lunes, 31 de marzo de 2008

El hombre chato

La chatura mental debe ser uno de los peores males de la humanidad, sin contar las enfermedades típicas. Porque no estoy hablando de una enfermedad, de una deficiencia, sino simplemente de chatura mental. ¿Cómo explicarlo?
No es que alguien sea chato mentalmente cuando es incapaz de aprender algo: Lo es precisamente porque es capaz, pero se niega a hacerlo. O simplemente, le resulta más fácil no aprenderlo, y vivir su vida simple, despreocupada de cosas ambiciosas.
Un chato mental cree que la vida de los demás, los lujos sibaritas de los demás, la forma de pensar de los demás, es prescindible. Cree que, si no piensa como él, la gente es "pobre" o "cornuda" o lo que sea. Sólo él es feliz, con su vida plana.
Suele importale sólo él. No se interesa ni por el de al lado, ni por su pareja, ni por su familia, ni por su planeta... por nada que no sea él. Se autoabastece de elogios, de regalos, de penas y de lástimas.
Es él el único ser en el mundo que importa, y lo peor, es que importa pero de una manera muy especial.
Es casi imposible tratar de explicarle algo. Tratar de hacerle entender que el uso de la coma está por algo en la escritura, o que el café de Colombia sí tiene un gusto diferente al La Morenita que compra en el DIA, y que no es un invento de los productores de café para vender más caro.
Es inocuo todo intento de hacerle entender que una persona puede ser feliz sin enagañar a su pareja, que un hombre no es menos hombre por abrir una puerta a una mujer, o por tratarla igual que a cualquier otro ser humano.
Un hombre chato tiene miles de cosas despreciables, pero suele despreciar el más mínimo detalle de los otros. No corre ni un programa en la computadora, pero denigra si alguien un poco subido de peso transpira después de correr una hora...
Un hombre chato tiene miles de defectos, pero el mayor de ellos es que en su horizonte no puede divisar si quiera una mínima elevación, porque es imposible hablar de montañas.

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