros...
No sé. Me pareció algo muy loco.
jueves, 28 de agosto de 2008
Emancipezación
Hace dos o tres días, uno de ellos (Quevedo, que así se llama) empezó a no nadar más, y se "encallaba" en el fondo, y se quedaba ahí, como deprimido.
Para que no apeste a los demás peces, ante la posibilidad de que tenga algo malo, lo sacamos de la pecera y lo dejamos en un frasco con agua y un poquito de comida. Esto fue ayer a la tarde.
Hoy llegué a la mañana, y estaba nadando como si no tuviera nada.
Para mí que se quería ir a vivir solo. ¿Necesitaría su propio espacio?
Memento Musical
No sé de dónde la saqué. No la escuché en ningún lugar, no soñé con estar en la rambla y detesto Mar del Plata.
¿Por qué será que siempre se nos pegan esas canciones pedorras? Porque, ok, ponele que esté bueno escuchar eso en alguna situación... pero ¿todo el día? ¿No es como una tortura inconciente?
Suelen pegarse esas canciones que jamás cantaríamos a viva voz estando solos. Nunca se me pega una canción de los Beatles. Siempre es algo así.
Tal vez sea la forma en que tiene el cuerpo de asquearnos de ellas como para que no queramos escucharlas o cantarlas nunca más (algo así como darle de fumar un cartón de cigarrillos de corrido a tu hijo si lo encontrás fumando).
Pero, mientras tanto, es muy molesto.
Y ahora me voy
Me encuentro soooloooo, sin un amooooooor / me encuentro sooolooooo, bajo la rambla estooooy...
miércoles, 27 de agosto de 2008
Ao Vivo
Creo que ella lo decía por otra cosa, pero me hice disparar hacia el lado de la gente que realmente tiene un personaje grabado previamente, y se limita a, en la vida real, ir pasando de un track a otro sin ponerse a pensar siquiera si la grabación condice a la conversación actual.
Creo que todos, en algún momento, hicimos playback de nuestra vida. Porque sencillamente, en muchas situaciones es mucho más fácil o más políticamente correcto el recurrir a frases hechas, lugares comunes y a respuestas que no nos comprometan.
La cuestión es cuando ese playback es un disco eterno. Como un loop que se repite hasta el infinito, nuestro disco grabado nos llena la vida sin permitirnos vivirla en vivo y en directo. Y eso es malísimo.
Por eso, es mucho mejor el show en vivo. Vivir la vida improvisando de vez en cuando no está mal (Obviamente, ser un improvisado también es horrible, ambos extremos son aborrecibles). Pero que la gente sepa qué es lo que vas a decir en toda situación, te convierte en una persona muy poco interesante.
Y para ese tipo de personas, ya tenemos la televisión.
Propongo definitivamente destruir los discos de nuestros personajes, y desafinar en vivo, pero con honradez.
Un desperdicio...
Y tengo muy pocas oportunidades de usar "Hurañía"...
martes, 26 de agosto de 2008
Pregunta del día N° 17
Digo ¿no? Porque si estás deprimido, no pongas a Ismael Serrano, porque lo único que te falta es el revólver cerca...
Sería mucho más productivo poner algo bien arriba, como Los Auténticos Decadentes o algo así...
Bah... no sé. Me parece.
Yo no pondría un tango si me dejó mi mujer, se murió mi vieja y me abandonó mi perro...
¿Y uds?
miércoles, 20 de agosto de 2008
Panito was there
¿Sabrá la gente linda que se hace rica vendiendo este tipo de ideas lo traumático que es para la oruga (en este caso) pasar por esa situación? ¿Se darán cuenta de que esta lindocracia en la vivimos es una mierda para la gente que no está dentro de esa elite de belleza tan mentada que nos venden los medios?
¿O es que son tan débiles de cerebro como para no darse cuenta de la crueldad de su hermosa publicidad?
Mátense.
Estoy pensando seriamente en no consumir más de esa gaseosa.
miércoles, 13 de agosto de 2008
Sí sos vos... yo te conozco!
De todas esas, hasta ayer, hasta un post de Lady Mermeladita, pensaba que la peor de todas las frases que le podemos decir a alguien a quien le tengamos cariño, afecto o incluso amor, era la famosa: "No sos vos, soy yo".
¡Qué cruel me parece esa frase". Porque nunca soy sólo yo. Siempre sos vos. Sos vos quien no supo hacer que te ame. Sos vos quien no supo mantenerme a tu lado. Sos vos, quien se va a quedar con todo ese amor que siente por mí en soledad, sin la parte amada, sin destinatario de suspiros...
El "no sos vos, soy yo" es algo que todos alguna vez hemos dicho, tal vez, queriendo suavizar la situación. Como queriendo usarnos a nosotros mismos de chivo expiatorio, como un último manotazo de ahogado para no herir más a esa persona que alguna vez amamos.
Pero no.
Si lo analizamos bien, es preferible no dar ese último mimo. No acariciar más, y decir, simple y directamente, que sí sos vos quien está fallando, y yo ya no puedo seguir así. Porque, de última, si YO no te amo más, el problema no es mío, sino tuyo. Vos te quedás así, en soledad, y sin perro que te ladre.
Esto era hasta ayer. Hasta ayer, yo no había pensado en una frase más cruel.
Hasta que encontré "Ya no te conozco" o su variante "ya no sé bien quién sos".
Esto es todavía más curel, más hiriente, más desalmado. Porque si no te amo más, es porque te conozco lo suficiente para saber que no sos la persona para mí. Si llegamos al punto de "No sos vos, soy yo" es porque ya nos conocemos sobremanera como para saber que ya no hay rincones en donde podamos amarnos.
Pero: ¿"Ya no te conozco"?
Es como volver al principio. Como decir que nunca pasó nada. Como volver al jardín de infantes y ver que no somos nada, y tenemos que buscar alguna excusa para conocernos, un juguete, un juego, algo.
Es volver a antes de la primera cita, del primer beso, de la primera vez que nos miramos a los ojos.
Es deshacer todo lo vivido, todo lo compartido, todo lo construido a la par.
Es la única acción que no debería pasar. Desenamorate de mí, pero por méritos míos. Desenamorate porque llegaste a conocerme tanto que sabés que no soy para vos. Pero no conocerme, es matarme de una manera muy sútil.
Amelie Nothomb, en Metafísica de los tubos, dice que un día se enoja con el hermano, y no lo nombra más. Y descubre de esa forma que sin nombrar a alguien puede hacerlo no existir. Imagínense lo que es desconocer a alguien...
Sigo buscando frases terribles para gente amada... Pero me parece que peor que esta, no va a haber...
martes, 12 de agosto de 2008
A veces me hago bien
Como se dice, nunca tuve que salir a "hombrear bolsas al puerto"; aunque cabe decir que tampoco es que el laburo me lo llevo de arriba.
Sin embargo, son pocas las veces que encuentro un lugar y un tiempo para mí solo. Siempre hay algo que hacer, o algo que ensayar, o algo que practicar... Ojo, disfruto de esas cosas. Pero no es algo que haga solo.
Por eso, quizá, sea que disfruto tanto el bañarme. Preparar la bañadera, llenarla con agua bien calentita, algunas sales (sí, mi lado metrosexual, por no seguirle la corriente a las malas lenguas), encontrar la temperatura justa y descansar bajo el agua. Todo eso hace que ese momento, así de chiquito, así de simple, sea infinitamente placentero.
Mi bañadera tiene algo de especial: cuando sumerjo la cabeza en el agua, se apagan todos los ruidos de mi departamento, pero por otro lado, se encienden ciertos ruidos de todo el resto del edificio. Algo así como lo que le pasaba a Constantine... pero sin el infierno...
Hoy, sin ir más lejos, ni bien el agua me tapó los oídos, comencé a escuchar más agua, como fluyendo. Como si una lluvia intensa se desatara debajo de mí, inasible, incontenible, pero completamente real.
Los que me conocen saben que si hay cosas que me atrapan y me obnubilan, esas son el fuego y el agua. No puedo evitar quedarme horas si es posible mirándolos. Quizá sea eso de ser constante y cambiante a la vez. De ser siempre el mismo fuego, pero nunca la misma llama; siempre el mismo mar, pero nunca la misma ola.
Entonces, hoy no sólo me relajé con el agua que me rodeaba, sino con el fluir de ese otro agua distante, vaya uno a saber de qué departamento. Ese arrullo líquido que relajaba todo lo que podía mi cuerpo cansado.
Entonces, encontré que podía hacer cosas que de no estar en el agua, no podría hacer. Comprendí que si prestaba mucha atención, podía localizar el sonido de mis latidos. Sincopados, cada vez más lentos, acompañando ese estado de paz en que me adentraba.
También noté que si quería, podía elevar el sonido de mi respiración (que se entienda, no respiraba más fuerte, simplemente, oía más mi respiración) por encima de ese sonido de latidos. O, también a voluntad, dejar los dos sonidos casi al mismo volumen, y combinar los latidos en mi pecho con el aire entrando y saliendo de mis pulmones: Cinco latidos inhalando, cinco latidos exhalando.
Así fui conciente de que tenía otro grado de dominio de mi cuerpo. Uno mucho más profundo.
Y así me entregué al simple, básico y necesario hecho de respirar.
Entonces, una vez con todo eso ya controlado, pude liberar un poco más el pensamiento, y rever todo. Y cuando digo todo, es precisamente eso...
Pude pensar en las cosas que ya logré en mi vida, en las cosas que voy a lograr, en aquellas que jamás voy a alcanzar.
Pensé en mi familia, en la que está y la que no está. Y qué orgullosos y / o decepcionados pueden estar del hombre que soy.
Pensé en mis amigos, también en los que están y los que no. Pero más en los que están, que son los que fueron quedando a través del tiempo, a base de imponer su cariño por sobre todas las demás cosas.
Pensé en mi amor, en ella, como siempre pienso. Pero no había mucho que meditar ahí: pocas veces estuve tan seguro de algo en mi vida. Sólo me basta con saberla feliz.
Pensé en olores, en sabores en gustos. En viejos paisajes conocidos, en nuevos lugares que voy a conocer. Lo mismo con los rostros y la gente nueva.
Pensé, pensé y pensé.
Entonces me ducho, como para volver al mundo (tampoco hay que abusar de los paraísos). Y me puse a escribir.
Sin sentido, como siempre. Sin ningún punto de vista, ni ninguna opinión.
Sólo por contar...
viernes, 8 de agosto de 2008
Feliz asustario
Pregunta del día N° 16 (temática)
- ¿De dónde sacaba dinero para vivir la Bruja del 71?
- ¿Cuántos patios tenía la vecindad? Porque siempre se mostraron dos, y a cuatro departamentos por patios, no entiendo cómo figuraban el 14 y mucho menos el 71 ¿no?
- ¿Cuál es la relación divina o satánica de la CH en los personajes de Gomez Bolaños? (N. de R: Chespirito era, a la vez, el Chavo, el Chómpiras, el Dr. Chapatín, el Chapulín colorado, Chaparrón Bonaparte... sin contar las palabras como Chipote Chillón, Chanfle... o a la Chilindrina)
- ¿Por qué los enamorados, como el Profesor Jirafales y Doña Florinda, nunca se besaban?
- ¿A ninguno de los mayores del programa le molestaba que los chicos fueran más altos que ellos?
- ¿Nunca Don Ramón tuvo que afrontar un juicio por maltrato de menores, debido a la forma que le pegaba al Chavo?
Ya se me van a ocurrir más...
jueves, 7 de agosto de 2008
Sectarios
- Floggers
- Emos
- Chetos
- Cumbianchas
- Jackass (¿?)
y no sé cuántos mas...
La verdad, entraño los tiempos cuando los grupos que nos separaban eran Hombres y Mujeres
Ave Fénix
I'm back baby
miércoles, 23 de julio de 2008
La hora señalada
Loca vida la de un blog, ¿no? Por más empeño que uno le ponga, llega un momento en que sucede una u otra cosa que lo lleva bien a ya no resultar interesante para la gente que lo lee, o bien no resultar interesante para quien lo escribe. Y no hay peor agonía para un significante que carecer de significado.
Está siendo el caso (o los dos a la vez, que es mucho peor), de sólo por contar.
Quizá sea la hora del tiro de gracia. No me animo, porque disfruté de muchos buenos momentos escribiendo (siempre disfruto de estas cosas). Pero tal vez sea necesario.
Este sería el segundo blog que mato, prácticamente por el mismo motivo.
Quizá pueda volver a renacer en otro, con el mismo nombre... o no.
Por ahora, vamos a dejarlo en reposo unos días, a ver qué pasa.
Sinceridad de doble interpretación
En horario de trabajo, irrumpe el director general de la empresa. Nos saluda a todos los que estamos trabajando y pregunta;
-D.G: ¿Qué hacían? - Y mirando a nuestro jefe, afirma - Estaban boludeando, como siempre, admitimelo.
- Jefe: Sí, estamos boludeando como siempre
-Panito (mirando al jefe, pero para que escuche el director): ¡O no! Estamos boludeando... ¡COMO NUNCA!
¿Qué habrá entendido el DG?
martes, 22 de julio de 2008
Pregunta del día N° 15
N del R: Para mí, siempre fue "terrome, terrome, tesín, tesán..." pero escuché en muchos lados que decían Terrame...
Capítulo 1, Tomo 2...
Lo hermoso de esto, es que vuelvo a disfrutar de un libro. Pero de una forma distinta. Porque el conocer la segunda parte es, de alguna forma, reencontrarse ahora con esos personajes, con ese mundo.
Desde mi forma de ver, la única manera de leer un libro, es adueñarse de él, y no por poseer el libro en sí, sino ser dueño (y parte a la vez) del mundo que el libro nos propone. Es vivir en New Orleans, o en Maine. Es ser amigo de los chicos que pelean contra pennywise. Es asistir a clase con Harry Potter, o estar en la celda con el vagabundo de las estrellas de London, tratando de cambiar la letra que aparece primero en el abecedario.
El libro cobra vida en mis manos y en mis ojos, y a la vez, mi vida cobra un sentido completamente diferente cuando lo leo.
Tal vez por eso mismo disfrute mucho más de los libros de saga que los otros. Por más que sean de menor calidad, los libros de saga te hacen reencontrar con esos amigos y esos mundos que disfrutaste desde que los conociste.
Buena vida a la literatura. Y largos días sobre la Tierra a nuestra imaginación cuando se encuentran en los libros!
lunes, 21 de julio de 2008
Ser amigo es otra cosa!!!
Más tarde, mismo domingo, pero a las diez menos veinticinco: el celular de Panito suena con un mensaje de texto, ahora para él. Ya más despierto, lee: "Feliz día del amigo"
El domingo es real, igual que los horarios y los mensajes. Es el 20 de Julio, "Día internacional del amigo". Y empiezo a enojarme mucho más que otras veces.
Primero, cualquiera que me conoce sabe que no "festejo" el día del amigo. Para mí, hay pocas cosas más falsas que los "día de..."
Y no estoy hablando del día de la bandera, o del de la independencia, que de última, son conmemoraciones y aniversarios de hechos históricos realmente importantes. Me refiero a esos inventos comerciales del día de la madre, del padre... o del amigo.
Según dice el mito, el día del amigo comenzó en 1969, obviamente, por invento de un argentino (que seguro era dueño de un todo por $2 o algo así), al que se le ocurrió la maravillosa idea de festejar que "toda la humanidad se hallaba unida viendo el alunizaje del hombre". Claro, no se acordó de que en ese momento, los rusos estaban odiando a los yankees por haber perdido la carrera espacial, o de que en seguramente en la mitad del globo la gente no veía TV.
¿No debería celebrarse, entonces, el día del selenita o algo así?
Porque, si es por juntarse a ver algo en la tele, cualquier final de cualquier copa del mundo de fútbol reune más gente que el alunizaje. Es más, podría decir que esa horrible actitud ochentosa de "nos juntamos en casa a ver una peli" (bien en el momento de explosión de los video-clubs) es una expresión mucho mayor de amistad. Por lo menos, es un por un deseo real y sincero de juntarse a hacer algo, y no porque sea tal fecha en el calendario...
Ya sé. en seguida saltarán los defensores de esta proto-festividad y me dirán (como tantas veces lo hicieron): "Bueno sí, es una cuestión comercial, pero es una excusa para juntarnos..."
Y digo yo: ¿Qué clase de amistad necesita de excusas de este tipo para juntarse? Vamos señores, si uno quiere juntarse con un amigo, lo único que tiene que decir es: "voy para allá" y se juntan. Es, desde mi punto de vista y forma de entender la amistad, inadmisible que se celebre una excusa para recordar a los amigos.
Y no, no me vengan tampoco con que es igual que un cumpleaños, o Navidad, o lo que sea. Eso es tan erróneo como todo el concepto del día del amigo. Uno cumple años (celebra su aniversario) sólo una vez al año. Jesús nació el 25 de Diciembre, y eso se celebra en Navidad. Pero uno no es amigo de alguien sólo el 20 de julio. Yo soy tan amigo de alguien el 20 de Julio como el 5 de Septiembre o el 3 de Otoño... No me jodan. ¡No se celebran estas cosas!
Saludos, y ¡feliz NO-día del amigo! ¡Hoy y todos los días!
jueves, 17 de julio de 2008
RRRRRRIIIIIICOS!
Conversación:
Panito: No se llaman cheese sticks o algo así?
Mili: No. No hay nada. Me lo confirmaron argentinos, no existen acá
Panito: Qué asco! Qué país de M...
Panito: Volvé!
Panito: No se puede vivir en un país sin chizitos...
viernes, 11 de julio de 2008
Pregunta del día N° 14
Entonces: ¿por qué cuando crecen y tienen edad y cuerpo para usar esas cosas andan de zapatillas todas rotas, sin maquillaje, con mochilas de Hello Kitty, pidiéndo tortas de cumpleaños con haditas y millones de cosas más que infantiles? ¿Eh?
martes, 8 de julio de 2008
Hausbrot
Mudarse es muchas cosas a la vez. Es la ansiedad por llegar y ver que tenés un espacio nuevo, tuyo, algo que te pertenece (aunque estás alquilando). Es tu sancta sanctorum, y está buenísimo.
Es volverse loco si las cosas no llegan, o no salen como queríamos que salieran, así de rápido, para poder disfrutar.
Es ponerse orgulloso de lavar un vaso, de colgar una lámpara o de instalar un lavarropas.
Es stressarse porque uno quiere lo mejor, y muchas veces lo mejor tarda más... pero llega.
Es cansarse, porque uno tiene que llegar a su (nueva) casa, y salir a comprar cosas, a cambiar cosas, a ver cosas. Es llegar muerto a tu cama, y no poder disfrutarlo por estar demasiado cansado.
Es limpiar, y que se ensucie en dos segundos. Es pintar, barrer, mirar, pensar...
Es una de las cosas más desgastantes que conozco. O que me pasaron.
Hace dos semanas que no estoy durmiendo practicamente. Hace una semana que ocupo MI departamento (bueno, en realidad, es NUESTRO departamento, sin Palla no sería nada).
Hace dos semanas que lo único que hago es llegar, cambiarme y salir de mi casa.
Por ahora como en una mesa ínfima, en donde a duras penas entran nuestros dos platos, los vasos y la fuente de lo que estemos comiendo. Por ahora, la bebida se deja apoyada en el piso. Esto va a a ser así hasta que nos traigan, en unos días, nuestra mesa.
Todo es distinto cuando te mudas. Te tenés que acostumbrar a ruidos nuevos, a silencios que antes creías imposibles. A iluminaciones extrañas. A vecinos nuevos que te cierran la puerta en la cara porque no te conocen y tienen miedo a que vengas a robar en tu edificio.
Mudarse es como correr 20 maratones juntos, después de haber comido 15 kilos de pasta. Es sentirse cansado, pero feliz.
Pocas cosas en la vida me van a generar tantas sensaciones juntas y tan contrapuestas: La alegría, la excitación, el cansancio, las espectativas.
Comienza un nuevo ciclo. Como ir al colegio, pero mejor. Como cambiar de trabajo, sí, pero mejor.
Es algo indescriptible.
Por suerte tengo a Palla, que sabe cómo llevarme.
Sala de espera
Pero de todas esas, la que me saca mucho, es que me cambien de planes a último momentos. Y no estoy hablando de cuando hago planes por placer, y me cambian el lugar de la salida, o la hora, o lo que sea. No. Hablo de cuando planifico mi día para hacer todo (soy bastante exacto en cuanto a medir tiempo se refiere, por lo que no suelo equivocarme mucho con mis cálculos).
Me molesta sobremanera que quedemos en encontrarnos a tal hora, en tal lugar, para ir a tal otro, y que me llames a dos minutos del momento en que deberías estar llegando, para decirme que se atrasó el tren, o que no llegaste al colectivo, o lo que sea. Es, además, de una falta de respeto, una hijaputez...
Si yo me molesto en llegar hasta ahí y estar, generalmente, unos minutos antes, lo más respetable que podés hacer, es avisarme 30 segundos después de que se te fue el tren, o de que ves que llega tarde.
Más allá de todo, me molesta mucho ser basureado así. Porque la gente sabe que la voy a esperar, pero esos diez o veinte minutos de mi vida no me los devuelve nadie.
No me hagan eso. No lleguen tarde. O avisen con tiempo.
Yo entiendo que puede haber imponderables. Comprendo perfectamente si el tránsito te atora, o si se te pincha la rueda. ¡Pero no me digas que te diste cuenta de que no llegas a tiempo un minuto antes de la hora en que tenés que estar!
No me hagan esperar, si no quieren que me moleste mucho.
Panito dix it
jueves, 3 de julio de 2008
Ya van a volver...
Por lo pronto, acá estoy. Hoy al mediodía trato de postear algo...
Si es que el laburo me lo permite...
miércoles, 25 de junio de 2008
El bosque, la vida, vos y yo
Sólo escucho el río a lo lejos, mis pasos y los latidos de un corazón, que instintivamente relaciono con el mío, aunque puede no ser.
Huelo a jazmines. Sé que no son jazmines, es otra flor, pero nunca recuerdo el nombre. Ni siquiera cómo luce. Por eso siempre asocié ese olor a los jazmines. Jazmines como los que tenía mi abuela en una maceta de lata en la terraza de mi casa cuando yo era un chico.
Y de repente, soy un chico otra vez.
Sé que no tengo peso sobre mis espaldas, y que mis ojos todavía están bañados por la inocencia, y vírgenes de la melancolía de la edad.
Mis pasos son ahora más cortos, pero no por eso menos seguros, ni menos veloces. De hecho, los árboles a mi lado siguen pasando a la misma velocidad.
Miro mis manos sucias. Estuve jugando, de eso estoy seguro. Y sin embargo, ese corazón que escucho no late con fuerza, sino más bien calmo, como destilando paz.
Las hojas ocres del piso tampoco hacen ruido al pisarlas. "Cosa rara", pienso. Pero al ser tan niño sólo lo pienso, y no lo digiero. El mundo es mucho más importante sin analizar tanto. Cualquier ventana nos puede parecer otra dimensión.
El olor a jazmines está cada vez más presente. Sin embargo, el bosque sigue siendo el mismo.
El agua a lo lejos fluye, y la siento como si estuviera en mi piel. Siento que me refresco, a pesar de que no hace calor. Siento las caricias del viento, pero imagino que es el río que me baña.
Vuelvo a tener el pelo largo, como lo tenía antes de empezar el colegio secundario. Siento una mano firme, pero suave, que lo acaricia. Sin embargo, el bosque sólo me tiene a mí como visitante. Al darme vuelta, sólo veo mis huellas, como pequeños mojones de vida.
Parpadeo.
Seguramente hasta este momento venía parpadeando, sin embargo, esta vez es algo más especial. El parpadeo es mucho más lento, y por lo tanto mucho más perceptible.
Al abrir los ojos vuelvo a ser yo, el yo de ahora. El que puede volcar las letras un poco más ordenadas que ese niño-boceto-del-hombre-que-es-hoy.
Entonces veo mis manos una vez más. Están limpias. Ya no es un juego lo que estuve viviendo. Ahora es en serio. Siento los ojos más cansados, pero la mirada vivaz, que se resiste a perder esa inocencia cada vez más pequeña.
Vuelvo a sentir la mano del viento. No puede ser nadie más. El bosque sigue estando sólo conmigo. Miro atrás, y las huellas están más espaciadas, y son más grandes. Pero siguen siendo mías.
El olor a jazmín me abraza, me envuelve... me devuelve...
Despierto.
El sueño de anoche fue extraño. Fue tranquilo, placentero.
Siento en su (tu) pecho el latir de su (tu) corazón.
Muevo su (tu) mano de mi cabeza, y la (te) veo dormir.
Le (te) doy un beso, y salgo a mi (nuestra)verdadera vida, a mi (nuestra)vida conciente.
En el aire hay un leve olor a jazmines...
Asociación Paradigmática Fumona
-P.M: ¡Qué grosso Barry White!
-Panito: Sí, éste es el nieto del famoso John White, que se juntó con Charles Westinghouse, y se pusieron a hacer electrodomésticos..
-P.M: Sí, claro, ese mismo. Y después, entre los dos hicieron la casa blanca...
-Panito: Claaaaaro, lo que pasa es que los yankees después hicieron como nosotros con el Cabildo, y la acortaron. Dejó de ser The White Westinghouse para ser The White House, como ahora.
Jejeje...
martes, 24 de junio de 2008
Al rededor del reloj...

Hay días en que siento que no hay nada que me pueda hacer enojar. Son esos en los que, o me levanto de muy buen ánimo, o hay algo que me hace poner muy feliz, y se disipa en todas las demás actividades.
Hay otros días, en cambio, en que no hay nada que me pueda caer bien. Son días contrarios a los anteriores, en que me molesta sobremanera cualquier cosa. Días en que algo o alguien me pone muy mal, por más que no sepa decir qué o quién.
Hoy es un día como los segundos... Hasta escribir esto me pone de mal humor
Pregunta del dían Nº 13
viernes, 20 de junio de 2008
Y sin usar el google, eh!
Para no irme por las ramas: el último post que tiene ese blog es del míercoles. Y cuenta lo sucedido en una cena que este muchacho tuvo con su esposa y una pareja amiga. En realidad, las dos mujeres eran amigas, y una quería presentarle a la otra su nuevo novio.
El escritor cuenta muy bien que en esa cena, tanto él como el muchacho que iba a ser presentado eran muebles, ya que el verdadero motivo de la cena era que su esposa pudiera conocer al novio de la otra para después, ya sin la presencia masculina, poder analizar, hablar de él, o lo que sea que hicieran las mujeres cuando hablan de sus nuevos novios.
Cuenta también cómo la amiga de su esposa estaba fascinada con los regalos que, de un día para el otro, empezó a hacerle este muchacho (para evitar más confusiones, el nuevo novio se llama Pol). Decía, entonces, que Pol la había sorprendido primero con una flor, después con un libro, despues con un par de sandalias. Pero que lo más maravilloso (explicaba Mireia, la novia de Pol ante la mirada cómplice de la esposa del escritor, que denotaba un "qué romántico" ante cada regalo) era que nunca le había errado en los gustos. La flor había sido su preferida, la orquídea. El libro, el que Mireia estaba queriendo leer, uno de Cohelo. El par de sandalias, de marca Koh-Tao, como tanto le gustaban a ella...
El escritor describe cómo lo miró su esposa, y recordó que para un aniversario le regaló un LP de Pappo's Blues.
El post sigue con los dos hombres saliendo a fumar, mientras que las mujeres aprovechan para intercambiar opiniones sobre Pol, seguramente, destacando lo tan maravilloso que era.
Sin embargo, la sopresa está en la charla que mantienen los muchachos, en donde Pol cuenta cómo fue en realidad que conoció todos los gustos de Mireia.
Al parecer, Pol trabaja en la parte de informática de la empresa en donde también trabaja su actual novia. Y parece que un año atrás, instaló un software para ver qué páginas visitaban los empleados. A la vez, este software le permitía a Pol saber qué cosas buscaban sus 4000 empleados en el Google. Así de simple, analizando una base de datos del Usuario de Mireia, Polito se enteró de todos los gustos de la niña. De cuáles eran sus estados de ánimo. De cuáles eran sus deseos.... TODO.
El secreto, obviamente es muy decepcionante.
Este post me hizo acordar mucho a mi relación con Palla.
Hay regalos, y actitudes que son obvias: nadie que conozca un poco a Palla puede ignorar lo que le gusta el Mago de Oz, o El principito. Son regalos obvios, que se pueden presuponer.
Sin embargo, hubo dos o tres cosas que sorprendieron a Palla de una forma que, todavía hoy, no se explica bien.
Hace un tiempo le regalé un libro de Honorè de Balzac. Meses antes del regalo, en una charla sobre cualquier otro tema (tan trivial que ni siquiera lo recuerdo) Palla dijo que le gustaba Balzac. Así, como al pasar. Como quien dice "tengo sed". Casi naturalmente lo dijo. Sólo que había que estar escuchándola para captarlo.
Pero lo más sorprendente pasó una tarde en casa. Llovía, hacía frío y Palla me dijo: "tengo ganas de algo, pero no vas a adivinar nunca de qué".
Mi reacción tardó menos de un segundo: "Ok, pero McCafé tenemos en Scalabrini y Paraguay..."
Enmudeció.
No era que tenía ganas de un café. Tenía ganas de un Café con torta, del McCafé.
Ni siquiera yo puedo explicar muy bien cómo fue que lo supe. Y creo que tampoco lo diría si es que lo sé. Pero hubo algo que en ese momento, como en tantos otros que tengo reacciones similares, que me dijo que eso que yo no iba a adivinar nunca, era precisamente lo que me estaba diciendo Palla con sus ojos. O con sus gestos. O con lo que sea.
Tal vez suene pedante, ególatra o egocéntrico. O lo que quieran. Me enorgullezco, sí. Pero no es el ánimo de este post.
Simplemente, me parece innecesario un buscador hackeado para conocer a alguien. Es mucho más fácil, lo admito. Pero por eso mismo es menos satisfactorio.
Es increíblemente placentero tener la seguridad de que alguien, ese alguien amado, está queriendo o necesitanto algo, y que sea verdad. Es mucho más lindo que espiarle el password del mail, ir caminando por la calle y decir, ante algo en una vidriera "sí, a mí también me gusta ese" aún cuando ella no haya pronunciado palabra alguna.
Uno podría volcar miles de consultas a un Excel y sacar qué probabilidad hay de que el café le guste con dos o tres de azúcar. Pero es mucho mejor llegar con el café y sin decir nada, tirar tres de azúcar sabiendo que eso va a estar bien.
El secreto revelado hace que uno pierda interés en la magia.
No me gustaría estar en el lugar de Pol si Mireia se entera de su jugarreta. Con toda la razón del mundo puede desconfiar de él hasta de que se llame Pol. Y ni hablar de la invasión a su privacidad.
Es mucho más lindo descubrir cosas por sí mismo.
Aún sin estar on line