Vía aérea, la empresa Aires del cono Sur despacha como carga un perro. El destino del animal es Ushuaia, en bodega presurizada y acondicionada. En la ciudad austral, una anciana espera con ansias a su Chiquito (tal el nombre del perro, como todos los perros de ancianas).
Al llegar el vuelo, los empleados de la parte de cargas de ACS encuentran que, lamentablemente, el animal está muerto en su jaula. Se asoman al hall del aeropuerto, y ven a la anciana, medio encorvada ya, buscando entre las valijas que pasan en la cinta sin fin (cada vez quedan menos, Chiquito ya debe estar por aparecer), la jaula en donde viajó el animal. Los empleados de la línea aérea se apiadan de la viejita, y salen en busca de un animal igual al que se encuentra en la jaula. Por esas bondades del destino, ven a uno en el estacionamiento del aeropuerto. No pueden creer su suerte: el perro encontrado es exactamente igual al que yace muerto en la jaula. Es más, los empleados de ACS empiezan a pensar que hasta debe pesar lo mismo que el pobre Chiquito.
Alegres, con la sonrisa a flor de labios, salen al encuentro de la anciana, llevando la jaula con el nuevo Chiquito retozando y jadeando dentro, entre asustado y ansioso por saber qué le pasará.
Llegan a donde está la anciana, y con mucha cortesía esbozan el ya ensayado: "Disculpe la demora señora, estábamos tratando de despertar a su perro".
La vieja empalidece y casi se desmaya al ver dentro de la jaula. Mirá asustada hacia todos lados. Los empleados, temiendo que haya descubierto el fraude, intentan un tímido: "¿Algún problema señora?". A lo que la anciana, con el último aliento que parece quedarle les contesta: "Sí, no entiendo nada. Chiquito murió ayer en Buenos Aires. Mi familia me lo envió para que yo lo entierre aquí en el sur, en donde había nacido..."
II
Alejandra es una chica hermosa. Alta, esbelta. El pelo moreno rizado le bañaba los hombros. Tenía ojos marrones y una mirada intensa. En conjunto era una mujer que llamaba mucho la atención. Era saludable, hacía ejercicios y comía sano. Era, sobre todo, una mujer buena, de las que vale la pena tener al lado.
Sin embargo, nunca había tenido una relación amorosa duradera. Se había enamorado alguna que otra vez, y se sentía atraída por muchísimos hombres. Y éstos por ella. Pero Alejandra tenía un problema: era alérgica al Ph de las feromonas que la atraían. En cuanto entraba en contacto con la piel de un hombre que la atraía, o la interesaba, Alejandra se llenaba de manchas en la piel, y se hinchaba como pan en el agua. Podía hablar con esos hombres, pero no por mucho tiempo, ya que las reacciones eran más lentas si "inhalaba" ese Ph, pero eran las mismas al fin.
Había probado con muchísimas cosas para tratar de anular ese Ph. Hasta había hecho bañarse en jugo de limón a Gastón, el hombre que más le llegó al corazón. Pero nada de esto había resultado.
La ciencia todavía no había llegado a crear algo que anulara permanentemente el Ph de las pieles que la atraían. Pero había habido algunos avances en los últimos años. Algunos desodorantes (carísimos todos ellos) tenían un efecto reducido de la cura para Alejandra. No anulaban el Ph, pero lo disfrazaban durante un par de horas.
Claro, para eso, Ale tenía que tener la suerte de conocer a un hombre con el poder adquisitivo necesario, el gusto por esos desodorante, y encontrarlo menos de dos horas después de salir de su casa. Y rogar que llevara consigo el desodorante.
Por las noches, Alejandra reza para que se encuentre algo para solucionar el problema de su alma. Y se duerme pensando en qué irónico es que Alergia sea un anagrama de Alegría
III
El lugar, el restaurant, era perfecto. El ambiente justo. Un poco de Jazz (algo de Porter cantado por Fisztgerald), luz tenue, poca gente, buen aroma de los platos, mozos atentos...
Pero lo más importante es que ella era perfecta. Había esperado tanto esa noche, que casi no pudo dormir una semana antes. Costó, pero lo había logrado. Corrijo: Todo en ella era perfecto. El pelo, rojo como el ocaso, estaba prolijamente peinado, con ese mechón que le caía entre los ojos de una manera tan casual que le había costado tres horas arreglarlo. Sus ojos verdes resaltados por el rimmel tan cuidadosamente aplicado. Su boca roja, como haciendo juego con su pelo, que invitaba a perderse en ella hasta el fin de los segundos. Su maquillaje tan meticuloso que casi no se notaba. Su vestido. Ese vestido que tanto había ansiado y que por fin encontraba una oportunidad para lucir. Sus curvas delineadas contra el resto del mundo dejaban en segundo plano todo lo demás. Su altura imponente, su paso seguro. Su dulce voz melodiosa. Todo. Completamente todo era perfecto en ella...
Y él la dejó de todas formas.
IVUna chica, hermosa, alta, morocha, muy bien vestida, está esperando en la parada del 110. El día está nublado y hace frío, pero a ella no parece importarle. Mira ansiosa la avenida esperando que venga el colectivo. Llega el primer interno, pero lo deja pasar. Lo mismo con el segundo y el tercero. El cuarto, el quinto y el sexto corren la misma suerte. Empieza a llover, pero ella sigue sin subir a ningún colectivo.
Un policía se le acerca a preguntarle si se sentía bien, porque la había visto parada allí desde hace más de tres horas sin subir a ningún interno.
- "Estoy perfectamente" - Dice ella -" Espero al amor de mi vida. Me dijeron que iba a venir a la parada del 110 hoy"
El policía la mira extrañado y se aleja.
Pasan dos horas más, pero ella sigue allí, parada inmóvil mirando a la avenida esperando al micro que traiga a su amor.
Cuando empieza a hacerse de noche, se acerca a la parada un interno de la línea 162 fuera de recorrido. Se arrima al cordón y abre la puerta al lado de ella.
- "Llueve mucho " - dice el chofer - " ¿Por qué no subís?"
Ella lo mira inquisidoramente.
Se toma del pasamanos y sube. "de un peso" le dice mientras espera el boleto
"No" - Contesta él, admirando su belleza - "estoy fuera de línea. Para vos, el viaje es gratis."
El sueño de la vida de Jorge había sido llegar a ser probador de colchones en Sueñolindo, la empresa familiar desde hacía más de 50 años. Y lo había logrado. La noche anterior no durmió nada: no por la ansiedad del nuevo trabajo, sino para estar completamente preparado para su jornada. La cara de su padre no podía expresar mayor orgullo por su único hijo en cuanto vio entrar a Jorge con cara de dormido a la fábrica. Su primer día de trabajo sería sencillo. Probaría un colchón de una plaza, de 20 cm de altura. Si trabaja bien y dormía con fuerza, pronto llegaría a probar los colchones de dos plazas de 30 cm. Y si ponía muchísimo empeño en trasnochar, salir de fiesta por las noches y no dormir fuera del trabajo durante los próximos meses, seguramente para fin de año pasaría a probar los sommiers de resortes.
Sólo tenía que llegar demacrado y sin dormir cada mañana.
Obviamente, Jorge renunció a los dos meses. Ese trabajo no era para él.
2 comentarios:
No habia pensado en alegria - alergia...pero, si es verdad que la alergia aminora con la alegria.
Yo le dije a la minita esa de tu cuento que tenia la cura....pero es media naba...ya va a entender.
te amo
Que cuentos buenisimos!!!!!!!!!!!!!!! me encantaron realmente ^^ vos los escribiste?
bolooo te zarpas!! no necesitas una editora ???? /rolleyes
Tenes que publicar Panitón! Hace un tiempo yo participaba de un foro literario y se la tenia jurada a muchos.. que los iba a publicar... de hecho hoy les sigo insistiendo y se que un dia me voy a convertir en editora de mis amigos y demases seres... queres que te incluya en mi proyecto?
Ya tengo 3 escritores, seria onda cuentos breves. Prendete Panitón .z.
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