"Tu casa es realmente tu casa cuando empezás a extrañarla" me dijo Palla volviendo en el auto el otro día. ¡Y cuánta razón!
Mudarse es muchas cosas a la vez. Es la ansiedad por llegar y ver que tenés un espacio nuevo, tuyo, algo que te pertenece (aunque estás alquilando). Es tu sancta sanctorum, y está buenísimo.
Es volverse loco si las cosas no llegan, o no salen como queríamos que salieran, así de rápido, para poder disfrutar.
Es ponerse orgulloso de lavar un vaso, de colgar una lámpara o de instalar un lavarropas.
Es stressarse porque uno quiere lo mejor, y muchas veces lo mejor tarda más... pero llega.
Es cansarse, porque uno tiene que llegar a su (nueva) casa, y salir a comprar cosas, a cambiar cosas, a ver cosas. Es llegar muerto a tu cama, y no poder disfrutarlo por estar demasiado cansado.
Es limpiar, y que se ensucie en dos segundos. Es pintar, barrer, mirar, pensar...
Es una de las cosas más desgastantes que conozco. O que me pasaron.
Hace dos semanas que no estoy durmiendo practicamente. Hace una semana que ocupo MI departamento (bueno, en realidad, es NUESTRO departamento, sin Palla no sería nada).
Hace dos semanas que lo único que hago es llegar, cambiarme y salir de mi casa.
Por ahora como en una mesa ínfima, en donde a duras penas entran nuestros dos platos, los vasos y la fuente de lo que estemos comiendo. Por ahora, la bebida se deja apoyada en el piso. Esto va a a ser así hasta que nos traigan, en unos días, nuestra mesa.
Todo es distinto cuando te mudas. Te tenés que acostumbrar a ruidos nuevos, a silencios que antes creías imposibles. A iluminaciones extrañas. A vecinos nuevos que te cierran la puerta en la cara porque no te conocen y tienen miedo a que vengas a robar en tu edificio.
Mudarse es como correr 20 maratones juntos, después de haber comido 15 kilos de pasta. Es sentirse cansado, pero feliz.
Pocas cosas en la vida me van a generar tantas sensaciones juntas y tan contrapuestas: La alegría, la excitación, el cansancio, las espectativas.
Comienza un nuevo ciclo. Como ir al colegio, pero mejor. Como cambiar de trabajo, sí, pero mejor.
Es algo indescriptible.
Por suerte tengo a Palla, que sabe cómo llevarme.
4 comentarios:
Yo odiaba las mudanzas (mis primeros seis años de independencia los pasé a mudanza por año...). A día de hoy me daban escalofríos, hasta que he leído tu post. Qué cierto todo lo que dices. Són posiblemente de las cosas más cansadas, pero también de las más gratificantes.
Sin duda marcan un nuevo ciclo... Que lo disfrutéis.
PERDON????
Me perdi algun capitulo??
Marlene
TA RE GROSO TENER TU CASA!! Ahi se junta toda la grositud entera, toda tuya toda creada por vos, esta decorada por vos... esta sucia por vos... limpia por vos... y haces lo que se te canta!!!!!!!
AGUANTE EL HOGARCITO DE UNO ^^
Marlene... ATENDE EL TELEFONO!
Kady... Toda la razón del mundo
Publicar un comentario