Decidí, por primera vez en la vida, tratar de pasar un día sin tener miedos. Un solo día, así de simple. 24 horas de estar tranquilo, sin ningún temor.
Todos los días tenemos miedo. A lo que sea. A todas las cosas... a cualquier cosa.
El miedo simple, el miedo complejo. Miedo filosófico, místico, metafísico, terrenal, vil...
Por eso, hoy decidí no tener miedos.
Después de todo, como decían los galos de "Asterix" : "Lo peor que puede pasar es que se nos caiga el cielo sobre nuestras cabezas, y eso no va a pasar hoy"
jueves, 30 de octubre de 2008
martes, 28 de octubre de 2008
Panito dix it
Me gusta ser estático. Me gusta (y disfruto de) mi lugar. Eso de ser nómade nunca fue para mí. Es como mi némesis. Me gustan las cosas planificadas. Me gusta sentir que puedo manejar mi destino. Ojo, no es que no me gusten las sorpresas. No es eso a lo que voy.
Me gusta estar jugando de local, conocer mi ambiente, conocer mis límites. Me enoja el sólo hecho de tener que pensar que voy a tener de mudar, que mutar, o que cambiar aunque sean sólo un par de días de mi vida.
Amo lo que soy, más allá de que la mayoría de las veces no me guste a mí mismo.
Llámenme amargo, odioso, o lo que quieran; pero lo cierto es que yo soy feliz siendo así. Me gusta mi ciudad, me gusta mi país, y me gusta mi gente. No necesito ni conocer, ni aire, ni verde, ni ciudades más cosmopolitas que esta.
Entiendan, soy así. Nunca, en ninguna de mis vidas, sería Nómade.
Y no me siento mal por eso.
Me gusta estar jugando de local, conocer mi ambiente, conocer mis límites. Me enoja el sólo hecho de tener que pensar que voy a tener de mudar, que mutar, o que cambiar aunque sean sólo un par de días de mi vida.
Amo lo que soy, más allá de que la mayoría de las veces no me guste a mí mismo.
Llámenme amargo, odioso, o lo que quieran; pero lo cierto es que yo soy feliz siendo así. Me gusta mi ciudad, me gusta mi país, y me gusta mi gente. No necesito ni conocer, ni aire, ni verde, ni ciudades más cosmopolitas que esta.
Entiendan, soy así. Nunca, en ninguna de mis vidas, sería Nómade.
Y no me siento mal por eso.
jueves, 23 de octubre de 2008
Ese oscuro y brillante amor.
Estoy estacionado con el auto esperando a Palla, mientras en la calle hay poca gente. Es domingo, y el tránsito en San Martín está bastante pobre. Justo en la vereda de enfrente, una chica espera el 343. Está vestida como una más de las tantas que se visten dentro de alguna moda nueva. Esta chica es (o parece) dark... o hardcore... o no sé cómo llamarla. Está vestida de negro, con borceguíes militares, maquillaje al tono. Lleva una mochila y el pelo (negro también) echado hacia atrás.
Caminando, desde la esquina, se acerca un chico. Es algo más joven que yo, pero no mucho. Evidentemente, debe ser el día de ellos, puesto que también viene vestido así: Campera de cuero negra, pantalones "pescadores" de jean negros, remera negra con una calavera y una iscripción en alemán que no logro recordar. Tiene puestos los correspondientes borceguíes. Está también maquillado, pero no es de extrañar: eso de ver a los hombres con los ojos pintados de negro es cosa de todos los días ya. Lleva su mano izquierda en la espalda, como escondiendo algo.
Camina en dirección a la chica de la parada del 343. Se lo ve serio, con su pelo largo algo sucio sobre su cara. Cuando llega frente a ella, ésta lo mira fijamente a los ojos. Mientras él saca su mano de su espalda, para descubrir lo que llevaba oculto: es un muñeco de trapo. El muñeco (oh, casualidad) está vestido de negro. Tiene la cabeza "pelada", de un color violeta muy claro. Y (esto lo digo yo, porque es mi imaginación la que trabaja así) me animaría a decir que, si lo diera vuelta, el muñeco mostraría en su rostro, dos X a modo de ojos.
La chica, como es de esperar, se desarma ante el gesto de él, que ahora la mira sonriendo, satisfecho de que su regalo surtiera el efecto deseado.
Llega el entrometido 343, y ella sube. Él cruza la calle por delante del colectivo, y se para justo delante de mi auto. La ve sacar el boleto y, ni bien el colectivo arranca, la saluda con la mano y una sonrisa enorme. Al irse el colectivo, su gesto ya no es el rictus serio que traía antes, sino más bien una sonrisa llena de luz.
Esto me puso a pensar en las veces en que yo compro flores, o lo que sea para Palla. Imagino la visión que tiene un tipo que me ve pasar, todo feliz por mi ramo de flores. Y es lo que me lleva a pensar que, seguramente, el amor tiene miles de caras. Tantas caras como el que lo esté sintiendo. El amor de dos hardcores, el de dos floggers, el de dos mimos. Lo que sea. Todos son iguales, pero con diferentes envoltorios. Sólo que a veces no nos damos cuenta, y nos creemos que usar tachas, o cadenas, o lo que sea como vestimenta, nos impide amar.
Por suerte, cada tanto algún dark le regala un muñeco a su novia como para abrirme los ojos.
Caminando, desde la esquina, se acerca un chico. Es algo más joven que yo, pero no mucho. Evidentemente, debe ser el día de ellos, puesto que también viene vestido así: Campera de cuero negra, pantalones "pescadores" de jean negros, remera negra con una calavera y una iscripción en alemán que no logro recordar. Tiene puestos los correspondientes borceguíes. Está también maquillado, pero no es de extrañar: eso de ver a los hombres con los ojos pintados de negro es cosa de todos los días ya. Lleva su mano izquierda en la espalda, como escondiendo algo.
Camina en dirección a la chica de la parada del 343. Se lo ve serio, con su pelo largo algo sucio sobre su cara. Cuando llega frente a ella, ésta lo mira fijamente a los ojos. Mientras él saca su mano de su espalda, para descubrir lo que llevaba oculto: es un muñeco de trapo. El muñeco (oh, casualidad) está vestido de negro. Tiene la cabeza "pelada", de un color violeta muy claro. Y (esto lo digo yo, porque es mi imaginación la que trabaja así) me animaría a decir que, si lo diera vuelta, el muñeco mostraría en su rostro, dos X a modo de ojos.
La chica, como es de esperar, se desarma ante el gesto de él, que ahora la mira sonriendo, satisfecho de que su regalo surtiera el efecto deseado.
Llega el entrometido 343, y ella sube. Él cruza la calle por delante del colectivo, y se para justo delante de mi auto. La ve sacar el boleto y, ni bien el colectivo arranca, la saluda con la mano y una sonrisa enorme. Al irse el colectivo, su gesto ya no es el rictus serio que traía antes, sino más bien una sonrisa llena de luz.
Esto me puso a pensar en las veces en que yo compro flores, o lo que sea para Palla. Imagino la visión que tiene un tipo que me ve pasar, todo feliz por mi ramo de flores. Y es lo que me lleva a pensar que, seguramente, el amor tiene miles de caras. Tantas caras como el que lo esté sintiendo. El amor de dos hardcores, el de dos floggers, el de dos mimos. Lo que sea. Todos son iguales, pero con diferentes envoltorios. Sólo que a veces no nos damos cuenta, y nos creemos que usar tachas, o cadenas, o lo que sea como vestimenta, nos impide amar.
Por suerte, cada tanto algún dark le regala un muñeco a su novia como para abrirme los ojos.
martes, 14 de octubre de 2008
Diálogo inexistente
- Ahí estás, silenciosa, distante...
- Y ahí estás vos, temeroso de hablar...
- Es que el miedo es sensato, no quiero lastimarte.
- No me lastimás, a veces, simplemente me enojo, pero no me lastimás. Me lastima más tu silencio.
- Mi silencio no tiene intenciones de lastimarte. Es lo último que quiero. Mi silencio busca tu complicidad.
- Eso no va a pasar. Tu silencio sólo me aleja
- Pero... ya estabas distante antes de que me callara.
- No es así, pero vos callarás lo que creas. Para mí, está bien claro que es tu mundo el que necesita silencio, no el mío.
-Puede ser... mi mundo suele ser solitario. El silencio ayuda a la soledad, generalmente. Pero mi silencio es una almenara. Estoy buscando compañía.
- Bueno, acá estoy.
- Sí... pero estás tan distante.
- Y ahí estás vos, temeroso de hablar...
- Es que el miedo es sensato, no quiero lastimarte.
- No me lastimás, a veces, simplemente me enojo, pero no me lastimás. Me lastima más tu silencio.
- Mi silencio no tiene intenciones de lastimarte. Es lo último que quiero. Mi silencio busca tu complicidad.
- Eso no va a pasar. Tu silencio sólo me aleja
- Pero... ya estabas distante antes de que me callara.
- No es así, pero vos callarás lo que creas. Para mí, está bien claro que es tu mundo el que necesita silencio, no el mío.
-Puede ser... mi mundo suele ser solitario. El silencio ayuda a la soledad, generalmente. Pero mi silencio es una almenara. Estoy buscando compañía.
- Bueno, acá estoy.
- Sí... pero estás tan distante.
A buen fin no hay mal principio, ¿no?
Parece ser que a Cumbio se le dio por el teatro. Esa fue la noticia que vi, lamentablemente, en la TV el otro día. Ahora, digo yo: ¿Qué va a actuar? ¿Shakespeare? Ya me imagino los nombres de las obras aggiornados para ella:
- El Flogger de Venecia
- Cuatro Fotologs y un funeral
- Posteo de un flog de verano
- El fotolog de las equivocaciones (O " El Flog de los effeos errados")
Y tantas otras más. Ya me la imagino subida al balcón, suspirando al aire "Oh Romeo, Romeo, vos posteá, que yo te effeo.."
Por Dios... ¿De dónde salió esta niña?
Pd: Si alguien conoce de dónde viene el término "effear" agradeceré desasnarme
- El Flogger de Venecia
- Cuatro Fotologs y un funeral
- Posteo de un flog de verano
- El fotolog de las equivocaciones (O " El Flog de los effeos errados")
Y tantas otras más. Ya me la imagino subida al balcón, suspirando al aire "Oh Romeo, Romeo, vos posteá, que yo te effeo.."
Por Dios... ¿De dónde salió esta niña?
Pd: Si alguien conoce de dónde viene el término "effear" agradeceré desasnarme
miércoles, 8 de octubre de 2008
Flash
El hombre no era más que una sombra. Rara vez hacía ruidos, casi no se oían sus pasos, y su respiración era muy leve. Su sobretodo negro y su sombrero al tono no hacían más que reafirmar los dicho : El hombre era una sombra.
Su vida había sido siempre la misma, desde que tenía memoria. La luz no llegaba a tocarlo, y temía que si alguna vez algo lo iluminaba, cayera muerto en ese mismo instante.
Sin embargo, desde su opacidad veía a la gente luminosa y la estudiaba. No envidiaba sus luces, sino simplemente estudiaba su forma de actuar, de moverse, de hablar.
Pocas veces se había sentido tentado de ponerse en contacto con alguien "luminoso". Pero había desistido a esa idea casi en el mismo momento en que afloró en su mente: si alguien luminoso lo percibía, seguramente moriría atravesado por un haz de luz. Entonces los estudiaba. Analizaba cada acto con la meticulosidad de alguien que está fuera de todo. Nadie estaba más lejos que él mismo de su objeto de estudio. El hombre-sombra se sabía condenado a permanecer sin ser visto, sin que los luminosos lo noten. Pero, por otro lado, esto lo dejaba bastante tranquilo: Después de años de estudio, de miles de horas observándolos, y de millones de notas mentales con respecto a la idionsincracia de la luz, el hombre-sombra los conocía lo suficiente como para saber que era mejor ser distinto. Que la luz sólo resalta su belleza cuando una sombra la limita. Que todo lo que resplandece en la vida, tiene un interior en sombras.
El hombre no era más que una sombra, simplemente, porque ser sombra es todo lo que puede pedir un hombre. Y la luz algún día se dará cuenta de eso
Su vida había sido siempre la misma, desde que tenía memoria. La luz no llegaba a tocarlo, y temía que si alguna vez algo lo iluminaba, cayera muerto en ese mismo instante.
Sin embargo, desde su opacidad veía a la gente luminosa y la estudiaba. No envidiaba sus luces, sino simplemente estudiaba su forma de actuar, de moverse, de hablar.
Pocas veces se había sentido tentado de ponerse en contacto con alguien "luminoso". Pero había desistido a esa idea casi en el mismo momento en que afloró en su mente: si alguien luminoso lo percibía, seguramente moriría atravesado por un haz de luz. Entonces los estudiaba. Analizaba cada acto con la meticulosidad de alguien que está fuera de todo. Nadie estaba más lejos que él mismo de su objeto de estudio. El hombre-sombra se sabía condenado a permanecer sin ser visto, sin que los luminosos lo noten. Pero, por otro lado, esto lo dejaba bastante tranquilo: Después de años de estudio, de miles de horas observándolos, y de millones de notas mentales con respecto a la idionsincracia de la luz, el hombre-sombra los conocía lo suficiente como para saber que era mejor ser distinto. Que la luz sólo resalta su belleza cuando una sombra la limita. Que todo lo que resplandece en la vida, tiene un interior en sombras.
El hombre no era más que una sombra, simplemente, porque ser sombra es todo lo que puede pedir un hombre. Y la luz algún día se dará cuenta de eso
viernes, 3 de octubre de 2008
Morir de noche entre tus brazos
Muchas veces quiero desgarrar a gritos la noche
herir mi alma a cuchillazos
saltar dando vueltas en el aire como el fuego
y morir de nuevo entre tus brazos
Hay veces en que me gusta
borrar a pisotones la luna de los charcos.
Espantar al sol con mis pulgares
y crear mariposas con las manos.
Otros días prefiero simplemente
yacer como indefenso ante mi sombra
buscar entre mis ojos las palabras,
y dejar que sea la luz la que me esconda.
Hay días que pateo con soberbia
las nubes que el cielo me disponga
y dejo traspasar entre los dedos
el tiempo y el viento que te nombra.
Las noches de locura las enfrento
baleando el cielo negro con mi lengua
bebiendome de una las estrellas
peleándo tercamente y sin tregua.
Y los gritos sin sonido me despiertan
y las lunas con sus sombras se anochecen
y mis labios y tus manos que no aciertan
a decirle adios a las cosas que adolescen
herir mi alma a cuchillazos
saltar dando vueltas en el aire como el fuego
y morir de nuevo entre tus brazos
Hay veces en que me gusta
borrar a pisotones la luna de los charcos.
Espantar al sol con mis pulgares
y crear mariposas con las manos.
Otros días prefiero simplemente
yacer como indefenso ante mi sombra
buscar entre mis ojos las palabras,
y dejar que sea la luz la que me esconda.
Hay días que pateo con soberbia
las nubes que el cielo me disponga
y dejo traspasar entre los dedos
el tiempo y el viento que te nombra.
Las noches de locura las enfrento
baleando el cielo negro con mi lengua
bebiendome de una las estrellas
peleándo tercamente y sin tregua.
Y los gritos sin sonido me despiertan
y las lunas con sus sombras se anochecen
y mis labios y tus manos que no aciertan
a decirle adios a las cosas que adolescen
Suscribirse a:
Entradas (Atom)