miércoles, 25 de junio de 2008

El bosque, la vida, vos y yo

El bosque está oscuro, aún cuando todavía es de día. A lo lejos, se siente un río correr, pero desde el camino en que estoy no llego a verlo. Por entre las ramas de los árboles ya casi desnudos veo un cielo claro.
Sólo escucho el río a lo lejos, mis pasos y los latidos de un corazón, que instintivamente relaciono con el mío, aunque puede no ser.
Huelo a jazmines. Sé que no son jazmines, es otra flor, pero nunca recuerdo el nombre. Ni siquiera cómo luce. Por eso siempre asocié ese olor a los jazmines. Jazmines como los que tenía mi abuela en una maceta de lata en la terraza de mi casa cuando yo era un chico.
Y de repente, soy un chico otra vez.
Sé que no tengo peso sobre mis espaldas, y que mis ojos todavía están bañados por la inocencia, y vírgenes de la melancolía de la edad.
Mis pasos son ahora más cortos, pero no por eso menos seguros, ni menos veloces. De hecho, los árboles a mi lado siguen pasando a la misma velocidad.
Miro mis manos sucias. Estuve jugando, de eso estoy seguro. Y sin embargo, ese corazón que escucho no late con fuerza, sino más bien calmo, como destilando paz.
Las hojas ocres del piso tampoco hacen ruido al pisarlas. "Cosa rara", pienso. Pero al ser tan niño sólo lo pienso, y no lo digiero. El mundo es mucho más importante sin analizar tanto. Cualquier ventana nos puede parecer otra dimensión.
El olor a jazmines está cada vez más presente. Sin embargo, el bosque sigue siendo el mismo.
El agua a lo lejos fluye, y la siento como si estuviera en mi piel. Siento que me refresco, a pesar de que no hace calor. Siento las caricias del viento, pero imagino que es el río que me baña.
Vuelvo a tener el pelo largo, como lo tenía antes de empezar el colegio secundario. Siento una mano firme, pero suave, que lo acaricia. Sin embargo, el bosque sólo me tiene a mí como visitante. Al darme vuelta, sólo veo mis huellas, como pequeños mojones de vida.
Parpadeo.
Seguramente hasta este momento venía parpadeando, sin embargo, esta vez es algo más especial. El parpadeo es mucho más lento, y por lo tanto mucho más perceptible.
Al abrir los ojos vuelvo a ser yo, el yo de ahora. El que puede volcar las letras un poco más ordenadas que ese niño-boceto-del-hombre-que-es-hoy.
Entonces veo mis manos una vez más. Están limpias. Ya no es un juego lo que estuve viviendo. Ahora es en serio. Siento los ojos más cansados, pero la mirada vivaz, que se resiste a perder esa inocencia cada vez más pequeña.
Vuelvo a sentir la mano del viento. No puede ser nadie más. El bosque sigue estando sólo conmigo. Miro atrás, y las huellas están más espaciadas, y son más grandes. Pero siguen siendo mías.
El olor a jazmín me abraza, me envuelve... me devuelve...

Despierto.

El sueño de anoche fue extraño. Fue tranquilo, placentero.
Siento en su (tu) pecho el latir de su (tu) corazón.
Muevo su (tu) mano de mi cabeza, y la (te) veo dormir.
Le (te) doy un beso, y salgo a mi (nuestra)verdadera vida, a mi (nuestra)vida conciente.

En el aire hay un leve olor a jazmines...

Asociación Paradigmática Fumona

Escuchando una canción de Barry White en la oficina, sucedió el siguiente diálogo entre el que escribe y Pedrito M.:

-P.M: ¡Qué grosso Barry White!

-Panito: Sí, éste es el nieto del famoso John White, que se juntó con Charles Westinghouse, y se pusieron a hacer electrodomésticos..

-P.M:
Sí, claro, ese mismo. Y después, entre los dos hicieron la casa blanca...

-Panito:
Claaaaaro, lo que pasa es que los yankees después hicieron como nosotros con el Cabildo, y la acortaron. Dejó de ser The White Westinghouse para ser The White House, como ahora.


Jejeje...

martes, 24 de junio de 2008

Al rededor del reloj...


Hay días en que siento que no hay nada que me pueda hacer enojar. Son esos en los que, o me levanto de muy buen ánimo, o hay algo que me hace poner muy feliz, y se disipa en todas las demás actividades.

Hay otros días, en cambio, en que no hay nada que me pueda caer bien. Son días contrarios a los anteriores, en que me molesta sobremanera cualquier cosa. Días en que algo o alguien me pone muy mal, por más que no sepa decir qué o quién.

Hoy es un día como los segundos... Hasta escribir esto me pone de mal humor

Pregunta del dían Nº 13


Si dormía en un ataud y no se veía en los espejos: ¿cómo hacía Dracula para que el pelo le quede tan prolijo?

viernes, 20 de junio de 2008

Y sin usar el google, eh!

Estaba leyendo uno de los dos o tres blogs que leo casi todos los días. No es de alguien conocido, pero si me gusta leer las cosas que escribe. Es de un argentino viviendo en España, y me gusta mucho cómo conjuga esas cosas bien nacionales con los modismos españoles.
Para no irme por las ramas: el último post que tiene ese blog es del míercoles. Y cuenta lo sucedido en una cena que este muchacho tuvo con su esposa y una pareja amiga. En realidad, las dos mujeres eran amigas, y una quería presentarle a la otra su nuevo novio.
El escritor cuenta muy bien que en esa cena, tanto él como el muchacho que iba a ser presentado eran muebles, ya que el verdadero motivo de la cena era que su esposa pudiera conocer al novio de la otra para después, ya sin la presencia masculina, poder analizar, hablar de él, o lo que sea que hicieran las mujeres cuando hablan de sus nuevos novios.
Cuenta también cómo la amiga de su esposa estaba fascinada con los regalos que, de un día para el otro, empezó a hacerle este muchacho (para evitar más confusiones, el nuevo novio se llama Pol). Decía, entonces, que Pol la había sorprendido primero con una flor, después con un libro, despues con un par de sandalias. Pero que lo más maravilloso (explicaba Mireia, la novia de Pol ante la mirada cómplice de la esposa del escritor, que denotaba un "qué romántico" ante cada regalo) era que nunca le había errado en los gustos. La flor había sido su preferida, la orquídea. El libro, el que Mireia estaba queriendo leer, uno de Cohelo. El par de sandalias, de marca Koh-Tao, como tanto le gustaban a ella...
El escritor describe cómo lo miró su esposa, y recordó que para un aniversario le regaló un LP de Pappo's Blues.
El post sigue con los dos hombres saliendo a fumar, mientras que las mujeres aprovechan para intercambiar opiniones sobre Pol, seguramente, destacando lo tan maravilloso que era.
Sin embargo, la sopresa está en la charla que mantienen los muchachos, en donde Pol cuenta cómo fue en realidad que conoció todos los gustos de Mireia.
Al parecer, Pol trabaja en la parte de informática de la empresa en donde también trabaja su actual novia. Y parece que un año atrás, instaló un software para ver qué páginas visitaban los empleados. A la vez, este software le permitía a Pol saber qué cosas buscaban sus 4000 empleados en el Google. Así de simple, analizando una base de datos del Usuario de Mireia, Polito se enteró de todos los gustos de la niña. De cuáles eran sus estados de ánimo. De cuáles eran sus deseos.... TODO.

El secreto, obviamente es muy decepcionante.

Este post me hizo acordar mucho a mi relación con Palla.
Hay regalos, y actitudes que son obvias: nadie que conozca un poco a Palla puede ignorar lo que le gusta el Mago de Oz, o El principito. Son regalos obvios, que se pueden presuponer.
Sin embargo, hubo dos o tres cosas que sorprendieron a Palla de una forma que, todavía hoy, no se explica bien.
Hace un tiempo le regalé un libro de Honorè de Balzac. Meses antes del regalo, en una charla sobre cualquier otro tema (tan trivial que ni siquiera lo recuerdo) Palla dijo que le gustaba Balzac. Así, como al pasar. Como quien dice "tengo sed". Casi naturalmente lo dijo. Sólo que había que estar escuchándola para captarlo.
Pero lo más sorprendente pasó una tarde en casa. Llovía, hacía frío y Palla me dijo: "tengo ganas de algo, pero no vas a adivinar nunca de qué".
Mi reacción tardó menos de un segundo: "Ok, pero McCafé tenemos en Scalabrini y Paraguay..."
Enmudeció.
No era que tenía ganas de un café. Tenía ganas de un Café con torta, del McCafé.

Ni siquiera yo puedo explicar muy bien cómo fue que lo supe. Y creo que tampoco lo diría si es que lo sé. Pero hubo algo que en ese momento, como en tantos otros que tengo reacciones similares, que me dijo que eso que yo no iba a adivinar nunca, era precisamente lo que me estaba diciendo Palla con sus ojos. O con sus gestos. O con lo que sea.

Tal vez suene pedante, ególatra o egocéntrico. O lo que quieran. Me enorgullezco, sí. Pero no es el ánimo de este post.

Simplemente, me parece innecesario un buscador hackeado para conocer a alguien. Es mucho más fácil, lo admito. Pero por eso mismo es menos satisfactorio.
Es increíblemente placentero tener la seguridad de que alguien, ese alguien amado, está queriendo o necesitanto algo, y que sea verdad. Es mucho más lindo que espiarle el password del mail, ir caminando por la calle y decir, ante algo en una vidriera "sí, a mí también me gusta ese" aún cuando ella no haya pronunciado palabra alguna.
Uno podría volcar miles de consultas a un Excel y sacar qué probabilidad hay de que el café le guste con dos o tres de azúcar. Pero es mucho mejor llegar con el café y sin decir nada, tirar tres de azúcar sabiendo que eso va a estar bien.

El secreto revelado hace que uno pierda interés en la magia.

No me gustaría estar en el lugar de Pol si Mireia se entera de su jugarreta. Con toda la razón del mundo puede desconfiar de él hasta de que se llame Pol. Y ni hablar de la invasión a su privacidad.

Es mucho más lindo descubrir cosas por sí mismo.

Aún sin estar on line

Ni siquiera el título me sale!

¡Qué feo es tener tantas ganas de escribir algo y no saber qué!

viernes, 13 de junio de 2008

¿Comida casera o restorán?

Hace unos días, escuchando un programa de radio, una oyente comentó que engañaba a su pareja. La muchacha en cuestión (psicóloga ella) decía esto a viva voz, y en uno de los programas con mayor audiencia de esa banda horaria (sino el de mayor).
Tal vez para justificarse, tal vez para buscar una excusa un poco más general, o tal vez porque ella creía fervientemente en ello, dijo que el hombre, como todo animal, instintivamente quería estar con varias parejas. Que la naturaleza del hombre era la poligamia, y que la monogamia era sólo un invento de la sociedad. Como para enfatizar esto, decía que el hombre es infiel por naturaleza, pero que, por pruritos o lo que sea, elige ser fiel.
Al día siguiente, otros hombres (supongo que de esos verdaderos machos que engañan a sus mujeres con asiduidad) casi beatificaban a esa mujer, diciendo que la tenía re-clara, que era así, y que cualquier hombre que se precie de tal debe estar con cuanta mujer pueda...

Ahora, mi pregunta es: ¿No es precisamente eso, el pensar, el poder elegir, lo que nos hace superiores a los animales?

Porque, tomando para refutarla, la propia teoría de esta psicóloga (con la que yo dudaría hacer terapia, pero bueno, eso es subjetivo), es lo bueno de tener una cabeza pensante. Poder elegir. Saber que tu pareja, que quien te acompaña en la vida, te hace sentir pleno, sin necesitar nada más. Es esa elección la que deviene de un sentir y un pensar muy humano. Esa elección proviene del amor.
No veo el por qué tener una pareja si vamos a estar con cuanta mujer se nos cruce. Es decir, el fijo: ¿sirve de algo? No le veo el sentido, en serio.

Me parece una característica más del hombre chato. Pero esta vez, es incluso mucho peor. Porque esto no demuestra una chatura mental solamente, sino una chatura emocional. El famoso "yo no quiero enamorarme" me parece más una forma de resignación ante la imposibilida de sentir que una forma de vida. He visto caer demasiados "innamorables" en manos de mujeres.
Después de todo, a cada chancho le toca su San Martín.

Pero me parece muy triste eso de necesitar un fijo para... ¿para qué? ¿Para sentirse seguro de uno mismo? ¿Para saber que alguien nos puede querer, que somos capaces de enamorar?

La verdad, es algo inentendible.

El hombre elige, selecciona.
Es lo lindo de no ser un animal

jueves, 12 de junio de 2008

Pregunta del día N° 12

¿Por qué se le dice Chancho a los inspectores (de lo que sea, no sólo de colectivos)?

miércoles, 11 de junio de 2008

Pregunta del día N° 11

Las mujeres quieren que subamos la tapa del inodoro.... y nos gritan porquela dejamos arriba.
Digo yo:

¿No tenemos derecho a quejarnos nosotros porque ellas la dejan baja? Después de todo, es más fácil bajar que subir, ¿no?

Fly me to the moon

Te regalo la luna...





Bueno... ¿No es que lo que vale es la intención?

martes, 10 de junio de 2008

Refugio 19

Después de tanto desierto, de tanta soledad, de tantos días sin techo.
Después de andar por el sol ardiente, descalzo y sin amparo.
Después de pasar noches heladas sin abrigo.
Después de ansiar descanzo.
Al borde del abandono.
Al límite de mi estima...

Llegué a tu oasis.
Así como así, casi sin darme cuenta.

Y supe que todo estaba bien. Y que estaba en casa.


Gracias a Dios, a veces los espejismos se vuelven realidad. Y todo aquello que deseamos, se materializa en nuestro deseo.

Gracias por recibirme, por dejarme entrar, por hospedarme en tu corazón.

Te amo.

Porque hiciste de mí, el hombre más feliz del mundo con sólo nombrarme.

Y porque haces de mí un hombre mejor cada día.


lunes, 9 de junio de 2008

Pregunta del día Nº 10

Esta sí que quiero que me la respondan en serio:

Que las agujas del reloj giren en el sentido que giran ¿es porque nosotros leemos de izquierda a derecha?

Supelmelcado

Esto daba más para una "pregunta del día". Sin embargo, es mucho mejor postearlo como algo normal, para hablar un poquito más.
Me encanta el submundo de los supermercados chinos, por más que atenten contra mi paranoia ya conocida. Me gustan los pequeños detalles que siempre se encuentran en el supermercado chino:

- Siempre hay un chino en la puerta, sentado y fumando. No importa que haya 40° a la sombra o esté cayendo nieve. Siempre está ahí, en una banqueta destartalada, o en un cajón de verdura vacío. Nuestra teoría es que es el chino con más Dan del supermercado, y / o el que más corre. Entonces, si vos querés robarte algo, el chino sentado se para y te muele a palos usando una complicada mezcla de los estilos mono, tigre, grulla y mapache fanfarrón...

- Uno de los mejores trabajos del mundo debe tenerlo el herrero que les hace las rejas a los supermercados chinos. No sé si figura en algún precontrato o qué, pero todos los supermercados chinos tienen la misma reja en la puerta. Rejas de caños de sección cuadrada, separadas entre sí como por 20 cm. Si me dicen que lo usaba la dinastía Ming o algo así, te lo acepto. Pero si no... ¿por qué todos con la misma reja? Y otra cosa que me parece de por sí sospechosa: ¿por qué se pinta siempre de celeste esa reja?

- Otra cosa que tienen todos los supermercados chinos que se precien de tal son las estanterías de madera, con la parte superior en forma de arco. Tanto esto como las rejas, supongo, deben comprarse en un sólo local, algo así como: "la casa de los 10000 artículos para el supermercado chino" y ahí van todos los orientales que quieren "hacerse la américa" vendiendo artículos de todo tipo.

- Comentaba antes lo de mi paranoia ya casi crónica. Hay pocos lugares peores para alguien paranoico que un supermercado chino. No sé por qué, tal vez porque no me de cuenta, pero me parece que en los otros supermercados (y mucho menos en los hipermercados) las cajeras no hablan a los gritos con sus compañeras, o con los repositores, o con alguien más. Sin embargo, en todo supermercado chino siempre hay dos o más chinos gritando cosas en su idioma. Y nunca vamos a saber si están hablando del tiempo, si están sacándole el cuero a los clientes, si se están preguntando el precio de la lata de atún o si Meteoro le podría haber ganado una carrera manejando a Astroboy volando. Nunca nos vamos a enterar si se están peleando o diciéndose que se aman. O si el pelado que está pagando tiene pinta de sinófobo... o lo que sea. Es demasiado para un paranoico como yo.

- "Aumenta, siempre aumenta" debe ser la primer frase en castellano que aprenden.

- ¿Cómo hacen para que, no importa el día que vayas a comprar, la leche o la crema venza siempre al día siguiente? Es loquísimo pero pasa siempre...

- Me fascina también el chino que está siempre sentado mirando las cámaras de seguridad, por más que el "supermercado" tenga sólo una góndola.

- Siempre los que están atendiendo, limpiando, o cobrando en un supermercado de estos, están calzados con pantuflas o con alpargatas, pero si es con alpargatas, éstas son del mismo material que las pantuflas. Además, siempre están en jogging.

Algunas más cosas debe haber. Ya me voy a acordar. Ahora me tengo que ir a comprar a los chinos de la esquina.

jueves, 5 de junio de 2008

Pregunta del día N° 9

¿En dónde se aprende el lenguaje de señas que usan los choferes de colectivos para comunicarse entre ellos cuando se cruzan manejando en la calle?

¿Alguien entiende esas señas, además de ellos?

¿Por qué se ríen siempre?


Parada, chofer!

miércoles, 4 de junio de 2008

Pregunta del día N° 8

¿No viene siendo la hora de que Jennifer Anniston se deje de joder con los hombres y se defina como lesbiana o soltera sin remedios?

Ya fue J...

martes, 3 de junio de 2008

AlFreddo

Una vez más, en esas charlas tan jugosas que solemos tener con Ishbin, salió el tema gastronómico, por así decirlo. Y hablamos de los gustos de helado que le faltan a las heladerías de AlFREDDO.
Porque, si tienen uno Malbec, tuvieron cerveza, y chocotorta, tranquilamente podrían tener:

Berenjenas Chinchulines Remolacha Fideos con pesto*

Nestún Batata Clericó Merluza

Matecocido** Ricotta Centolla Ciruela, roquefort y jamón

Si a alguno se le ocurren más, bienvenidos!

Aporta Marlene:

Humita, ravioles de ricota, canelones a la Rossini, vittel tonne, carre de cerdo, higado y seso

Aporta Ishbin:

Sabor a Poco

Gusto a Nada

Sabor a derrota

Polenta con pajaritos

Gusto a Jarabe

Comino

Y creo que deberian inagurar los helados para las ocasiones:

Para los que recien se conocen:
"Buenas tardes mucho gusto"

O por ejemplo para los mas romanticos:
"Sabor a ti..."

GANADOR; ISHBIN, por afano!


* De este sabor se podrían hacer tabletas
** El nombre completo del sabor sería "Matecocido (con tres de azúcar)

Es: ¿qué hizo Frenia?

Hay pocas cosas que me causan tanta sensación de esquizofrenia como el MSN.
Miles de veces me siento como si fuera quince personas a la vez.
Una ventana tiene a Ishbin diciéndome que el calefón está desprendiendo cosas negras.
Otra a una amiga diciéndome que el novio la engañó.
Otra a Fati diciéndome que se siente Pepè Le Puf.

Y yo acá, concentrando todas esas conversaciones y tratando de responder coherentemente a todas.

Necesito un par de clones

lunes, 2 de junio de 2008

Adiós preciosa...

Estaba en una esquina esperando a Palla. Por al lado mío, pasa una chica de no más de 17 años. Ni muy muy, ni tan tan.
No es una chica (como me han dicho alguna vez) por la que me daría vuelta en la calle para mirarla.
La chica cruza la calle. Por la otra cuadra vienen dos hombres, ya pasando los 40. Por la ropa, el bolso y esa intuición que todos tenemos para prejuzgar fácilmente, se puede decir que vienen de una obra en construcción.
La chica pasa por al lado de ellos, y uno le dice algo. No sé qué. Estoy del otro lado de la calle y no sé leer los labios. Sin embargo, se puede ver que la niña ni siquiera los mira. Pero el piropeador (por decirle de alguna manera) se da vuelta hacia su compañero riéndose y con cara de "qué grande que soy".

Palla me cuenta, unos minutos después, que pasó por la cuadra en donde está el Nacional Buenos Aires. Hay dos chicos tirados en la vereda, tal vez tomando o comiendo algo. Pasa una compañera. Uno de ellos, dice una barbaridad, y la chica, obviamente, ni los mira. Automáticamente, este segundo piropeador comenta con su compinche "ni bola me da" y ambos se ríen de su desgracia.

¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué alguien que dice algo que seguramente es más un insulto que otra cosa se siente el rey del mundo cuando pasa al lado de una mujer? ¡Si ni siquiera lo mira! El tipo se da vuelta mirando a sus cómplices como si hubiera dicho la cosa más inteligente del mundo y con ello hubiera arrancado la biografía completa de ese señorita. Sin embargo, lo más probable es que esta mujer se sienta más ofendida que halagada, piense algo así como "qué idiota" y siga su rumbo en la vida sin recordar ni siquiera el color de pelo de su supuesto piropeador.

El piropo es un arte, y como tal no cualquiera puede ejercerlo.
Tiene su timing, su extensión justa, su momento adecuado.
No se le puede decir lo mismo a cada mujer que pase, por ejemplo. Así como no se pueden usar las mismas palabras, o el mismo tono para dos mujeres distintas.
El piropeador, por ejemplo, no usa palabras obscenas... no creo que haya algo más lejano a un piropo que un insulto.
No puede decir algo que ocupe más de tres o cuatro pasos de la destinataria. De lo contrario, jamás se verá la reacción de su rostro.
Uno no puede empezar a decir un piropo a viva voz, lejos de la dama en cuestión, porque el piropo es casi una confesión a la destinataria, y como tal, no debería escucharse muy lejos de ella. El grito desde arriba de un auto es prácticamente inadmisible.
Hablando de autos, tomo un comentario de Seinfeld: ¿qué es eso de estar en un semáforo y tocarle bocina a las chicas que cruzan por delante de uno? Como dice Jerry, el tipo que hace eso ya se quedó sin ninguna idea. Ya está vacío de contenido y de originalidad. Si ni siquiera se te ocurre algo inteligente para decirle, no hagas nada, porque ya estás destinado al fracaso desde antes de entablar siquiera una conversación.
El piropo no sólo debe ser original, sino divertido. Y, ojo, no digo gracioso, sino divertido. El primer paso que debe tener todo piropo es halagar a la niña, y el segundo, lograr sacarle una sonrisa.
El piropo debe servir como un método de acercamiento primario. No puede acabarse ahí nuestro repertorio. Si decimos algo a una chica y ésta se da vuelta para conversar con nosotros, debemos saber de qué hablar. No podemos empezar a hablar de si Ramón se queda o no en San Lorenzo.
Por eso digo que no cualquiera está capacitado para piropear. Se debe tener cierto arrojo, cierto carisma, cierta desfachatez... Pero a la vez, si vamos a decir piropos debemos estar seguros, no tartamudear, decir las cosas en el momento justo, con la velocidad justa, con la simpatía justa.

Por algo yo nunca digo nada. Carezco de todas estas cosas. Pero conozco mis limitaciones.

¿No deberíamos todos aprender a conocer nuestros límites?